domingo, 18 de abril de 2021

El Covid Y El Regreso De La Geografía

No hay que confiar mucho en los economistas, (ni en los funcionarios) que no saben geografía. La Facultad de Economía de la UNAM cometió un error enorme hace tres décadas cuando eliminó de su currículum la materia de geografía económica, la cual, si bien de manera ineficiente, acentuaba la relevancia de esta disciplina en el estudio de las economías contemporáneas. Muy pocas, si alguna, escuelas de economía, incluyen la geografía dentro de sus estudios , pero uno de los saldos de esta terrible pandemia es sin duda, la relevancia de la geografía en la economía y en la política globales.

Cuando se haga el análisis de la pandemia, un hecho quedará claro: que haya iniciado en China, la potencia exportadora del mundo, la nación líder en la recepción de inversión extranjera directa, la gran manufacturera del planeta, acabó siendo determinante para la rapidísima propagación del virus por el mundo. Los ejecutivos de las empresas occidentales que viajaron a la industrial ciudad de Wuhan, portaron desde el inicio de la epidemia, la carga suficiente para desperdigar la peste por el mundo mucho antes de que sus países pudieran detectarla y estar lista para atenderla.

Epidemias como el ébola por ejemplo, orignada en regiones profundas y selváticas de África, se han movido lentamente, y su dispersión ha podido ser contenida. El covid se originó en el cruce de caminos de la economía global, China, y su propagación fue por lo tanto fulminante y pescó a los gobiernos, cuya infraestructura de salud pública había sido desmantelada tras décadas de neoliberalismo, con la guardia baja y sin brújula.

Tras un período de negación y negligencia, la reacción China fue radical: vastas zonas del país fueron confinadas para evitar desperdigar el virus y controlarlo en las zonas afectadas. Lo anterior implicó que la economía China cerrara durante casi un trimestre una parte significativa de sus exportaciones al resto del mundo, entre ellas, las de equipo médico como respiradores, medidores de temperatura, y utensilios médicos para la atención de la pandemia.

El confinamiento Chino coincidió con la primera, gigantesca ola de contagios en el resto del mundo, en donde países enteros se vieron sin respiradores ni aditamentos médicos pues dependían de China hasta para batas, mascarillas y caretas, esenciales para la protección contra el virus. La falta de oferta de equipo médico chino provocó una mortalidad innecesaria en el resto del mundo, incluidos Estados Unidos y Europa, cuyas empresas habían desde hace décadas deslocalizado su producción de su territorio a China, persiguiendo los bajos costos ofrecidos por el coloso manufacturero.

Con la posible excepción de Alemania, que nunca renunció a su vocación manufacturera, el resto de los países desarrollados, incluyendo los Estados Unidos, se dieron cuenta de manera dramática del costosísimo error que habían cometido al permitir mudar su manufactura, poniendo una vasta geografía de por medio, con tal de ahorrar costos. La pandemia les hizo ver la relevancia de la geografía en la política y la economía global: durante meses, con la cadena de suministro interrumpida por el cierre de China, el resto del mundo, incluyendo a la super-potencia estadounidense, se vieron frágiles, dependientes de la manufactura China, desprovistos de bienes clave para atender la pandemia, y sacudidos por la brutalidad de la realidad geográfica: su día a día depende de fábricas situadas al otro lado del mundo, con océanos, desiertos y cordilleras de por medio.

Los Estados Unidos primero, y Europa apenas, lo están entendiendo, la geografía no puede ser un factor de vulnerabilidad, la dependencia de la manufactura y la geografía chinas se evidenció dramáticamente. La manufactura, que habían abandonado a las manos del coloso asiático, es vulnerable a la geografía de la misma manera que la seda era vulnerable al control de la legendaria ruta de la seda, sujeta durante siglos al dominio del imperio otomano, que no pudo adaptarse y sucumbió a los cambios geográficos y económicos luego de la apertura del canal de Suez.

Una centenaria proeza: la alteración de la geografía continental mediante la apertura del canal de Suez, coincidentemente destacó el rol de la geografía en la economía global. En medio de la crisis pandémica, con las cadenas de suministro alteradas, un gigantesco carguero movido por una tormenta de arena, bloquea el canal, y desquicia aún más los mercados de materias primas, insumos y consumos globales.

Aquellos países (México es el más notable de ellos), que sepan leer la relevancia de la geografía en la nueva economía post-pandemia, podrían tener incrementos de competitividad de muy largo plazo.

Las empresas estadounidenses, cegadas por las ventajas en la reducción de costos, laborales, de insumos y ambientales, que les ofrecía China, convirtieron al gigante asiático en la potencia industrial del mundo. La pandemia les demostró que la geografía es siempre crítica para la economía, y de corto y largo plazo deben de buscar una plataforma geográficamente adecuada y con las ventajas de costo que China les ha ofrecido las últimas décadas. Lo mismo saben ya los países de Europa.

La oportunidad para países como México, Portugal, los países de Europa oriental o Turquía, y el Magreb es histórica. La pandemia, su origen, gestión y solución, marcará el curso de la economía global por décadas por venir.

Para Estados Unidos y Europa, China ya no es un aliado tan confiable como lo erea antes de la pandemia, ha quedado claro que las ventajas de sus bajos costos de manufactura pueden ser borrados debido a la geografía en momentos críticos. China mostró una gestión de la pandemia superior a occidente, y a sus élites les ha quedado claro que su lugar en el mundo hoy no es al que podrían acceder en el futuro cercano. China es una potencia por derecho propio y la batalla por la hegemonía ha sido acelerada por la pandemia. 

El Éxito De La Agricultura Mexicana: ¿Cómo Beneficiarnos?

La economía está retoñando. La recesión ha quedado atrás. Pero fue muy dura. De hecho, fue la recesión más profunda en México de al menos los últimos ochenta años. Implicó para millones de mexicanos desempleo, pérdida de ingresos y oportunidades. Para muchísimas empresas implicó cierres y clausuras. Pero en medio de la penuria hubo una esquina que brilló: el sector primario de México prosperó en medio de la terrible recesión, demostrando que vale la pena apostar por el sector en el futuro.

Tomemos por ejemplo el mes de julio del año pasado, el fatídico 2020, cuando el Indicador Global de la Actividad Económica, el IGAE, se hundió 9.8 por ciento comparado contra el mismo mes de 2019.

En dicho mes el sector secundario de la economía: la minería, la manufactura y la construcción, se despeñaron 11.1 por ciento; mientras que el sector terciario, que incluye los servicios, se desplomó 10.1 por ciento. En medio de esa hecatombe, el sector primario del país florecía, despegando un espectacular 10.8 por ciento, sorprendiendo a los analistas por su resistencia y fortaleza en medio de condiciones tan adversas en todos los órdenes.

Julio del 2020 es la cúspide del contraste del estelar desempeño que tuvo el sector primario, comparado con los otros dos sectores. En enero 2021, mes para el cual se cuenta con los datos más recientes, y que muestra ya la relativa recuperación de los otros dos sectores, el sector primario sigue superando al resto de la economía, expandiéndose 3.1 por ciento, contra las tasas de -3.7 y -4.6 del secundario y terciario, respectivamente.

El sector primario está conformado por Agricultura, Ganadería, Silvicultura y Pesca, y desde hace muchas décadas, cuando México deja de ser un país rural y se urbaniza, el peso que dichos sectores representan dentro de la economía se ha ido reduciendo. Como porcentaje del PIB por ejemplo, el sector primario es el más pequeño de todos, representando 3.2 por ciento en 2019, pero debido al muy buen desempeño relativo en el terrible 2020, la cuota del sector dentro del total se ha incrementado ligeramente, a 3.6 por ciento, avanzando cuatro décimas del PIB total en un solo año. Un avance notable para un sector tan pequeño.

Dentro del sector primario el más importante, representando más del 63 por ciento de todo el sector, es la agricultura, la cual conforma un pequeño 2.3 por ciento de todo el PIB nacional. Ha sido la agricultura el motor detrás del excelente desempeño del sector primario en esta coyuntura tan complicada para el resto de la economía mexicana.

Un sector que típicamente es contemplado como un sector marginal, con dificultades para su financiamiento, con poca inversión, con insuficiente cobertura por parte de la banca comercial, de desarrollo y con casi nulo acceso al mercado de capitales en México, ha sacado la casta por la economía y ha mostrado cómo una combinación de factores favorables, y el trabajo de agricultores, jornaleros y comerciantes agrícolas, pueden conjugarse para producir una maravillosa historia de éxito.

Lo más importante es que esta historia de éxito no es reciente, sino que forma parte de una tendencia de largo plazo. Hace diez años, en 2010 por ejemplo, la agricultura representaba 1.95 por ciento del PIB, contra 2.26 por ciento que representa diez años después. En el año 2000 su cuota era de apenas 1.88 por ciento. 

Calladita, sin hacer ruido, sin que el resto del PIB lo note, la agricultura mexicana se ha venido convirtiendo en un factor de creciente importancia, y si viéramos su participación dentro de las exportaciones, su rol queda más claro aún, pues las exportaciones agropecuarias representan poco más del 5 por ciento de las totales.

Las gráficas que acompañan a este texto buscan mostrar lo rentable que ha sido en los mercados mundiales, particularmente en los de los Estados Unidos, invertir en activos provenientes del sector agrícola. Ha sido y sigue siendo una muy buena inversión.

¿Por qué los mexicanos no podemos invertir en esta historia de éxito? ¿Por qué no existen en el mercado de capitales local instrumentos que permitan que los inversionistas del país puedan beneficiarse de la rentabilidad, del éxito económico y comercial que la agricultura nacional ha provisto en las últimas dos décadas, y que en esta terrible recesión demostró la excelente alternativa de inversión que ha sido? La respuesta es difícil. O sencilla: por tontos. Porque no hemos sabido armar los instrumentos que permitan a millones de inversionistas capitalizar el éxito de la agricultura nacional. Y no es nada difícil hacerlo.

domingo, 11 de abril de 2021

Adiós A La Recesión: ¿Estamos Listos Para La Recuperación?

La recesión económica ha terminado, en el mundo y en México. En los países desarrollados los colosales incentivos fiscales y monetarios amortiguaron la recesión y están alimentando la recuperación más vigorosa de las últimas cuatro décadas. México, por su geografía y el T-MEC, está condenado a ser tirado por la poderosa recuperación económica de los Estados Unidos, y cuando en junio comiencen a salir las cifras de abril, veremos datos espectaculares. ¿Qué podría detener esta poderosa recuperación? Revisamos aquí algunos de esos factores.

Rumbo al final del verano los Estados Unidos, con un ritmo diario de vacunación cercano a los cuatro millones de dosis, podría estar ya muy cerca de lograr la inmunidad social contra el Covid. De lograrlo, no sería extraño que los eventos masivos y las escuelas se reanudaran en el otoño, y algo parecido a la normalidad prevaleciera ya en el último trimestre del año.

En ese escenario la demanda de los consumidores y de las empresas estadounidenses por bienes y servicios será fortísima, pues ambos incrementaron sus ahorros y recibieron subsidios considerables durante la pandemia, y tantos meses de consumo contenido se conjuntarán para producir una explosión de gasto inusitado en el corto y mediano plazo.

De concretarse esta previsión, Estados Unidos requerirá que su principal socio comercial lo provea de los bienes y servicios que demandará pujante. A México no le quedará opción, será jalado por la poderosa expansión económica estadounidense independientemente del estatus sanitario de su población. China ya no será para Estados Unidos, el socio que era antes de la pandemia, y Canadá es un complemento de México. La expansión estadounidense trasminará hacia México con mucha fuerza.

¿Qué podría arruinar esta fiesta?

El primer factor de riesgo para la recuperación es el factor que nos hundió en la recesión. Si las vacunas funcionan sólo de muy corto plazo, si no son efectivas contra las distintas mutaciones del virus, si no hay suficientes vacunas para cubrir a la mayoría de la población mundial de aquí al año siguiente, si existen secuelas de largo plazo entre los contagiados, etc. Es decir, si no se logra controlar y dominar la pandemia de tal forma que la reapertura económica se mantenga, la poderosa recuperación económica en ciernes podría interrumpirse.

El segundo factor de riesgo, irónicamente, es que a la recuperación se le pase la mano. Que sea tan vigorosa que desate un brote inflacionario que obligue a las autoridades monetarias y fiscales a enfriarla para evitar una escalada de precios fuera de control. Al respecto el debate entre los economistas y los inversionistas es muy interesante: divididos entre quienes apuestan a que la holgura de capacidad instalada es tal que no hay nada que temer al respecto, y los que advierten que la ingente liquidez inyectada disparará a la inflación, estamos sin duda ante la bifurcación inflacionaria más crítica de los últimos cuarenta años.

El tercer factor de riesgo es la ruta de salida de la voluptuosa expansión de liquidez que tuvo que ser inyectada en los países desarrollados para evitar un colapso económico con implicaciones estructurales.

Es decir: ¿cómo se van a pagar las abultadas deudas provocados por los colosales déficits fiscales disparados por el voluptuoso gasto público pandémico? ¿cuándo, cómo y cuánto, subirán las tasas de interés de referencia de los bancos centrales del mundo, luego de que se forzaron a hundirlas a niveles mínimos históricos al inundar de liquidez los mercados financieros?¿cuándo, cómo y cuánto, subirán los impuestos por parte de los gobiernos para poder sufragar los desbordados déficits que tuvieron que incurrir para tratar de que miles de millones de personas nos quedáramos en casa el mayor tiempo posible y amortiguar la propagación de la pandemia?

El regreso a la normalidad social inevitablemente implicará el regresar a la normalidad económica. No es normal que miles de millones de personas vivan encuevadas en sus hogares. No es normal que las tasas de interés nominales sean de cero, que las tasas reales sean negativas. No es normal que en un año los déficits crezcan en quince puntos porcentuales del PIB, no es normal que cientos de millones de personas vivan de subsidios. La normalidad económica debe regresar, y el cómo, el cuándo, y el cuánto, podrían afectar la potencia de la recuperación económica en curso.

Si los bancos centrales suben sus tasas de interés antes de tiempo. Si el alza de impuestos se calibra mal. Si los subsidios se interrumpen antes que el empleo se sostenga por sí solo. Si la liquidez se retira antes que los bancos tengan una cartera de crédito sólida. Si se busca revertir los déficits antes que la demanda agregada se haya recuperado, etcétera. Es decir, si hay una mala calibración en el regreso a la normalidad financiera y fiscal, la recuperación económica podría tropezarse.

Una vez roto el tabú neoclásico de la expansión ilimitada de los déficits y las hojas de balances de los bancos, el arsenal keynesiano fue fácil de aplicar. La voluptuosidad fiscal y monetaria funcionó. Pero todos los economistas están de acuerdo en que esta alfombra de liquidez infinita no puede ser la decoración normal de nuestro hogar.

De todos los riesgos aquí señalados, los más difíciles de gestionar serán el sanitario y el inflacionario. Si no domamos al Covid, o si la inflación se dispara por encima del 2.5 por ciento en los países desarrollados, el escenario base sobre el que se está trazando la estrategia de salida de bancos centrales y gobiernos, podría complicarse muchísimo y descarrillar la euforia post-pandemia.

Hay una certeza: estamos ante la encrucijada económica más peculiar de los últimos cuarenta años. El comportamiento de las tasas de interés, de los balances públicos, de los mercados financieros y de la inflación han probablemente alcanzado límites no vistos en las últimas cuatro décadas. De cómo se resuelva la encrucijada dependerá la suerte de esta que promete ser una de las recuperaciones económicas más potentes de la historia.

domingo, 4 de abril de 2021

El Peor Mercado De Bonos En Cuarenta Años: ¿Corremos?

El mercado de bonos de los Estados Unidos concluyó la semana pasada su peor trimestre de los últimos cuarenta años. La sentencia es menos grave de lo que parece, pero ya que llamamos su atención con esas líneas iniciales, déjennos decirle que tampoco es poca cosa: desde 1980 los precios de los bonos de EEUU, especialmente los de largo plazo, no habían caído tanto en un trimestre como en enero-marzo de este año. Si la caída se detiene aquí quedará como una anécdota, si es el principio de una tendencia: agárrense.

En varias columnas anteriores hemos llamado la atención sobre este tema: los rendimientos de los bonos de distintos plazos en Estados Unidos, en México, y en casi todo el mundo, subieron de manera agresiva en el primer trimestre del año. Y como los precios de los bonos se mueven en dirección inversa a su rendimiento, esta alza de tasas ha significado pérdidas severas para quienes están invertidos en bonos.

El culpable de dichas pérdidas es la inflación, o mejor dicho, el miedo a la inflación. Si bien la evidencia anecdótica en un número creciente de sectores de que costos y precios están elevándose aún no se refleja en los índices de inflación, los inversionistas ya están demandando mayores rendimientos en los bonos para cubrirse de una eventual reflación que erosione el valor de sus activos.

Quienes idolatran a los mercados juran que éstos nunca se equivocan, quienes recelan de ellos, los ignoran y prestan oídos sordos. En realidad, los mercados suelen equivocarse, y con mucha frecuencia, a veces de manera estúpida y trágica. Muchas veces aciertan también. Pero siempre, de manera permanente, nos están diciendo algo, manan toda la noche profecías, son una máquina perpetua de apuestas y albures.

Dichas apuestas, colocadas en la mesa de manera continua por los mercados, son tangibles, tan reales como un precio, y los inversionistas pueden comprar y vender bonos a los precios resultantes de dichos albures. Es más, son tan reales, que como lo demostró la reunión más reciente del Banxico, pueden definir el contorno de las decisiones de política monetaria de los poderosos bancos centrales.

Por eso, si el mercado de bonos acaba de tener el peor trimestre en cuarenta años, vale la pena escucharlo e intentar descifrar qué es lo que tiene que decir.

¿Qué tan malo fue el trimestre? Tomemos al mercado más grande y líquido del mundo, el de los bonos de EEUU (en México en 1980 no existía un mercado comparable al de hoy), como indicador. El precio promedio de los bonos cayó 4.6 por ciento en enero-marzo, su peor desempeño desde la caída de 6.8 por ciento del tercer trimestre de 1980. Los bonos de más de 15 años de plazo cayeron incluso más de 12 por ciento en el trimestre, así que las pérdidas fueron notables entre quienes traen títulos de largo plazo.

La comparativa entre 1980 y 2021 peca de general. En 1980 los mercados venían de una batalla de los bancos centrales por controlar la inflación, y cualquier repunte los asustaba, el dragón inflacionario aún no estaba domado. En 2021 la inflación ha estado ausente por casi cuarenta años, y las tasas están tan bajas, que nadie en 1980 habría siquiera soñado los niveles de rendimiento que gozamos en la economía hoy día.

En realidad, el mal trimestre de los bonos en 2021 es un resultado de su propio éxito: han ganado tanto al colapsarse las tasas, que cualquier evento o recálculo de expectativas inflacionarias restituye los niveles que existían antes de la pandemia Covid.

En 1980 el mercado venía de inflaciones altas y le costaba trabajo creer que estaba bajo control, en 2021 la inflación lleva cuatro décadas muerta y los inversionistas buscan protección contra un posible repunte mínimo.

A juzgar por el comportamiento de otra esquina del mercado, en donde se calcula la inflación “break-even”: la diferencia entre los rendimientos reales (como los de los Udibonos mexicanos, llamados en EEUU, TIPs) y los nominales, las expectativas de inflación a largo plazo no se han movido mucho, y no superan el 2.3 por ciento, así que lo que estamos viendo podría ser un ajuste de expectativas de inflación en el corto plazo y no una tendencia que revierta una tendencia de cuatro décadas.

Por lo pronto, sin embargo, el mercado de bonos parece estar poniéndole un piso a las tasas globales, de EEUU, del Banxico, de todas partes, y los bancos centrales deberán de hacer una pausa en su ruta de expansiva liquidez que los ha caracterizado en años recientes.

viernes, 2 de abril de 2021

Poemas Para Beber En El Starbucks: La Herejía de Placencia "Así Te ves Mejor, Crucificado"

En el principio era el verbo, y sin duda, en el génesis la poesía fue el vehículo mediante el cual la divinidad y los humanos nos comunicábamos. La poesía religiosa es tan antigua como la poesía misma. Cantar al misterio de la creación y lo desconocido ha sido desde siempre un objetivo de la poesía. Todas las religiones del mundo cantan al misterio de la divinidad en versos, y nuestra tradición, católica, ha dado grandes ejemplos de poetas místicos, forjando versos para el canto de Dios y del Cristo.
San Juan de la Cruz es un ejemplo de poeta místico, casi toda su poesía es religiosa, celebración del misterio y la liturgia. Santa Teresa de Ávila es una poetisa en el mismo orden que su colega español. Pero poetas seglares, como Quevedo, como Lope, y tan recientes como Machado, tienen poemas religiosos que celebran la vida de Jesús y sus milagros.
Dentro de esa tradición existe un subgénero adecuado a estos días: la de los poemas que piden ayuda para desclavar al Cristo de la cruz de su crucifixión. El más famoso en nuestros días es justo el de Machado, "La Saeta":

¡Oh, la saeta, el cantar
al Cristo de los gitanos,
siempre con sangre en las manos,
siempre por desenclavar!
¡Cantar del pueblo andaluz,
que todas las primaveras
anda pidiendo escaleras
para subir a la cruz!
¡Cantar de la tierra mía,
que echa flores
al Jesús de la agonía,
y es la fe de mis mayores!
¡Oh, no eres tú mi cantar!
¡No puedo cantar, ni quiero
a ese Jesús del madero,
sino al que anduvo en el mar!

El giro de Machado es liberador: no canta al Cristo del sufrimiento, sino al de la felicidad. Intentando trascender el discurso sacrificial del catolicismo, el chantaje de ese Cristo que sufrió y murió por nosotros, Machado antepone el Cristo de la felicidad y de la plenitud. Pero el poema sigue inserto en el subgénero de esa tradición centenaria de cantos que piden desclavar al Cristo de su martirio.

Por lo anterior, el poeta y sacerdote mexicano Alfredo R Placencia es alguien absolutamente inusitado y asombroso. Rompiendo con siglos de tradición piadosa que imploran deponer al cuerpo ultrajado del Salvador del Hombre de su sangrante tortura, Placencia exige lo contrario: que lo dejen clavado en la cruz, que allí se quede.

Ciego Dios

Así te ves mejor, crucificado.
Bien quisieras herir, pero no puedes.
Quien acertó a ponerte en ese estado
no hizo cosa mejor. Que así te quedes.

Dices que quien tal hizo estaba ciego.
No lo digas; eso es un desatino.
¿Cómo es que dio con el camino luego,
si los ciegos no dan con el camino?...

Convén mejor en que ni ciego era,
ni fue la causa de tu afrenta suya.
¡Qué maldad, ni qué error, ni qué ceguera!
Tu amor lo quiso y la ceguera es tuya.

¡Cuánto tiempo hace ya, Ciego adorado,
que me llamas, y corro y nunca llego!...
Si es tan sólo el amor quien te ha cegado,
ciégueme a mí también, quiero estar ciego.

Los asombrosos cuartetos del sacerdote Placencia son una herejía, parecen celebrar el martirio de Cristo, pero el último cuarteto regresa el poema a la tradición sacrificial católica: el poeta/sacerdote quiere dejarlo allí en la cruz, pero para acompañarlo en su tormento y su ceguera.

No nada más "Ciego Dios", sino la vida del sacerdote/poeta Alfredo R Placencia y su obra son algo extraordinario, apartadas de toda escuela y tradición. Carlos Monsivais y José Emilio Pacheco abrieron con él su legendaria "Antología de la Poesía Mexicana del Siglo XX" de 1966, y revelaron a los lectores a un poeta muy poco conocido, alejado de los círculos intelectuales de la capital del país, y ajeno a la discusión literaria.

Para aquellos interesados en saber más de este poeta, les dejo aquí una nota escrita por Gabriel Zaid que ilustra y revela detalles biográficos del autor de este poema, uno de los mejores dentro de la tradición religiosa del castellano, muy adecuado para estos días pascuales.