domingo, 30 de mayo de 2021

La Nueva Infraestructura: Al Infinito Y Más Allá

La infraestructura, tal y como la conocíamos hasta hace poco, ha cambiado y cambiará de manera acelerada en los próximos años. La infraestructura necesaria para el crecimiento futuro necesitará más carretera de datos que de vehículos; buscará remediar los daños ambientales hechos por el consumo masivo de nuestras sociedades; y comenzará a buscar la explotación y poblamiento de los mundos fuera del nuestro. Pero de corto plazo la infraestructura clásica de caminos, puentes, presas y suministro de agua, puertos y aeropuertos seguirá siendo necesaria.

La etimología es clara: la infraestructura es la estructura que está debajo de todo lo que hacemos. Para construir nuestras casas y ciudades necesitamos drenaje, agua potable y calles. La agricultura, para cultivar lo que comemos, necesita presas y distritos de riego. Para trabajar y viajar necesitamos caminos, aeropuertos, túneles y puentes. Para enviarnos WhatsApp, y yo poder enviar mi columna a Excelsior y que ustedes puedan leerla, se necesitan miles de kilómetros de cable submarino, de conexiones inalámbricas, de switches, servidores y conexiones. La infraestructura es lo que sostiene la producción, la distribución y el consumo, es la columna vertebral de las economías modernas.

Esa infraestructura clásica seguirá siendo necesaria y comandará el grueso de los presupuestos de inversión en el futuro cercano, pero nuevos sectores de infraestructura crecerán en importancia en las próximas décadas, y los economistas y financieros deberán de encontrar las soluciones para apoyar los desarrollos que los ingenieros y sus tecnologías están requiriendo.

Un ejemplo de lo anterior son las tecnologías limpias, qué básicamente buscan corregir los daños causados por la infraestructura clásica y nuestro modelo actual de producción y consumo, los cuales están dañando el medio ambiente hasta el punto de que la vida misma en la tierra, la humana incluso, está en riesgo de perderse.

Los pesticidas generados por la industria química fueron exitosos en acabar con las plagas y multiplicar los rendimientos agrícolas, pero devastaron los suelos. Los biólogos actuales están desarrollando el control biológico de plagas, criando y usando bichos que se alimentan de las plagas. Es alta tecnología para usar a la naturaleza para que la naturaleza produzca para la sociedad. La infraestructura necesaria para que este tipo de ejemplos se multiplique apenas está en sus etapas iniciales, y demandará capital y crédito 

Cada que celebramos un punto de crecimiento adicional del PIB, millones de toneladas adicionales de basura se acumulan en nuestras ciudades, y gastamos billones en recolectar los desechos, y confinar los residuos, mientras los rellenos sanitarios añaden decenas de metros de altura adicionales a sus cordilleras de basura. La basura en los rellenos se descompone, generando metano y perforando la capa de ozono, calentando al planeta y contaminando los mantos freáticos que nos dan de beber con la filtración de los venenosos lixiviados 

Las tecnologías limpias convierten el ponzoñoso metano en electricidad para el alumbrado público de las ciudades; convierten la basura en biocombustible que reduce el carbono, evitando que se fugue a la atmósfera, y puede servir para propulsar a los aviones, que emiten cerca del 3-5 por ciento de los gases de efecto invernadero del planeta, y que no son susceptibles de la disrupción del motor eléctrico debido a su enorme peso y las vastas distancias que deben atravesar.

El estrafalario billonario, Elon Musk, y su rival, Jeff Bezos, el dueño de Amazon, están construyendo la infraestructura para explotar y quizá colonizar, la luna y marte. La infraestructura requerida para tales proezas será descomunal, y se necesitará capital y créditos, además de subsidios gubernamentales para lograrlo.

Ya sea verde, limpia, de datos o interestelar, la necesidad es la misma: infraestructura. Y se requiere lo mismo: capital, créditos, subvenciones públicas, ingenieros y financieros que sepan concretar los proyectos. Pero el efecto será el mismo que el de la infraestructura clásica: potenciar el crecimiento de las economías involucradas, dándoles soporte para su desarrollo en el largo y muy largo plazo.

sábado, 22 de mayo de 2021

La Economía Verde: Producir Naturaleza

Uno de los costos del crecimiento económico es la destrucción de la naturaleza. Nos hemos hecho conscientes de esta verdad evidente hasta el punto en que las oficinas estadísticas nacionales computan ya una medida de PIB ajustadas por el costo ambiental, y de manera creciente, los bancos centrales del mundo adoptan directrices que consideran la opción de mínimo daño ambiental en sus políticas. Y sin embargo, el deterioro de la naturaleza continúa, la pérdida de la biodiversidad se acelera y muchos temen que el planeta esté cerca de un punto de no retorno.

La óptica tradicional considera al crecimiento y al deterioro ambiental como un juego de suma cero. Es decir, lo que ganamos en crecimiento lo perdemos en dotación de recursos naturales. Si queremos proteger a la naturaleza, debemos de renunciar a más crecimiento económico. Ambos objetivos son mutuamente excluyentes. Debemos de elegir.

Pero ¿Sería posible un crecimiento económico que enriquezca a la naturaleza? ¿Es concebible que la dotación de recursos naturales y la economía crezcan al mismo tiempo? Es decir: ¿puede el crecimiento económico incrementar los activos naturales del planeta?

Si el crecimiento pudiera crecer la naturaleza al tiempo que crece la riqueza económica, estaríamos en un círculo virtuoso que garantizaría el futuro de nuestras sociedades y el planeta en el largo plazo. Lo interesante es que tal virtuosismo ocurre ya. Hay múltiples ejemplos y no sería demasiado difícil ingeniar una estrategia que nos pusiera en dicha senda. Pero como su implementación sería muy costosa para muchos grupos de interés, lo difícil será ponerlo en práctica si no se cuenta con el apoyo de una política pública global.

Uno de los primeros economistas de la historia, el francés Jean Baptiste Colbert fue también quien plantó el primer roble en la región con Troncait en 1670. Este dato ilustra el potencial que la economía tiene para diseñar esquemas que nos permitan generar una relación directa entre crecimiento y recursos naturales.

Los robles franceses siguen siendo aún hoy, el insumo preferido para añejar el vino. Y mientras el consumo del vino se ha multiplicado de forma incalculable del siglo XVII a la fecha, la superficie de bosques de roble franceses se ha duplicado de entonces a nuestros días.

Los productores de vinos franceses supieron, desde hace cuatro siglos, que su éxito dependía de la salud y extensión de sus bosques de robles, y en vez de pagar cero en el corto plazo y acabarse los bosques (como está ocurriendo con la Amazonia), el Estado francés y los productores se embarcaron en una visión, que incluye el manejo de los robles en un horizonte de 180 años, que ha permitido la sintonía entre el crecimiento de la riqueza económica y de la riqueza natural.

El ejemplo de los bosques franceses no está exento de críticas, pero el saldo final es claramente favorable. Es posible que la naturaleza y la riqueza económica crezcan al mismo tiempo.

Algunos recursos, los renovables en particular, se prestan a dicha estrategia: los bosques, las reservas de agua, los suelos, la biodiversidad dentro de un límite, son susceptibles a un modelo en donde crezcan a la par que la economía. Los recursos no renovables son distintos, por definición su consumo implica su eliminación, y es inviable generar más cobre, plata o petróleo al tiempo que se consume.

Pero incluso entre esos recursos, que son no renovables en principio, las tecnologías limpias han avanzado hasta el punto en que, soluciones inimaginables hace apenas pocos años están ya disponibles.

Es posible ya capturar el dióxido de carbono de la atmósfera e inyectarlo al subsuelo, en las cavernas petroleras, y reponer, así sea de manera imperfecta, el ciclo del carbono, y el mecanismo de créditos de carbono que algunos gobiernos ya ofrecen, hacen que tal proceso sea rentable y lucrativo.

Para que la economía verde avance, antes de ser verde, primero tiene que ser economía. El incentivo económico es muy poderoso y pueden convencernos de que nos conviene más crecer a la naturaleza, que destruirla. Debemos imaginar cómo reproducir muchas experiencias exitosas (en Oaxaca, la sustentabilidad de las hormigas chicatanas es también un pequeño ejemplo) a nivel global.

domingo, 9 de mayo de 2021

Moneda Y Poder: Pancho Villa Y La Bitcoin

Cuando Pancho Villa se rebela contra el asesino de Francisco I Madero, Victoriano Huerta, aquél acuña en Cuencamé, Durango, un peso de plata que en el reverso ostentaba la leyenda “Muera Huerta”. Sabedor de la importancia que la moneda tiene para el poder del Estado, el dictador intentó desaparecer aquella moneda maldita. Sin moneda sólo queda anarquía. Un Estado es tan fuerte como lo es su moneda, y viceversa. Por ello en algún momento, más temprano que tarde, los Estados tendrán que hacer algo para regular la proliferación de cripto monedas, como el Bitcoin y la estrafalaria Dogecoin.

La astucia militar y política de Pancho Villa acabaron con el régimen porfirista, derrotando al dictador. La acuñación de aquella moneda, conocida ahora como la “Muera Huerta”, fue una genialidad del General de la División del Norte. Emitir una moneda exaltando la muerte del asesino de Madero fue una de las formas de erosionar el poder de la dictadura huertista.

Mi abuelo Abraham era un numismático, y tenía tres “Muera Huertas” auténticas. Él me contó en su casa de Monclova, Coahuila, la historia de esa moneda, la cual es muy útil para reflexionar sobre el futuro de las cripto monedas, que tan de moda están últimamente.

La moneda es el medio de intercambio entre los agentes económicos, y desde la desaparición del trueque como medio de intercambio, es el representante del poder: los reyes o príncipes, los emperadores, los presidentes, los bancos centrales, quienes emiten y regulan la moneda y su circulación.

Durante la revolución mexicana, cuando el poder porfirista se derrumba, y los grandes generales peleaban entre sí para determinar quién se hacía con el poder del Estado mexicano, era común que cada general emitiera monedas en el territorio que gobernaba, desintermediando al Estado nacional.

Es solo hasta que Venustiana Carranza y los generales sonorenses derrotan a Villa y a Zapata que el poder nacional se consolida, y desaparecen así las monedas y billetes acuñados localmente.

La “Muera Huerta” acabó convirtiéndose en una rareza numismática (es la única moneda en el mundo que proclama la muerte de un jefe de Estado), y los coleccionistas actuales pagan una pequeña fortuna por una moneda auténtica.

Las cripto monedas no son muy distintas de aquella cacofonía que predominaba en la revolución mexicana. Cualquier persona puede emitir cripto monedas si genera un algoritmo aceptado por el mercado y tiene la suerte de convertirse en una de las modas que eclosionan de manera regular en Wall Street estos días.

Así como la “Muera Huerta”, Bitcoin y sus semejantes surgieron en un momento peculiar en donde el Estado ha relajado sus controles. En el caso de las cripto, la serie de crisis económicas en 2000, 2008-2009 y 2020, resueltas por los bancos centrales con un torrente voluptuoso de liquidez, ha hecho que el dinero sea tan abundante, que como decía José Alfredo Jimenez: “tengo dinero en el mundo/dinero maldito, que nada vale”.

Si a tasa de interés es cero, o negativa, el dinero no vale, es más pierde valor. Esta inundación de liquidez ha provocado que muchos inversionistas busquen protección en otros activos.

Típicamente el oro y los metales preciosos habían sido los refugios durante las expansiones de la liquidez, pero grupos de programadores idearon algoritmos encriptados tan seguros que concibieron un signo, una clave electrónica única e infalsificable (hasta ahora), y la convirtieron en una moneda virtual para servir como medio de intercambio y refugio de valor, funciones reservadas hasta hoy a las monedas soberanas.

A pesar de su explosivo crecimiento, los cripto monedas funcionan aún en la marginalidad. La mayoría de ellas sirven para realizar intercambios de servicios en internet, aunque Elon Musk, el controversial billonario dueño de la automotriz Tesla, ya acepta Bitcoin como medio de pago para sus autos, y es posible que conforme más empresas y personas las acepten, las cripto monedas extiendan su condición de medio de pago.

Este escenario no puede ser permitido por el poder financiero de los Estados modernos: los bancos centrales. Las cripto no pueden desplazar a las monedas soberanas. No pueden permitir que cualquiera programador sea capaz, como aquellos generales mexicanos de la revolución, de emitir dinero para crear sus propios dominios. Si los bancos centrales no hacen algo, pronto veremos a Elon Musk emitir su cripto “Muera Huerta” dirigida contra la Fed.

Si las cripto monedas siguen creciendo, poniendo sus reglas, y avasallando a las monedas soberanas como medio de pago de la economía moderna, los bancos centrales acabarán siendo unos cascarones inútiles incapaces de implementar políticas públicas. La creación de dinero es una potestad del soberano, del rey y señor, del poder. Consentir que cualquier programador cree su moneda es aceptar la anarquía monetaria y claudicar el poder regulador de los bancos centrales.

Si lo atractivo de las cripto monedas es el mecanismo que las crea, llamado blockchain, que permite la generación de monedas virtuales infalsificables, algunos economistas y medios financieros proponen que entonces lo que debe ocurrir es que los bancos centrales sustituyan sus monedas soberanas por criptos, y centralicen ellos la facultad de acuñarlas, tal y como ocurrió cuando la Constitución de 1917 le dio ese poder al Banxico.

Conforme las cripto monedas dejen de ser económicamente marginales, y se expandan más allá del frenesí especulativo que son ahora y comiencen a erosionar la oferta monetaria de los bancos centrales, la necesidad de regularlos y recuperar la capacidad de acuñar moneda crecerá. Quizá la tecnología acabe imponiéndose, quizá en el futuro las monedas soberanas serán emitidas a través del blockchain, pero serán controladas por los bancos centrales. O así debería de ser, si no tendremos una proliferación de “Muera Huerta”.

domingo, 2 de mayo de 2021

Sor Juana Inés O Las Trampas De La Fed

A la Fed hay que recordarle el dictum de Sor Juana: “sois la ocasión de lo mismo que culpáis”. Si la salida de la crisis se está complicando, en buena parte es por su culpa. Cuando se escriba la historia económica de estos años, una fecha seguramente destacará, marcando un hito en la política económica del mundo. A partir de esa fecha las bolsas de valores del mundo saben que pueden tomar riesgos casi sin límite, pues en caso de que el riesgo se materialice y los precios se derrumben, la Fed, y los bancos centrales del mundo vendrán al rescate inyectando la liquidez necesaria para inflar de nuevos el precio de los activos y evitar una depresión económica.

En 1997, cuando las monedas de una serie de países asiáticos sufrieron devaluaciones simultáneas y dramáticas, y de nuevo en 1998, cuando Rusia declaró moratoria de sus bonos, el efecto sobre las finanzas mundiales fue tan severo que amenazaba con descarrilar el potente ciclo de expansión y bienestar económico en curso. Con el fin de amortiguar ese efecto, la Fed interrumpió su racha de alzas de tasas de interés y las redujo de manera expedita para reestablecer la liquidez que se había secado de repente ante el miedo de los inversionistas.

Esta táctica de la Fed se convirtió en estrategia. Pasó de una acción extraordinaria, a un modus operandi. Y los mercados aprendieron, al punto que la Fed no puede acusar a los mercados sin razón, pues efectivamente: “sois la ocasión de lo mismo que culpáis”. (Perdón a Octavio Paz por parafrasear el hermoso título de su libro).

Este rescate de la Fed a las bolsas, bajando tasas e inyectando liquidez se repitió durante el crack financiero de 2000, cuando el Nasdaq se colapsó, se acentuó de nuevo en 2008-2009 cuando la crisis inmobiliaria tronó a los bancos del mundo y disparó una crisis financiera que produjo la peor crisis económica de las últimas siete décadas: hasta que llegó el covid.

Tras la debacle financiero de 2008-2009 los mercados financieros se recuperaron de manera dramática, alimentadas por las carretadas de liquidez de los bancos centrales. Su marcha imparable fue solamente detenida por un evento extra-económico, ajeno a las decisiones financieras de los inversionistas: un virus letal que obligó al confinamiento de todo el mundo y al cierre de la economía.

Lo importante es que ya sea por motivos extra-económicos, o por las apuestas irresponsables de los participantes de la economía, la respuesta de los bancos centrales antes el derrumbe de las bolsas de valores ha sido el mismo: talar las tasas de interés hasta que caigan al suelo, y abrir las puertas de la liquidez ilimitada. 

El resultado de ese patrón de política monetaria y fiscal es esperable: los inversionistas ya no piensan en qué puede pasar si invierten en empresas o proyectos riesgosos, serán rescatados por los bancos centrales o por subsidios públicos. Tal comportamiento es lógico y racional: sería ilógico e irracional no hacerlo. Entre más riesgo toman mayor es la ganancia potencial, si la política monetaria y fiscal absorben el riesgo al rescatar al mercado una y otra vez, sería hasta irresponsable no tomar la apuesta, pues lo único que queda es la ganancia potencial.

Los economistas llaman a este tirar paro de la Reserva Federal el “put de la Fed”, y destacan cómo ese patrón induce lo que se conoce como “riesgo moral”, el incentivar conductas irresponsables a partir del patrón observable de las políticas públicas. En este caso, la Fed y los gobiernos están promoviendo una toma de riesgo mayor por parte de los individuos pues ellos saben que serán rescatados, en caso que su apuesta salga mal.

Pero existe una razón por la cual este patrón ha funcionado: porque en las últimas cuatro décadas la inflación ha estado bajo control, incluso al extremo de la deflación.

Como la misión más importante de los bancos centrales es mantener la inflación bajo control, la estabilidad de precios le ha permitido a los bancos centrales darse la licencia de incentivar el riesgo en los mercados sin mayores consecuencias. Por lo anterior, y con mucho, el riesgo de que la inflación regrese a las economías del mundo, es el más importante en la agenda económica.