¿Qué vimos hoy, el día después de la degradación de EEUU de AAA a AA+? Vimos lo contrario de lo que en un mundo normal, debería de haber ocurrido: si la calificadora S&P degradó a la deuda, la deuda debió de haber bajado de precio-
Al bajar la calificación de la deuda de EEUU aumentó el riesgo de impago de la deuda que emite, así que lo natural hubiera sido que los inversionistas hubieran vendido los bonos de ese país.
Y sin embargo, este lunes los inversionistas salieron no a vender, sino a comprar bonos, como si lo que hubiera ocurrido hubiera sido que S&P hubiera pasado la deuda de AAA a AAAA. Como si no estuviéramos en un mundo normal.
Los inversionistas en vez de vender bonos, vendieron acciones, a diestra y siniestra, como si hubiera sido a General Electric o a Bank of America, a los corporativos a quienes hubieran degradado.
Si los inversionistas vendieron acciones y compraron bonos el día después de la degradación de S&P es que le preocupan más las acciones que los bonos: es decir, les preocupa más una posible doble recesión; que una posible cesación: que el riesgo económico es más importante que el riesgo crediticio.
Mas que porque temieran una cesación de pagos de los Estados Unidos (eso está lejos, lejísimos), o más que las consecuencias que la degradación crediticia de S&P sobre Fannie Mae, Freddie Mac, los CDS y otros instrumentos, lo que estuvo detrás de la sesión de hoy fue el miedo a que este nuevo evento, el cual se añade a la crisis crediticia en Europa y la fragilidad de su moneda, a la evidencia ya presente de que los indicadores principales muestran una debilidad económica sumamente preocupante, para conformar un cuadro en donde la recaída en una recesión no es ya un escenario lejano sino casi ineluctable.
Los traders, los inversionistas, gustan de ser asimétricos: cuando el mercado surge sin motivo aparente gustan de decir que es porque se está anticipando una gloriosa bonanza. Como cuando hoy, los índices dan tumbo tras tumbo hasta romper trancas técnicas bajistas, los inversores dicen “el mercado se está equivocando”.
Vaya, vaya: el mercado acierta a la alza pero se equivoca a la baja. Ojalá así fuera. Lo cierto es que la tozudez de este columnista que ha tratado de advertir desde hace meses que este escenario se concretaría, parece validarse. Créanme, no es que sea pesimista: soy un optimista irredento que suele escuchar lo que dicen los datos.
Por eso, a riesgo de simplificar, lo que la sesión espantosa de este lunes dijo, más que el miedo por las consecuencias crediticias de perder la AAA, repitieron el dictum escrito en la pared de James Carville: It’s the economy, stupid!
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