domingo, 31 de enero de 2021

Burbuja Financiera Y Lucha De Clases

Ni Karl Marx, ni los clásicos de la teoría política imaginaron en sus sueños más fantásticos, lo que estamos viendo estos días que corren: la lucha de clases en medio de una de las burbujas financieras más desconcertantes de la historia del capitalismo. Grupos crecientes de personas, en su mayoría jóvenes y de clase media, se están organizando en redes sociales para especular en la bolsa con un doble objetivo: ganar dinero por supuesto, pero también vapulear a los billonarios especuladores del mercado, quienes, justificadamente o no, son retratados como los villanos que se benefician en la bolsa mientras el resto de los ciudadanos sufre penurias.

Dentro de las muchas categorías que pueblan Wall Street, una destaca: los especuladores en corto, especializados en apostar en contra de compañías cuyas acciones esperan caer para ganar ellos. Se llaman así porque en el argot de Wall Street “vender en corto” es una estrategia que paga más conforme más cae el precio de la acción de una compañía. George Soros, por ejemplo, se hizo famoso por su apuesta en corto contra la libra esterlina en 1992, con la que ganó mil millones de dólares en el curso de pocas semanas.

Las empresas temen a los inversionistas en corto, y quizá sean los especuladores más agresivos y sofisticados de todo el mercado, dado el enorme riesgo que tienen que manejar, pues para ellos, lo peor que puede pasarles, es que el precio de una acción suba y se dispare, pues eso puede arruinarlos.

Y justo lo que hemos visto en las últimas semanas es un drama financiero que se ha convertido en una revuelta política alrededor de los especuladores en corto, quienes se han enfrentado a un ejército de inversionistas pequeños pero organizados al especular con acciones de una pequeña lista de empresas, señaladamente las de una casi quebrada cadena de venta y renta de videojuegos llamada GameStop.

El ejército de inversionistas pequeños se organiza en un peculiar sitio de internet, llamado Reddit, en donde millones de usuarios participan en foros temáticos. En uno de esos foros, fundado por el mexicano Jaime Rogozinsky, se está gestando esa mezcla de locura especulativa y revuelta social. 

El foro alberga casi dos millones de usuarios, y posee una demografía que parece ser sintomática: jóvenes, empleados de tiempo parcial, o desempleados invirtiendo sus seguros de desempleo, inversionistas amateur, la mayoría ciudadanos comunes, que comparten algo en común: el querer ganar dinero en la bolsa, pero a últimas fechas han añadido un segundo objetivo, ganarlo a la vez que arruinan a los temidos especuladores en corto..

Por ejemplo, al cierre de enero, Melvin Capital, el fondo especulativo en corto que apostaba contra las acciones de GameStop, ha perdido un dramático 53 por ciento. ¿Por qué? Porque el ejército de inversionistas pequeños de Reddit se organizó para comprar y disparar el precio de la acción de GamStop, y recuerden que los especuladores en corto pierden cuando la acción sube. Miles de esos inversionistas han ganado mucho dinero este mes, y han arruinado a muchos especuladores como Melvin Capital. Y este giro de eventos es el que resulta sorprendente.

Los economistas dicen que los mercados son movidos por una “mano invisible”, un sortilegio mediante el cual miles de inversinostas que se mueven sin coludirse buscando su propio beneficio, logran un resultado bueno para el colectivo. Reddit está demostrando lo contrario y demuestra cómo las redes sociales son capaces de organizar inversionistas para empujar en un sentido específico la dirección del mercado, conculcando uno de los supuestos más sagrados de la economía y las finanzas.

Los mercados si se pueden dirigir, dicen las hordas populistas de Reddit, en donde quizá millones se ponen de acuerdo para atacar en un sentido deliberado. Esa es la primera sorpresa. La segunda es que se dirigen contra los especuladores, dándoles una sopa de su propio chocolate. Están derrotando a los especuladores con especulación. Y hasta ahora van ganando.

Y esa victoria de la especulación de los pequeños contra los grandes especuladores tiene un tono de revuelta social, de populismo especulativo, de revolución proletaria usando a Wall Street como campo de batalla. En Reddit los foros se llenan de consignas y pintas que recuerdan al mayo francés o a las insurrecciones populares. Es en las bolsas en donde los muchos están vapuleando a los pocos. Es una inaudita revolución social y populista, a golpes de especulación y ventas en corto. Quien lo diría.

miércoles, 27 de enero de 2021

¡Alli Viene El Lobo! ¿El Regreso de la Inflación?

 Las tasas de interés de largo plazo, especialmente en Estados Unidos, están subiendo. Con la excepción de unas sesiones en marzo, en medio del derrumbe de los mercados financieros debido al confinamiento, están en sus niveles más altos desde antes que .la pandemia volteara la economía global de cabeza. ¿Por qué están subiendo las tasas de largo plazo? Hay varias respuestas posibles. Pero una de ellas podría ser que los inversionistas están reconsiderando el riesgo de que la inflación regrese.

No hay muchas señales aún. Si acaso alguna evidencia aislada y anecdótica en alguna industria y en algún país muestran que los índices de precios que miden la inflación están empezando a moverse.

Pero en los mercados financieros, varios bienes que en ocasiones se asocian a repuntes inflacionarios, están moviéndose en esa dirección. Para empezar las materias primas.

De septiembre a la fecha los futuros del trigo se han disparado más de 30 por ciento, mientras que los futuros del maíz se han propulsado más de 60 por ciento en el mismo período. En general, el Bloomberg Commodity Index, el índice más seguido para medir e invertir en el sector de materias primas, se ha elevado más de 30 por ciento en los últimos diez meses.

Algunos de esos movimientos recientes tienen explicaciones específicas: los Estados Unidos han tenido una cosecha muy pobre de trigo, maíz y soya, y la escasez relativa de granos se ha reflejado en los precios del mercado. Por ejemplo, los precios del maíz marcaron la semana pasada su nivel más alto desde el 2013, y la sequía en vastas áreas agrícolas de Norteamérica, desde Canadá a México, está presionando los precios de los cereales.

Pero junto a factores específicos, existen catalizadores más generales que están alimentando la expectativa de un posible repunte, así sea pequeño, de la inflación en el corto y mediano plazo.

En concreto, la explosión de los déficits fiscales, y el consecuente incremento de las deudas públicas , junto con el incremento en las hojas de balances de los bancos centrales implementadas para proveer de liquidez a los mercados para evitar una debacle económica peor a la que estamos sufriendo, podría incentivar un incremento en los precios nominales de bienes y servicios que provocara un elevamiento en las mediciones de inflación en varias zonas económicas del mundo.

A decir verdad, el argumento anterior ha sido esgrimido tantas veces en el pasado, sin que un mínimo rastro de repunte inflacionario se haya materializado, que no sorprendería que una vez más, el lobo de la inflación brillara por su ausencia de nuevo, como lo ha hecho las últimas cuatro décadas, a pesar de la ingente expansión del gasto público y de la liquidez de los bancos centrales.

El nuevo programa de apoyos anunciados por el presidente Biden de los EEUU, de 1.9 billones de dólares, súbitamente disparó en la narrativa de los mercados la probabilidad de que este apoyo acabe disparando la inflación. Extraño, porque en ningún momento los 14 billones aprobados anteriormente se relacionaron con amenazas de inflación en el futuro, solo hasta que llegó el primer paquete de estímulos del nuevo gobierno demócrata. Los mercados en Estados Unidos tienen su corazoncito: y es republicano.

Pero más allá del sesgo partidista, lo cierto es que los mercados de materias primas, el de bonos de largo plazo, así como el de divisas, en donde el dólar estadounidense aqueja ya un deterioro prolongado, están conformando una mezcla que en épocas anteriores solían asociarse a repuntes en la inflación en el corto y en el mediano plazo.

Han sido tantas las ocasiones en los últimos treintas años que el regreso de la inflación se ha pronosticado, que quizá estas alertas que vemos actualmente acaben siendo una de las muchas falsas señales de que la inflación, tan temida hasta los ochenta como ausente de entonces a la fecha, esté de regreso.

Pero de los últimos treinta años a la fecha una cosa si ha cambiado: la pandemia. Este factor si ha tenido un efecto devastador sobre sectores y componentes de la economía que es dado preguntarse si, como resultado de este durísimo choque a la economía, el retorno de la inflación sea esta vez, ahora si, una amenaza que vale la pena vigilar con atención.

sábado, 23 de enero de 2021

La Paradoja Triste Del Ciudadano Cumplido

Escribo esta nota porque, a pesar de los esfuerzos que hicimos cuando estuvimos en capacidad de hacerlo, no logramos cambiarlo. Es un pobre consuelo entonces atestiguarlo. Toda estructura impositiva debe tener dos propósitos: el recaudar recursos para el Estado, pero también el de provocar los incentivos correctos para que ciudadanos e instituciones se comporten conforme el pacto social que sostiene a una sociedad lo ha establecido. Los impuestos son además de fuente de ingresos, un código de conducta social.

Va un ejemplo muy claro para todos de lo anterior. Cuando el gobierno federal en 2012 cometió la enorme irresponsabilidad de eliminar la tenencia vehicular federal, y dejó en las entidades federativas la decisión respecto de mantener la contribución o no, lo que resultó fue un caos que aún hoy continúa y en donde hay muy pocos ganadores (los mexicanos propietarios de automóviles, que son una minoría), y muchísimos perdedores.

La pérdida más evidente de la eliminación de la tenencia fueron los ingresos fiscales por supuesto. En la Ciudad de México por ejemplo la recaudación por ese concepto era equivalente al subsidio al STC-Metro, lo que significaba que, correctamente, el transporte privado subsidiaba al transporte público, como debe de ser en una sociedad que aspira a la equidad económica.

La desaparición de la tenencia significó entonces una transferencia de riqueza efectiva del transporte público al transporte privado, pues el ajuste a la tarifa del segundo se hizo inevitable para financiar su operación y mantenimiento.

Pero la desaparición de la tenencia tuvo muchas otras implicaciones, entre ellas la que podríamos calificar como “la triste paradoja del ciudadano cumplido”. 

Recuerdo la siguiente anécdota: transitando por Reforma me tocó ver un hermoso Ferrari rojo, una maravilla de máquina, y que debería de pagarle a la Ciudad una tenencia generosa pues autos de ese valor no fueron exentos del impuesto. Como era de esperarse, el Ferrari estaba emplacado en Morelos para eludir la tenencia, a pesar de haber sido vendido en la Ciudad de México.

Supongamos por un instante que el propietario de ese Ferrari cayera en un bache en la Ciudad, y que por su cuenta de twitter se quejara furioso del estado del asfalto en las vías urbanas (¡Con qué derecho!). Supongamos también que el mismo conductor cobrara el seguro que la Ciudad ofrece a aquellos propietarios de autos dañados por causa de la infraestructura de la Ciudad.

Supongamos ahora que el conductor del Ferrari con placas de Morelos se subiera al segundo piso del periférico y que acelerara por encima de los 100 kilómetros por hora, y que en su carrera rebasara a un modesto Ford que paga tenencia, cuyo chofer, intentando inútilmente emparejarle, subiera su velocidad a 90 kilómetros. El conductor del Ford imaginemos que es un buen ciudadano: quiere a su ciudad y ha emplacado aquí su auto y paga su tenencia anualmente.

Las cámaras del segundo piso registrarán a dos autos excediendo el límite de velocidad en el segundo piso del periférico. Les tomarán una foto y enviarán la multa. Pero ocurrirá algo injusto: el conductor del modesto Ford, buen ciudadano, pagó su tenencia y recibirá la multa en su hogar de la Ciudad de México. El chofer del Ferrari, que eludió su obligación fiscal, no recibirá la multa en su casa de la Ciudad, puesto que su lujoso auto está registrado en un domicilio sospechoso en algún lugar de Morelos.

La ilustración anterior no es hipotética. Ocurrió y ocurre de manera repetida en la Ciudad, en la zona metropolitana y en muchas otras partes. Los ciudadanos cumplidos deben de enfrentar las penalidades por sus faltas, pero los ciudadanos que eluden la tenencia tienen además la ventaja de ser invisibles ante las multas de tránsito: pueden incumplir las reglas y no ser sancionados gracias a su mal comportamiento fiscal.

Eso no es justo. La estructura impositiva de un país debe de, además de recaudar, inducir el comportamiento correcto premiando a los cumplidos y sancionando a los infractores. La actual estructura de la tenencia vehicular, y muchos otros impuestos en México, provocan lo contrario: premian al evasor y fomentan por lo tanto el mal comportamiento. Por supuesto que es muy fácil quitar un impuesto, y muy difícil regresarlo, pero la paradoja del buen ciudadano no debería de ocurrir.

 

domingo, 17 de enero de 2021

Lo Que La Pandemia Nos dejó: ¿Inflación?

A nivel individual, en una fracción de quienes lo han padecido, el contagio por Covid19 deja secuelas importantes, que impactarán en el gasto público en salud en el largo plazo. Pero a nivel agregado de la economía, además de una deuda gigantesca en los países desarrollados, una carga de varios años en el gasto de salud, y en el corto plazo y mientras no se logre una vacunación generalizada, una economía frágil. Pero la pregunta más importante es: dentro de los efectos que nos dejará la pandemia, ¿estará el regreso de la inflación?

Cuando se escriba la historia económica de las últimas tres décadas, casi seguramente se considerará como una época dorada del capitalismo. Más de treinta años de crecimiento prodigioso: si, interrumpidos por severas crisis en 2000, y 2008, pero de las cuales surgió una economía global cada vez más vigorosa e integrada, celebrada por un inaudito auge de las bolsas de valores, sobre todo en los Estados Unidos, que se tradujo en la creación de un cúmulo de riqueza sin paralelo en la historia económica del mundo.

Lo único que logró detener el avance portentoso de la economía global fue una pandemia tan global como la economía contemporánea, y que en cuestión de días se propagó a todos los continentes de la tierra, provocando la recesión económica más profunda de las últimas siete décadas.

La pregunta es si este golpe seco, duro y contundente, contra la economía, tendrá como el Covid sobre las personas, y sobre los sistemas de salud, efectos de largo plazo.

Tomemos la anécdota de Audi, la marca de lujo de Volkswagen que se encuentra en estos días ante una escasez de chips necesarios para el armado de sus autos. Audi está impedido de satisfacer la demanda por sus productos debido a la escasez de este insumo crítico para su producción. 

La palabra “escasez” se ha escuchado poco estos últimos treinta años. Todo ha abundado: desde las materias primas, hasta los chips y semiconductores y circuitos, pasando por los comestibles y los artículos de lujo. Todo ha abundado. Tanto que la abundancia de bienes ha impedido que, a pesar de la combinación del fortísimo crecimiento de la economía y las bajísimas tasas de desempleo, no se han traducido en alza en los precios como solía ser el caso hasta antes de la década del noventa.

Pero la pandemia ha irrumpido algunos procesos, y de manera espaciada y ocasional, algunos sectores han registrado incrementos en los precios como no ocurría en mucho tiempo, como es el caso de Audi y sus chips escasos.

Pero hay otras señales: el rendimiento de los bonos de 10 años ha trepado en las últimas semanas, las acciones de algunas empresas productoras de alimentos, que han languidecido por décadas, están repuntando modestamente, y algunos componentes de mercancías de los índices de precios están repuntando.

La disrupción de la pandemia en múltiples sectores está produciendo escasez en algunos de ellos y alentando incrementos en costos y precios. ¿Será posible que esta pandemia, que pudo detener la marcha de la expansión económica global, salvo en China y Vietnam, acabe reviviendo el fantasma de la inflación, ausente del escenario por casi cuarenta años ya? 

De todas las secuelas económicas que nos pueda dejar la pandemia, un regreso de la inflación sería el peor de todos. Si los bancos centrales y los gobiernos han logrado inundar los mercados y las economías con gasto y liquidez de manera exitosa amortiguando los efectos potenciales de la pandemia y limitando la recesión económica, es porque no hay inflación.

La enorme capacidad de China, complementada por el sureste asiático, para producir bienes para todo el mundo, las nuevas tecnologías para, literalmente, sacar petróleo de debajo de las piedras, la capacidad de las empresas tecnológicas para aumentar de manera exponencial la capacidad de cómputo y comunicación, han producido una economía global en donde la inflación ha estado ausente.

No sobra estar atentos. Si la inflación regresa esta aparente licencia para inundar a la economía de liquidez, déficits y deuda, sin que nada pase, podría estar comprometida. Pues si la inflación sube las tasas de interés subirán tras ellas, y podrían convertirse en el alfiler que acabe pinchando esta burbuja feliz en donde, como las criptomonedas, todo sube.

domingo, 10 de enero de 2021

La Muerte De La Democracia Americana

Lo que ocurre estos días en los Estados Unidos tiene el potencial de definir el curso de las instituciones mundiales en las próximas décadas. Del cómo nuestros vecinos resuelvan, o no, la tremenda tensión entre la democracia y el fascismo, dependerá en buena medida el derrotero de la economía y la política global. Una cosa es clara: la democracia estadounidense como hasta ahora ha sido, ha muerto, asesinada por el fascismo representado en Trump. Es posible el tránsito a un nuevo pacto social, y el colapso también es posible.

La patética y peligrosa intentona de revertir el resultado electoral por parte de Trump y sus aliados, con el silencio y colaboración de su partido, el Republicano, reflejada en la toma del Capitolio por una horda de fascistas, significa el límite de la actual democracia estadounidense.

Los críticos de izquierda del siglo XIX destacaron siempre ese lado flaco de la democracia: la posibilidad de que los votantes elijan a un líder que la subvierta y la elimine: Hitler y Trump fueron electos, y su objetivo inmediato fue destruir la democracia de la cual fueron un producto. Hitler tuvo éxito y provocó la mayor crisis humanitaria de la historia. Trump fue derrotado contundentemente en las urnas, y hasta ahora todos sus intentos por usar su poder para destruir el sistema han fallado y abandonará la Casa Blanca el próximo 20 de enero.

Pero la toma del Capitolio, que debería de traducirse en acciones penales contra Donald Trump por el bien de la sociedad estadounidense, marca el rompimiento de ese límite: el American Way of Life ya no fue suficiente para contener la insatisfacción de millones de ciudadanos que han sido excluidos por la economía, la sociedad y la cultura en las últimas décadas.

Si quieren que pongamos esto en términos llanos: son aquellos a quienes el neoliberalismo despojó de oportunidades y beneficios, aquellos que fueron desprovistos de la cobertura de salud, empleo, educación e ingresos suficientes para prosperar y escalar en la sociedad estadounidense como lo habían hecho todas las generaciones precedentes.

Es en ese caldo de cultivo económico de los excluidos por el desmantelamiento del estado del bienestar por el neoliberalismo, en donde prosperan ideologías baratas nucleadas alrededor del fascismo: el odio a lo diverso, el privilegio de una raza, la negación de los hechos y de la ciencia al amparo de discursos milenaristas emanados de las pseudo-religiones que se encuentran en la fundación misma de la nación estadounidense.

Los excluidos del neoliberalismo ven, desde su perspectiva parcial, a la globalización como su verdugo: han perdido sus empleos porque las empresas mudaron la producción a China, Vietnam o México. Sus salarios están deprimidos porque un menor de edad en el sureste asiático está dispuesto a hacer lo mismo por un salario de esclavo. La globalifobia tiene este sustento inmediato, y sus efectos han venido construyendo el caldo de cultivo para que un líder carismático, dispuesto a subvertir la democracia con fines personales, encabezara todos esos agravios en contra del establishment neoliberal.

¿Cómo fue posible que un millonario tramposo y chafa encabezara un movimiento social de, literalmente, desarrapados estadounidenses excluidos por el sistema que tan generoso fue con él? La respuesta es sencilla. En la cultura estadounidense, un millonario va más allá de toda sospecha. Sería imposible que en ese país un líder marginado social encabezara un movimiento, sería visto como algo extremadamente peligroso. No así un millonario, quien fue visto como alguien de fiar, uno de los suyos que empujaría la agenda conservadora, racista y religiosa, amenazada por una demografía que de manera imparable apunta a la apertura, a la diversidad, al predominio de la ciencia y el laicismo.

En Trump confluyeron por una parte el temor de las élites blancas al fin de una sociedad rubia y el advenimiento de una sociedad pluri-racial; el pavor de las élites cristianas ante el crecimiento del laicismo; y el coraje y rencor de los excluidos ante el enriquecimiento incomparable de las élites educadas y los abastecidos de siempre.

La élite rubia y cristiana estadounidense creyó que Trump, uno de los suyos, jugaría con las reglas, y que podrían usar electoralmente la fuerza numérica de los excluidos para detener el ímpetu demográfico hacia una nación enormemente diversa. Calcularon mal: la personalidad intensamente fascista de Trump ha puesto en jaque al mismo sistema, y ha llevado a la democracia estadounidense hasta un punto de no retorno. O se reinventan con un nuevo New Deal que incluya a todos y modere la desigualdad, o acabará volando por los aires en ola tras ola de violencia civil.

sábado, 2 de enero de 2021

La Soberanía Nacional, Latinoamérica Y La Vacuna

En situaciones límite como esta en la que la pandemia nos ha colocado, es cuando queda claro el rol crucial que la ciencia básica y la investigación científica tienen para una sociedad. Solo un puñado de países: Estados Unidos, China, el Reino Unido, Alemania y Rusia, tuvieron la capacidad de producir una vacuna para inocular a sus poblaciones contra el covid. El resto, incluyendo naciones con amplia tradición biomédica como Francia, tenemos que esperar a que solidariamente, dichas naciones dispensen los lotes suficientes para aplicarlas en casa.

El valor monetario de poseer una industria biomédica integrada, desde la investigación hasta la producción masiva de vacunas, y un sistema de salud capaz de aplicar millones de dosis puede medirse no únicamente en pesos y centavos, sino en vidas humanas que serán salvadas al aplicar a tiempo la inyección.

La abrumadora superioridad que los Estados Unidos y el Reino Unido mostraron en la generación del remedio contra la covid queda patente en las opciones disponibles: Pfizer, Moderna, Astra Zeneca, y en la velocidad con la que las dosis están ya disponibles para sus poblaciones.

Una industria médica integrada tiene la misma jerarquía que un ejército en términos de la seguridad nacional de un país. Ambas protegen a la población civil y a los gobiernos contra una amenaza externa. La soberanía nacional depende tanto del equilibrio militar, la disponibilidad de petróleo y minerales estratégicos, como de una industria médica integrada y un sistema de salud extenso para tratar a las poblaciones.

La intensidad de la investigación y el desarrollo en la industria médica la equiparan a cualquier industria tecnológica, como la inteligencia artificial y empresas como Apple y Google. Lo anterior implica que aquellos inversionistas que buscan activos que les proporcionen crecimiento y dividendos encontraron en esta coyuntura una opción para sus portafolios con resultados sorprendentes.

De acuerdo con Interactive Investors, una consultoría de investigación financiera del Reino Unido, detrás de los sectores “Grandes Empresas EEUU” (que ganaron 43 por ciento), la bolsa de Corea (+ 23 por ciento), y el sector de metales preciosos (+16.8 por ciento), las empresas del sector salud fueron la mejor inversión en las bolsas de valores del mundo en este fatídico 2020, con un rendimiento promedio de 12.8 por ciento (casi el doble por ejemplo que el rendimiento que proporcionaron las Afores mexicanas en el año).

Dentro de ese rendimiento promedio se incluyen a acciones como las de Moderna (+434 por ciento), y Merck (-10 por ciento) y Pfizer (-6 por ciento) en el 2020. 

Construir una industria médica integrada es un esfuerzo de varias décadas, que implican la educación de grandes equipos de médicos, biólogos e investigadores, la colaboración de empresas del sector privado, gasto y subvenciones públicas, la colaboración estrecha con universidades a institutos de investigación, la colaboración intensa con instituciones extranjeras y el libre flujo de información y conocimiento entre los colaboradores.

Naciones económicamente poderosas como España, Italia, Francia y Japón, no pudieron tener a tiempo la vacuna contra la covid como sus competidores anglosajones, Rusia y China. 

¿Y América Latina? El comparativo provisto por Interactive Investors muestra la triste realidad de la región. El peor sector para invertir en todo el mundo en 2020 fue en las bolsas latinoamericanas, las cuales rindieron un decepcionante -27 por ciento colectivamente, con algunas diferencias particulares, pero en general, un rendimiento patético. América Latina no es una región capaz de generar los activos que cuentan en los tiempos que corren, y sigue relegada a una productora de materias primas.

Los datos deben de implicar una conclusión inequívoca: no existe sustituto, en términos de seguridad nacional, de desarrollo económico, de alternativas de inversión e incluso de orgullo nacional, que el desarrollo de una sólida industria médica integrada.

Las pandemias son recurrentes, con ciclos tan largos como un siglo, pero inevitables. Esta pandemia está logrando el “milagro”, completamente documentado, de generar tecnologías que quizá ayuden a resolver otras enfermedades como el VIH y el ébola, pero quizá nunca logremos vencer a los virus de manera permanente. No hay sustituto: toda nación, por soberanía nacional, debe de contar con una industria médica fuerte. O estar a expensas de lo que la solidaridad de las otras naciones les de. En el mejor de los casos.