domingo, 30 de enero de 2022

Borges O Wall Street: ¿Quién Es El Dueño De La Luna?

Recuerdo un verso de Borges: “hay tanta soledad en ese oro”, en un poema que ofrendaba la Luna a su enamorada, María Kodama. ¿Qué pensaría Borges del hecho de que estamos muy cerca de que Wall Street esté a muy poca distancia de acabar con esa soledad lunar para extraer el oro de su subsuelo? La distancia insalvable de la Luna hizo durante toda la historia reciente de la humanidad que Selene fuera sólo apropiada por cantos y versos. Pero eso está a punto de cambiar para siempre.

Abundan las críticas al hecho de que el estrafalario billonario Elon Musk, el visionario dueño de Tesla y de Space X, está privatizando el espacio. Que la NASA financie con dineros públicos la conquista comercial del espacio para la explotación privada es por supuesto escandaloso. Pero no es nada distinto de la empresa de Colón financiada por las joyas de Isabel la Católica.

A Borges le gustaba mucho el argumento: una misma cosa se repite a lo largo de la historia bajo formas distintas. En un ensayo se atreve a afirmar que dos compadritos que se enfrentan mortalmente en una trifulca en un arrabal de Buenos Aires, uno de ellos el padre putativo de su asesino, en realidad están repitiendo el asesinato del César en el senado romano, pero que en vez de exclamar el célebre “tu quoque, Brutus”, alcanza a gritar: “¡Pero Ché!”.

El gran economista turco, Dani Rodick cuenta de manera ejemplar en su libro sobre el proceso de globalización, cómo los países europeos acabaron colonizando el mundo a pesar de estar financieramente quebrados por siglos de guerras, hambrunas y plagas: extendiendo cartas de derechos a aventureros y exploradores privados que explotaban y saqueaban los nuevos territorios a nombre de las coronas del viejo continente. Así ocurrió en un inicio en México, en donde la conquista del imperio Azteca fue sobre todo una empresa comercial del aventurero Hernán Cortés. Así ocurrió con Canadá y la India, y con la Indochina francesa, y con Indonesia, en donde la verdadera autoridad fue, más que la corona neerlandesa, la Compañía Holandesa de las Indias Orientales.

Que fondos públicos, de la NASA y otras agencias, estén financiando a empresas privadas para la exploración, población y explotación comercial de la Luna, y Marte y quizá algunas otras instancias del espacio, como asteroides, no es nada nuevo. Es una de las formas, la más común, con que se conquistaron y explotaron los nuevos territorios para los países europeos.

Lo anterior no quiere decir que es el modelo correcto a seguir. La Luna y Marte y sus recursos ¿le pertenecen a la especie humana o a la empresa que logre llegar primero y poblarla y explotarla? El espacio ¿debe de ser explotado en beneficio de empresas privadas, o debe de ser aprovechada por el empresario que arriesgo su vida y fortuna en la proeza?

Virgin Galactic, Space X y Blue Origin son las tres empresas privadas que llevan la delantera en la conquista comercial de la luna y marte. El momento en que existan explotaciones mineras en esos lugares no está lejano y quizá la actual generación logre prescenciarlo. Las ganancias que esas empresas tendrán de lograrlo serán equiparables, aunque en una mucho mayor escala, a los fabulosos potosís de la conquista de América.

El único contrapeso a esas empresas, propieda de los billonarios Richard Branson, Elon Musk y Jeff Bezos respectivamente, son los exitosos esfuerzos del gobierno chino por hacer viable la explotación comercial de la luna, así que será interesante ver la carrera entre ambos modelos. Pero una discusión adicional se impone.

La conquista del imperio azteca no enriqueció a las masas paupérrimas del pueblo español, así como el vasto imperio británico no sacó del hambre a las masas de pobres ingleses que tuvieron que migrar del campo a las nacientes ciudades industriales. Las grandes conquistas territoriales de los siglos XVI-XIX enriquecieron a las aristocracias y a las burguesías dueñas de las empresas que explotaron los territorios conquistados, dando origen a una desproporcionada desigualdad en riqueza e ingresos con impacto hasta nuestros días.

Los mercados financieros, dadas las valuaciones de las compañias mecionadas, que cotizan en bolsa, asignan una alta probabilidad a que en un plazo relativamente corto, la luna y otros cuerpos celestes puedan convertirse en ganancias colosales para sus inversionistas.

Y como es costumbre, los maercados van más rápido que la regulación y que el derecho público. ¿Quién o quiénes discutirán y decidirán quienes se reparten el gran negocio de la explotación lunar? La especie humana, para quien la luna es materia de canto y poesía ¿tendrá voz y voto al decidir su reparto y el de sus beneficios?

domingo, 23 de enero de 2022

El Triste Bitcoin Y La Chancla Voladora De La Fed

En esta columna no somos fans de Bitcoin y su corte de criptomonedas. De manera intermitente hemos dedicado algunos comentarios a la estrafalaria moda de este mercado alcista y espumeante de comprar esa cosa que quiere ser dinero, pero valer como si fuera algo mejor que el oro puro. Hemos insistido en que ese raro activo creado por programadores difícilmente soportaría la prueba del ácido de todo activo financiero: el alza en las tasas de interés. Como parece estar siendo el caso ahora que la Fed le ha enseñado a todos la chancla voladora.

El Banco Central de Estados Unidos, la Fed, tiene un arma poderosa que las mamás mexicanas conocen muy bien: la chancla voladora. Todos los que fuimos niños en México conocemos la estrategia. Bastaba que nuestras madres nos enseñaran la chancla para que dejáramos de hacer travesuras y portarnos bien. La mayoría de las veces no era necesario que la chancla entrara en acción. Basta ver a nuestras madres blandiendo al aire la temible chancla para que nos portáramos como angelitos.

Para que la chancla voladora funcione debe de cumplirse una condición muy importante de acuerdo con la teoría de juegos: debe de existir lo que los economistas llaman una “amenaza creíble”. Y nuestras madres y la Fed son expertas en ello. Nosotros de niños sabíamos que, si aún después de mostrarnos la blandiente chancla seguíamos haciendo desmanes, lo que seguía era la chancla en acción, y quizá acompañada de cinturones y catorrazos. La amenaza creíble del chanclazo hacía que bastara mostrar la chancla al aire para que nuestras madres lograran su objetivo de pacificar la casa.

La Fed no ha subido ni una centésima sus tasas de interés. Nada más le ha enseñado al mercado la chancla voladora, declarando que las tasas subirán en el corto plazo. Y eso ha bastado para que las zonas más descocadas del mercado comiencen a portarse con recato y lucidez, abandonando el desenfreno y la exuberancia con la que se habían comportado estos meses y años en que la Fed se portó como mamá permisiva que dejaba hacer y dejaba pasar los excesos de los niños en la casa.

El problema es que en medio de la fiesta los invitados rompieron el florero que más le gustaba a mamá: el que guardaba a la inflación, y ahora la inflación anda desbocada por toda la casa causando destrozos y la mamá eso no lo puede permitir. La Fed ha dejado claro que retirará su colosal estímulo monetario y subirá más pronto y más fuerte las tasas de interés de lo que se pensaba originalmente. La Fed ha enseñado la chancla voladora.

Y simplemente con enseñar la chancla, la Fed ha causado ya notables turbulencias en aquellos mercados en donde las valuaciones son muy sensibles a las tasas de interés, como por ejemplo el Nasdaq, y las criptomonedas.

El Nasdaq está conformado mayoritariamente por empresas tecnológicas cuyo modelo de negocios consiste en obtener en el corto y mediano plazo la mayor cuota de mercado posible, por lo que todos sus ingresos se reinvierten y sólo se espera que repartan dividendos en el largo plazo.

Como los flujos del Nasdaq están distantes en el futuro, al subir la tasa de interés, los flujos descontados sufren un efecto muy significativo y la valuación de sus acciones lo resienten. Simplemente con la amenaza de la chancla el Nasdaq ya ha perdido cerca de 12 por ciento respecto de su nivel máximo, ubicándolo en lo que popularmente se conoce como un mercado en corrección.

Pero activos como Bitcoin y su corte de criptomonedas tienen una severa desventaja en un entorno de tasas al alza. Bitcoin quiere competir con el dinero, y mientras el dinero rendía cero por ciento, era fácil ganarle. Pero las tasas al alza significan que el dinero va a rendir en el futuro, quizá veamos una tasa de 2 por ciento en los próximos 24 meses, y contra eso va a ser difícil que Bitcoin compita.

Bitoin ha perdido ya casi 47 por ciento desde que registró su máximo hace tres meses, convirtiendo a la otrora estrella de los especuladores en una de las víctimas más visibles de la chancla voladora de la Fed. La perspectiva de que su rival, el dinero, rinda más, ha sido muy difícil de digerir para Bitcoin y sus amigas, quienes no tienen mucho que ofrecer a los inversionistas en un contexto de tasas al alza, y se enfrentan ante un desplome desolador para aquellos que tuvieron la mala suerte de comprar criptomonedas en la cúspide.

sábado, 15 de enero de 2022

La Inflación Y El Gato De Schrödinger

Así como un famoso gato puede estar vivo y muerto al mismo tiempo, la inflación puede ser temporal o duradera al mismo tiempo. Lo responsable sería reconocer que estamos ante una coyuntura inédita en las últimas cuatro décadas, y que existen condiciones para que el actual rebote inflacionario, que debería de ser temporal, pueda convertirse en duradero. La incertidumbre acusada de estas fechas obliga a que sea la probabilidad la que guíe los pasos de la política pública. Ante tanta volatilidad, lo más importante cuando se toma una decisión es estar consiente de la posibilidad de haberse equivocado.

Nuestro cerebro está acostumbrado a la dicotomía: buenos o malos; día o noche; Real Madrid o Barcelona; Izquierda o Derecha; temporal o duradero. Cuando los jóvenes físicos del segundo cuarto del siglo XX pergeñaban los conceptos fundamentales de lo que hoy conocemos como la física cuántica se encontraron con que la única explicación posible para explicar lo que pasaba a nivel subatómico es que las partículas pudieran estar en más de un lugar a la vez, fenómeno que hoy conocemos como “superposición cuántica”, idea que Einstein repelía por ser contra intuitiva.

Erwin Schrödinger intentó ilustrar esa característica inaprensible del mundo cuántico con un ejemplo que es hoy un icono de la cultura popular: un gato encerrado en una caja en donde un mecanismo cuántico activa o no, un matraz con veneno. Dado que las partículas subatómicas pueden estar en dos estados simultáneamente, el Gato de Schrödinger está vivo y muerto al mismo tiempo, y sólo conoceremos su estado hasta que el mecanismo cuántico sea fijado por la observación.

Algo similar pasa con la inflación. La discusión más importante es saber si esta será temporal, en cuyo caso la política monetaria quizá deba actuar de manera gradual y contenida; o si es duradera y la política monetaria debe incluso ser más agresiva de lo que ha sido hasta ahora. El problema es que la respuesta depende de algo tan aleatorio que se asemeja mucho al Gato de Schrödinger.

La noción que los economistas usan para explicar el rebrote inflacionario es “la cadena de suministro”, pero en realidad lo que eso significa es: China.

La globalización ha sido la fuerza que durante las últimas décadas ha mantenido la inflación extremadamente baja. Y en términos simples lo que la globalización significa es una cadena de suministros extremadamente eficiente capaz de producir cada vez más, mejor y a menor costo. Y el secreto del éxito de dicha cadena ha sido sin duda la inclusión de China en la OMC y la enorme eficiencia de su producción y logística.

Pero la pandemia Covid trastocó la globalización de distintas maneras: cerró a China al resto del mundo en la primera etapa; disparó una acrimonia entre ese país y su principal cliente, los Estados Unidos, que se tradujo en aranceles, cuotas, y en una ruptura de la relación comercial/económica primordial de la globalización; y dada la política de cero Covid adoptada por China, la cadena de suministros sufre la intermitencia dictada por los aleatorios brotes pandémicos en su territorio.

El comercio internacional, la cadena de suministros, han pasado de ser un flujo complejísimo pero suave y predecible, a ser un sistema aún más complejo, pero ahora aderezado con brotes pandémicos impredecibles en China que cierran fábricas, puertos y comercio; con el suicidio económico del centro financiero de Europa, el Reino Unido, que altera la logística en el viejo continente; con crisis en componentes claves del proceso global de producción, notablemente los semiconductores, pero también en otros insumos clave.

Dado el contexto anterior de disrupción del proceso global de producción, la probabilidad de que una serie de factores similares a la que llevó a la inflación actual a niveles máximos de cuarenta años se conjugue para convertir al actual repunte inflacionario en algo duradero no debe de descartarse.

Si revisamos por ejemplo los textos de Paul Krugman los últimos dos años, es ejemplar como un economista tan avezado fue sorprendido por el rebrote inflacionario. No lo vio venir, o no quiso verlo venir. Los bancos centrales fueron sorprendidos por el rebote inflacionario, que no les pase lo mismo en caso de que el rebote no sea temporal. Que no los agarren como al Gato de Schrödinger.

domingo, 9 de enero de 2022

Ante La Batería, Hay Que Ponerse Las Pilas

El cambio tecnológico y el éxito corporativo suelen ser caprichosos. Es fama, por ejemplo, que las grandes ganadoras de la fiebre del oro en California de mediados del siglo XIX fueron, mas que los gambusinos que encontraban el metal, la empresa que los vistió con una innovación radical: el pantalón de mezclilla, y la empresa que transportaba el oro de California a Nueva York en sus carretas. Hoy conocemos a esas empresas como Levi Strauss, y American Express. 

La empresa que inició la revolución digital, IBM, trayendo al mercado la trascendente innovación que ha sido la computadora personal, es hoy una jugadora de segundo orden en el mercado tecnológico, en donde las ganadoras son las empresas que producen los contenidos que son consumidos en el invento de IBM. No fue el hardware, sino el software y sus contenidos lo que más valor ha producido en la era digital, de allí que Facebook, Google, Netflix, superen con mucho el valor de mercado del líder innovador, IBM.

Algo similar ocurrirá probablemente con el mercado de autos eléctricos, en donde Tesla, la gran innovadora, capaz de dislocar una industria centenaria mediante una innovación disruptiva deberá en los próximos meses y años enfrentar la competencia de los colosos de la industria automotriz, quienes, tras negarse durante años a aceptar que los autos que producen, con motor de combustión interna, desaparecerán en el muy corto plazo, están dando un giro a sus esfuerzos y moviéndose a la producción de autos eléctricos muy rápidamente.

Será interesantísimo ver si a Tesla sufre o no del síndrome del innovador. El de ser el primer disruptor de una industria pero que es incapaz de mantener el liderazgo ante la presión de competidores más eficientes que se cuelgan de lo aprendido por el innovador sin pagar los costos que éste tuvo que pagar. Apple estuvo más de una década en ese escenario, y estuvo a punto de desaparecer, pero el enorme talento de su fundador, Steve Jobs, la hizo renacer prácticamente de sus tempranas cenizas y la convirtió en el coloso que hoy es.

Muchos vaticinan que la ganadora de la migración de la enorme industria del auto hacia la movilidad eléctrica no será alguna de las grandes automotrices, sino quien resuelva la gran limitante para que el auto eléctrico sea capaz de desbancar al de gasolina: la batería.

La batería ha sido desde el inicio de la generación industrial de electricidad, la gran limitante. El artefacto capaz de almacenar la energía para cuando sea necesaria consumirla, y poder desfasar el ciclo de producción del de consumo, como es el caso de los bienes durables, ha sido de siempre el reto para el sector.

Si un Tesla fuera ya capaz de ir y volver de México a Acapulco sin recargar la batería, la empresa habría ya enterrado a su competencia. Pero el reto de su autonomía, y del tiempo de la recarga, subsiste.

Lo mismo ocurre con las energías renovables. Si existiera la batería capaz de almacenar la energía solar y eólica para que se generara cuando hay sol y viento, y se consuma en las noches o en la calma, las renovables habrían sustituido ya a las fósiles de manera abrupta.

La batería es el secreto para el cambio radical de la matriz de consumo energético, tanto a gran como a pequeña escala. Cuando se tenga una batería que nos permita almacenar en nuestras casas la energía que se genera en los paneles solares en nuestros techos, las empresas eléctricas que hoy conocemos cambiarán en formas inimaginables.

Por supuesto que tales baterías ya existen, pero son imprácticamente grandes o carísimas. La carrera entre China y Estados Unidos por producir una batería pequeña y barata capaz de almacenar grandes cantidades de energía es, junto con la tecnología 5G y la inteligencia artificial, una de las pistas cruciales en la disputa por la hegemonía económica y por supuesto, geopolítica, del próximo medio siglo.

México es un jugador clave en la industria de autos de combustión interna. Desde las autopartes hasta el armado de vehículos y su venta. Esa industria está a punto de cambiar de manera radical.

¿Qué están haciendo las economías emergentes, como México, ante esta carrera de los gigantes por las tecnologías claves del próximo siglo? Muy poco. México tiene la oportunidad, gracias al T-MEC, de insertarse tempranamente dentro de la cadena de producción, así que ojalá que en lo que toca a la batería, nos pongamos las pilas.