domingo, 27 de agosto de 2023

El Futuro Caro

Hasta finales del 2020 los mercados financieros proyectaban un futuro muy similar al que había existido desde el 2008-2009: un mundo de tasas de interés bajísimas, en donde el financiamiento era abundante a todos los plazos, y el riesgo tenía un costo muy bajo. Pero en semanas recientes ese mundo se ha visto en predicamento, pues los inversionistas han visto cómo la tasa del bono de 10 años de los Estados Unidos, la referencia financiera más importante de la economía global, ha remontado a niveles no vistos en casi diecisiete años, sugiriendo quizá que los años maravillosos de dinero barato son cosa del pasado.

Como los datos no hablan, hay que interpretarlos, y si algo han mostrado los datos desde el fin de la pandemia, es que han sido extremadamente desconcertantes. Para todos. Un repaso rápido ilustra lo complicado que ha sido interpretar las cifras que salen de los mercados y de la economía.

Saliendo de la pandemia las cifras de inflación comenzaron a inflarse de manera súbita, revirtiendo una tendencia global de casi cuatro décadas de muy benignas condiciones en los precios. Desacostumbrados a la inflación, la mayoría de los bancos centrales, descreídos, juzgaron al inicio que la inflación era un fenómeno moderado, y temporal. Pero conforme avanzaba el 2021 la inflación desconcertó a la mayoría de los economistas registrando las cifras más agresivas de los últimos cuarenta años en el mundo desarrollado, provocando un apretamiento monetario inusitado que tumbó a los mercados financieros en 2022, y el peor desempeño en muchos años para acciones y bonos.

La segunda gran decepción ha sido la más esperada recesión en la historia, que no ha llegado. Múltiples señales, especialmente una curva de rendimiento invertida, junto con varios indicadores y modelos econométricos, han pronosticado una recesión económica en Estados Unidos y otras economías desde hace casi año y medio. Todos los ingredientes para una recesión están sobre la mesa, pero la recesión no llega. No aparece. Si acaso parece ocurrir lo contrario: una reaceleración de las economías en casi todo el mundo (con la notable excepción de China), que ha rebatido las expectativas prácticamente unánimes entre los economistas de que una recesión económica era inminente. La resistencia de las economías avanzadas ha sido desconcertante, y un alivio para los bancos centrales, que han visto como la desinflación avanza sin provocar una contracción del empleo y los salarios. Al menos hasta el día de hoy.

Pero la economía es siempre una aguafiestas, y una lección perenne de la disciplina es que siempre hay un prietito en el arroz. Todo tiene un costo. No existe el mundo feliz perfecto. Todo tiene siempre un pero. Y en este caso, los mercados parecen estar diciendo que el futuro es caro.

El anverso de la excelente noticia de que los bancos centrales están logrando bajar la inflación sin causar una recesión económica, es que la fortaleza de las economías, especialmente de los mercados laborales, es también su principal riesgo, pues la reflación se ha dado al tiempo que el empleo, los salarios y el costo de los insumos siguen montando, creando un escenario en donde la reaceleración económica podría disparar de nuevo las presiones inflacionarias que tanto trabajo ha costado amarrar.

A este escenario los mercados están respondiendo elevando las tasas de los bonos de largo plazo. Lo que probablemente estén viendo los inversionistas es cómo protegerse de un futuro caro: demandando tasas más altas para cubrir un mundo en donde la inflación no cede tan fácilmente, en donde las economías siguen boyantes, y en donde los bancos centrales mantienen sus tasas de referencia en niveles no muy distantes de donde se encuentran en este momento.

Por muy desconcertante que haya sido la economía post pandemia, aún le falta ejecutar su último truco: luego de haber despertado a la inflación; luego de haber evitado la recesión a pesar del alza tan agresiva de tasas de interés; luego de estar logrando la difícil suerte de bajar la inflación sin una contracción en el empleo y las ventas; a la economía le falta hacer la magia de volver a acelerarse sin disparar de nuevo a la inflación. Ya ha logrado muchos milagros. ¿Logrará hacer este último?

Se antoja difícil. Las condiciones que provocaron que, durante las cuatro décadas antes de la pandemia, las economías gozaran de muy benignas condiciones en el ámbito de los precios parecen haber cambiado tras la emergencia sanitara, pues la situación geopolítica de China, la gran fuente de la baratura de costos, ha cambiado de manera muy importante.

Los inversionistas se equivocan con frecuencia. Construyen escenarios que no se materializan, y en ese proceso hay ganadores y perdedores. El escenario que están construyendo estas semanas es el de un futuro caro: con precios creciendo a una cadencia superior a la de décadas pasadas, con mercados laborales encendidos, con mercados de insumos estrechos, con tasas de interés altas, con dinero más caro de lo que habíamos visto hasta hace un par de años. 

Pero no nada más los economistas nos hemos equivocado estos años. Los inversionistas también. Y mucho. Veamos si ese futuro caro que están previendo se materializa, o si tendremos pronto un futuro barato, pero en recesión.

 

domingo, 20 de agosto de 2023

¿Qué Ocurre Detrás De La Muralla China?

Lo que ocurre estos días en China no se trata únicamente de economía, sino de geopolítica. Pareciera que los Estados Unidos está siguiendo con el dragón asiático la estrategia que siguió con la antigua Unión Soviética. Como un enfrentamiento militar no resultaría en un ganador, sino en unánimes perdedores, enfrentó en su momento a los soviéticos económicamente, hasta que los derrumbó por dentro. De repente la inversión extranjera en China se ha secado, de repente la transferencia de tecnología estadounidense hacia el gigante asiático se ha detenido. Esté prevaleciendo la razón de Estado sobre la rentabilidad financiera. Será costoso, pero parece que Estados Unidos está dispuesto a aceptar el costo si venciendo a China económicamente se puede ahorrar un estéril enfrentamiento militar en el mediano plazo.

China siempre ha sido un misterio. Para los europeos se encontraba en el extremo de desiertos y de taigas. Para los americanos, era el destino anual o semestral de la Nao que atracó en Acapulco por 250 años, viajando del otro lado del Pacífico. Hoy la economía China envía señales confusas y peligrosas. Un coloso económico como ese, con sus gigantescas reservas internacionales, su poderoso sector externo, su apabullante manufactura, tiene muchos recursos para enderezarse. Pero a juzgar por algunos indicadores, las cosas están más difíciles de lo que aparentan, y el resto del mundo, incluyendo a México, gozaremos y sufriremos las consecuencias.

En el segundo trimestre de este año, ocurrió algo que nos compete de cerca pero que se nos escapa de las manos: México superó a China como principal socio comercial de los Estados Unidos, logrando una cuota de las importaciones estadunidenses claramente superiore a las del gigante asiático. Lo interesante es que dicho éxito exportador mexicano se ubica a través de múltiples sectores, y ya no solo en el automotriz. Parece como si Estados Unidos estuviera decidiendo comprarle a México lo más posible, y reducir en lo que pueda sus compras de China. Aunque sea más caro, aunque le cueste.

Al mismo tiempo, los indicadores chinos muestran una tendencia preocupante: sus exportaciones caen, sus indicadores de producción manufacturera tropiezan, las cifras de inversión extranjera directa en esa nación se desploman, terceros países (como México) les están poniendo aranceles y tarifas a sus exportaciones (con el riesgo de mayores precios), como si hubiera una estrategia deliberada de abandonar a China como la gran plataforma manufacturera del mundo y ponerle diques económicos a sus poderosísimo sector exportador. La inversión en fábricas despega en los Estados Unidos, revirtiendo una tendencia de décadas de irse a China.

Parece como si alguien quisiera debilitar económicamente a Catay; buscando proveedores alternativos a la dependencia que el mundo tiene de su manufactura; menguando el flujo de inversión directa hacia su territorio; levantando barreras comerciales a sus exportaciones; mudando la manufactura global fuera de ese país rumbo a Estados Unidos mismos, a Vietnam y México llamándolo “nearshoring”.

Vamos a suponer por un momento que eso ocurre. Que estemos ante una estrategia deliberada para modular la potencia económica china para darle una lección. Para recordarle que si son hoy una potencia fue porque desde los años ochenta las empresas estadounidenses decidieron convertirla en el corazón mundial de la manufactura para aprovechar sus costos laborales y de insumos con el fin de reducir los costos de producción y aumentar las ganancias. Para hacerle ver que la tecnología con la que hoy cuenta fue apropiada a partir de la instalación en sus lares de plantas, maquinarias y saber de Estados Unidos y Europa, y que ellos supieron copiar primero, y mejorar después.

Porque, además, tal estrategia deliberada parece llegar en un momento especialmente complicado para China: en medio de una ardua crisis inmobiliaria, esa si, provocada por ellos mismos, de la cual está siendo (como toda crisis de activos) muy difícil salir.

China respondió a la gran crisis financiera de 2008-2009 inflando su sector inmobiliario, con lo que pudo aislar a su economía de la deflación en el resto del mundo de la década siguiente. Pero a toda burbuja le llega su fin, y las fuerzas que posibilitaron el auge inmobiliario chino se han desfondado, y los datos y evidencia que surgen de ese sector son verdaderamente alarmantes, por lo que es posible suponer que la economía atraviesa una deflación patrimonial muy severa, que será difícil de gestionar.

Imagine que usted pide mil pesos para comprarse una casa que vale dos mil pesos, poniendo de su bolsillo los mil restantes. Usted tiene un activo que vale dos mil pesos y un pasivo de mil. Pero usted compró su casa en China en la parte alta de la burbuja inmobiliaria y ahora su casa vale quinientos pesos, pero su deuda sigue siendo de mil. Usted tiene un serio problema que no se resolverá fácilmente expandiendo la política monetaria y/o fiscal.

Hasta la pandemia la economía china era un torbellino imparable, contando casi cuatro décadas creciendo a doble digito, avasallando al mundo con su manufactura, pasando de ser un fabricante de artículos de mala calidad a un innovador capaz de producir bienes y servicios tecnológicamente de vanguardia, y usando sus colosales ahorros financieros para expandir por el mundo su influencia económica y política hasta el punto de cometer la osadía que ya a una potencia anterior le costó muy caro: desafiar el poderío estadounidense de manera abierta y frontal. Hasta que los Estados Unidos decidieron actuar.

Pero hay una diferencia crítica entre los dos enfrentamientos. La Unión Soviética era un jugador económico marginal. Muy poco relevante. China es la segunda mayor potencia económica del mundo. Su debilidad no será inane. Puede costarle al resto del mundo un tropezón rudo, podemos provocarnos a nosotros mismos, una tortura china.

domingo, 13 de agosto de 2023

Dolores Y Dólares: Larga Vida Al Hip Hop

El Hip Hop, el género musical más popular y vendido del mundo, cumple medio siglo en estos días. Su importancia económica es indiscutible, es un género que produce billones de dólares en todo el planeta. Es una industria en sí mismo. De orígenes marginales, en los barrios afroamericanos de Nueva York, se ha impuesto como el género más rentable, y sus principales exponentes no dudan en convertir su fama en oportunidades de negocio, creando un modelo empresarial inusitado que bien vale la pena comentar aquí.

Los historiadores del género atribuyen a una pachanga en el Bronx neoyorquino, el 11 de agosto de 1973, en donde el maestro de ceremonias (MC), Kool Herc, sampleó un par de canciones e introdujo los efectos que hoy identificamos con el género, como el nacimiento oficial del Hip Hop. 

En lo personal, fan del rock and roll, el Hip Hop me rechazó desde el inicio. Se me hacía vulgar y bandolero, a pesar de que algunos de los éxitos iniciales del género (por ejemplo, Funky Cold Medina) me divertían mucho. No entendí en su momento, por ejemplo, la importancia de 2Pac ni de su gran rival Notorious B.I.G., los descarté como meros cantantes de la mafia que acabaron mal inevitablemente. No quise ver la historia detrás, de masas de jóvenes marginados por el éxito económico estadounidense debido a cuestiones de raza, de condiciones iniciales desfavorables, y de cómo el éxito del género encumbraba a un puñado de talentosísimos jóvenes que presumían sus fortunas y su suerte creando tonadas irresistibles.

Fui aceptando algunas rolas, fue creciendo mi aceptación por el género gracias a la calidad de artistas como Eminem, o Young MC, a la incorporación dentro del Hip Hop de clásicos de otros géneros (me gustó desde siempre el Walk This Way de Aerosmith con Run DMC). Pero el punto de inflexión fue cuando mis hijos adolescentes me explicaron e hicieron entender la complejidad y riqueza del género y su importancia cultural y musical. Hoy soy fanático del género, es uno de mis favoritos. Lo disfruto enormemente.

El Hip Hop lo trae en los genes: al nacer sampleando canciones preexistentes, tiene la capacidad de absorber e incorporar a los otros géneros de manera natural. Samplea rolas que vienen del rock and roll, de la música disco, del ranchero, de la samba y la salsa, el mismo reggaetón es una derivación natural de la misma matriz. Concebido en la capital económica y cultural del mundo: Nueva York, no es raro que el Hip Hop sea el género que con mayor facilidad y eficiencia incorpore a los otros ritmos y géneros.

Pero mi sesgo es inevitable: por supuesto que vamos a platicar también de la importancia económica del Hip Hop.

Empecemos por la actitud desfachatada de este género frente a la riqueza y el dinero, la cual contrasta con el recato y soslayo de los géneros anteriores.

Cuando los Beatles sacan “El Sargento Pimienta…”, pregonando la paz y el amor mundiales, el genial Frank Zappa les responde cínicamente con un álbum con una portada irónica y un título descarado “We´re all in it for the Money” (“estamos en esto por dinero”), espetándoles a los músicos más famosos del mundo su hipocresía respecto de la fortuna y la riqueza.

La de la música, como la del espectáculo, son industrias. Como la de zapatos, como la automotriz, como la de computadoras. La de la música es una industria en donde el criterio de la rentabilidad es la que dirige los contenidos y las tendencias. Una de las grandes aportaciones del rock and roll ha sido justamente la de cuestionar al sistema, desde dentro del sistema mismo. Desde John Lennon, pasando por Bob Dylan, Woody Guthrie, Patti Smith y Bruce Springsteen, este género fue el pionero global en avanzar críticas importantes al sistema económico.

Por eso el Hip Hop es tan interesante. Vive en los extremos. Prodiga a una de las bandas más radicales de la música popular, como Rage Against The Machine, o letristas profundos como Kendrick Lamar, y al mismo tiempo produce a artistas tan vendidos al sistema, al punto del fascismo, como Kanye West.

El Hip Hop no tiene en empacho en monetizar su éxito, a diferencia del recato con el que se conducían los otros géneros. Sus exponentes más famosos anuncian marcas, intercambian canciones por acciones, presumen sus éxitos empresariales en sus tonadas, al tiempo que critican al status quo ganando millones. El Hip Hop es la contradicción ideológica y política andando, intercambiando los dolores por dólares sin empacho.

Pero esa contradicción es también lo que lo hace tan interesante en términos culturales y musicales. El Hip Hop refleja de manera desordenada, a través de canciones hipnotizantes y seductoras, la complejidad de la modernidad global.

El género tiene un pie métrico latino: el troqueo, favorable a lenguas monosilábicas como el inglés o el francés, y relativamente distantes de idiomas tan consonantes como el español. Por ello quizá el Hip Hop tenga exponentes franceses tan maravillosos como el genial Stromae o el magistral Soprano. Pero la plasticidad del género admite a todos los idiomas, como lo demuestran los puertorriqueños de Calle 13 y su genial líder, Residente, los corridos tumbados, o el fenómeno global que es Bad Bunny. 

El Hip Hop florece económicamente en una era en donde los otros géneros no han sabido adaptarse. Para la industria de la música ha sido traumático pasar del disco al streaming, o a youtube. El Hip Hop no tiene empacho en monetizar sus ideales en el show del medio tiempo del Super Bowl patrocinado por Pepsi. Es el género musical más rentable y financieramente más poderoso del mundo, pero al mismo tiempo, el musicalmente más plástico, dinámico y atractivo. Larga vida al Hip Hop.

domingo, 6 de agosto de 2023

Domingos Rancheros: Los Cadetes De Linares Interpretan Al Quijote De Cervantes

 Existen miles de estilos, uno por cada autor. Cada escritor, al escribir, lo hace, aún sin saberlo, inscrito en un espíritu (una generación, un movimiento, una escuela). Dichos espíritus se angostan en algunos pocos géneros, y los géneros lo que hacen es recurrir a un puñado de temas que son, desde el inicio de los tiempos, los mismos.

El "Gilgamesh" y "La Ilíada" cantan a la batalla; "La Odisea" al viaje; los temas del teatro greco latino, la traición, los celos, el incesto, la avaricia, son reintepretados por los clásicos, Shakespeare añade alguna variante a esas viejas historias, pero los temas siguen siendo los mismos.

De allí viene en parte la enorme importancia de Cervantes. El tema de "El Quijote" es inédito en la literatura. Dos amigos que vagan delirantes por el territorio. Cervantes inventa el "road movie", inventa el "bromance". Su tema es la amistad. Su tema son los dos amigos.

Sería rarísimo que este blog sea el primero en reconocer las raíces cervantinas de este, uno de los más bellos corridos mexicanos, una de las más bellas canciones norteñas: "Los Dos Amigos", de los grandes maestros del género: los Cadetes de Linares de Don Homero Guerrero y Don Lupe Tijerina.

En este corrido está también la vaguedad del origen, parece como si no quisieran acordarse de esos nombres: Mapimí, árido nombre perdidos del semidesierto del norte mexicano; ese olvidado lugar de la Mancha.

Los dos amigos se lanzan a la aventura incierta: los cervantinos por la borrosa Mancha, los norteños "que por no venirse dioquis, robaron Guanaseví". Cabalgan sendos caballos: un oscuro, y un jovero; sobra recordar las monturas cervantinas. 

Los dos amigos de Cervantes se enfrentan a colosales molinos de viento, los del norte a una máquina de vapor. Delinquen, los pescan, los atan, se escabullen.

El norteño logra en este corrido interpretar el tema cervantino con ese genio que lo caracteriza: el triste acordeón, el canto cardenche del desierto mexicano, sus letras metradas, sus rimas asonantes, su melancolía fresca.

Venga: 




sábado, 5 de agosto de 2023

Desde El Banco De Japón: ¿Un Sushi o Un Tsunami?

El sueño de todo especulador es invertir en activos de alto rendimiento, y si esa inversión se financia con dinero prestado, mejor. Y si ese dinero prestado es muy barato, no hay nada más allá. Eso es lo que ha ocurrido en las finanzas mundiales desde hace algunas décadas. Los grandes inversionistas se han financiado con préstamos en yenes, aprovechando las bajísimas tasas de interés en Japón, y han invertido en títulos en otras monedad, como dólares, euros, reales o pesos, embolsándose el diferencial de tasas. Hasta ahora, porque el Banco de Japón ha cambiado el juego.

En las finanzas, a la estrategia de financiar la compra de un activo de rendimiento elevado con un crédito en otra divisa con tasas muy bajas se le conoce como el carry trade. Se trata de acarrear el activo con rendimiento atractivo para que produzca los ingresos que paguen el costo del préstamo más el rendimiento excedente. No se invierte buscando la apreciación del activo. Se le carga un rato, de allí su nombre: el acarreo, o carry en inglés.

Durante décadas, una de las fuentes de financiamiento del acarreo ha sido el yen. Hundida en una recesión secular desde la década de los noventa, la economía japonesa ha sufrido un prolongadísimo período de deflación, que forzó al Banco de Japón a anclar las tasas de interés de todos los plazos, a niveles extremadamente bajos, tan bajos por ejemplo que habían mantenido la tasa de interés de 10 años en 0.5 por ciento.

La baratura del financiamiento en yenes hizo del mercado de dinero japonés una de las fuentes más importantes del carry. Los grandes inversionistas del mundo, los especuladores, y otros, suelen financiar en yenes sus compras de activos en otras divisas y otros mercados.

Existen dos claros riesgos en el carry: el cambiario, y el de tasas. 

Supongamos que el especulador invierte en bonos de un país que ofrece tasas elevadas, y que en el plazo en el que el inversionista esté acarreando el bono, por motivos locales, la moneda de ese país se deprecia fuertemente contra el yen, cuando el especulador reciba el pago al vencimiento del bono deberá de repagar el financiamiento comprando yenes más caros. Lo mismo pasa si, por algún evento en Japón (como lo platicaremos más adelante), el yen se aprecia.

El segundo riesgo es el de tasa. Supongamos que el costo del financiamiento en yenes del inversionista, que se renueva cada mes, sube de repente, encareciendo el costo de acarreo del bono, disminuyendo así el diferencial de tasas de los dos mercados. Este riesgo era prácticamente inexistente, pues el Banco de Japón había mantenido por décadas sus tasas de distintos plazos sin cambios…hasta hace un par de semanas cuando, ante una elevada y terca inflación, el banco central de ese país relajó el control sobre su mercado de bonos y las tasas comenzaron a subir.

Dentro de los cambios que la pandemia y la ola inflacionaria que esta provocó, reforzada por la guerra en Ucrania, está el dramático cambio del panorama inflacionario en Japón. A diferencia del resto de las economías, el enemigo del Banco de Japón había sido durante las últimas tres décadas, la deflación. Luego del estallido de una grotesca burbuja inmobiliaria en los inicios de los años noventa, Japón llevaba décadas batallando con caídas de precios, como si allí las leyes económicas no aplicaran. Pero llegaron la pandemia y la guerra en Ucrania, disparando por primera vez en cuarenta años una ola inflacionaria mundial a la que ni siquiera el deflacionario Japón pudo substraerse. 

Al principio Japón miró a la reflación como una bendita lluvia de abril. Por primera vez en décadas los precios crecían, y mientras el resto del mundo subía sus tasas a las carreras, Japón se la tomaba tranquila y continuaba con su política monetaria expansiva.

Pero la inflación siguió creciendo, y duró más de lo que se creía, a lo que Japón respondió con un argumento que fue muy caro para muchos bancos centrales: la inflación será temporal, caerá pronto y volveremos a inflaciones bajas. Ya sabemos que no fue el caso, y Japón, con un rezago enorme, está ya preocupado porque la inflación no cede y tercamente sigue por encima de las metas.

Los datos de inflación más recientes muestran la inflación en ese país en alrededor del 3.5 por ciento, mientras las tasas de interés en sus distintos plazos se encuentran muy por debajo del uno por ciento. Prácticamente todos los bancos centrales del mundo han tenido que elevar sus tasas de interés por encima de la inflación para poder controlarla. En casi todos los casos la receta ha sido exitosa y las inflaciones están bajando. Pero no en Japón. Quizá las leyes económicas también apliquen en el país del sol naciente, y deban de subir sus tasas por encima de su inflación para controlar el alza de precios que tanto daño están haciéndole ya a la vieja población (el mayor grupo demográfico en Japón), que depende de sus pensiones para vivir.

¿Pero por qué debería de preocuparnos lo que pase con las tasas en Japón? Aquí regresamos al famoso acarreo.

Como la inversión en bonos de múltiples países se financia en el mercado japonés, el alza del costo de financiamiento en ese país puede alterar otros mercados si las condiciones se desordenan.

El Banco de Japón es uno de los más poderosos del mundo, y tiene muchas herramientas para ordenar su colosal mercado (que tan importante es para las finanzas mundiales), las cuales usará para controlar su inflación sin causar mucho desorden. Pero siempre hay que estar atentos, pues no vaya a ser que un delicado sushi se convierta en un tsunami.