sábado, 27 de septiembre de 2008

De "El Semanario": ¿El Fin del Consenso de Washington?



…Y cuando despertó, la crisis crediticia seguía ahí.

Así pueden resumirse los primeros días posteriores al anuncio del Fobaproa versión USA, el gigantesco rescate financiero anunciado por el secretario del Tesoro de los Estados Unidos, Henry Paulson, y el presidente de la Reserva Federal (Fed), Ben Bernanke.

La semana que comenzó el 15 de septiembre fue, sin duda, una de las más memorables, y peculiares en la historia financiera del mundo. Si bien el principal índice accionario de Wall Street, el S&P 500, acabó con una variación marginal, de 0.3%, los eventos que tuvieron lugar esa increíble semana cambiaron para siempre a Wall Street para siempre.

La semana inició con la quiebra de Lehman Brothers y con el arrebato de otro de los cinco grandes, Merrill Lynch, en los brazos del coloso Bank of America. Después, el gobierno de EU se convertía en el dueño del gigante de seguros, AIG.

En los primeros tres días de esa insólita semana, los principales índices caían casi 8%, y amenazaban con continuar su desplome, hasta que el jueves al mediodía, se filtraron las líneas generales del Fobaproa USA. En dos días, los mercados recuperaron casi todas las pérdidas de los días anteriores, y al cierre de la semana, parecía como si nada hubiera pasado.

Pero si pasó. La última bomba estaba liberada: dos grandes bancos de inversión que hasta el momento habían logrado sobrevivir el temporal, Goldman Sachs y Morgan Stanley, solicitaron el cambio de su estatuto y que se les otorgase una licencia para operar como banco, terminando así con el modelo sobre el cual descansaba Wall Street, un puñado de colosales, poco regulados y poderosísimos bancos de inversión, especialistas en hacer operaciones apalancadas, y con rendimientos muy superiores a los de los tradicionales bancos comerciales.

¿EN MÉXICO TAMBIÉN?

Pero existe otro modelo de negocios que tuvo que admitir, a regañadientes y mordiéndose la lengua, que no podía seguir funcionando: el llamado “Consenso de Washington”.

El conjunto de recetas económicas, de hecho, la reedición moderna de las clásicas reglas de la economía liberal; libre mercado, desregulación, política monetaria sólida, balance fiscal equilibrado y mínima intervención estatal, fueron las que, dejadas a su libre accionar, acabaron convertidas precisamente en su contrario: la renuente, enmohecida estatización de sectores claves de la economía estadounidense.

Lo irónico es que fueron los republicanos, encabezados por un ex ejecutivo de Goldman Sachs, Henry Paulson, y un economista conservador, Ben Bernanke, quienes acabaron tragándose su propia ideología. El partido el cual, como ningún otro grupo, fue identificado con el “Consenso de Washington” no ha tenido otro remedio que aceptar que, la ruta trazada por esas políticas fue en buena parte responsable de llevar a la economía más grande del mundo a donde está: de hinojos y a merced del rescate de sus contribuyentes.

Y este hecho, que en este momento no parece tener mucha importancia, y al cual muy pocos han hecho referencia, será uno de los efectos de esta increíble semana que mayor reverberación tenga en el resto del mundo, y cuya onda expansiva se extenderá por años.

¿Cómo van a pregonar por el mundo EU, Washington y Wall Street las virtudes de una política monetaria sólida y la no intervención del Estado en la economía, cuando la Fed y el Tesoro han inyectado billones de dólares para salvar a los mercados y han comprado bancos, casas de bolsa y aseguradoras?

¿Cómo van los think tanks conservadores a enarbolar la bandera de la desregulación cuando los mismísimos Goldman Sachs y Morgan Stanley tuvieron que ir por su propio pie a pedir convertirse en bancos y, por tanto, requerir ahora la regulación no sólo de la SEC, sino también de la FED, del FDIC y de la Contraloría General de los EU?

¿Cómo van los republicanos ahora a acusar a los demócratas de querer estatizar la vida del país, si se han comprado aseguradoras y casas de bolsa y se aprestan a comprar casas familiares, zonas residenciales completas, centros comerciales, marinas, terrenos en brecha, edificios corporativos?

¿Cómo vamos a reaccionar en México cuando nos digan que lo mejor es que el estado no intervenga, que no se incurra en déficit fiscales, que una política monetaria conservadora es lo mejor, que no deben de fijarse comisiones o prácticas a los bancos?

La derrota ideológica de recetario liberal, sintetizado en el “Consenso de Washington” será de muy profundo calado y de vastas consecuencias. El problema es que podríamos asistir a un rechazo en masa de dichas recetas, incluyendo a aquellas que sin duda funcionan (por ejemplo, una política monetaria sólida, ausente todo este tiempo en los EU), y movernos de manera pendular hacia otro consenso de mayor intervención y excesos en el gasto.

Por Edgar Amador

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