Tras la muerte del padrote José Alfredo Jimenez, quien con su mitología de machos borrachos matándose con sus cantineros; perros muertos junto a la tumba de su amo; mariachis callados y vidas que no valen nada; el más improbable de sus sucesores era un compositor homosexual que cantaba que todas las mañanas se alza por su ventana el señor sol.
¿Cómo es posible que tras “Caminos de Guanajuato” pasáramos a “Siempre en mi mente”? ¿De volar con el lirismo bucólico de “Tú y las nubes” bajáramos a la simplicidad urbana de “Buenos días señor sol”?
Hay algo en que Juan Gabriel es incomparable: su honestidad y poder de evocación, su capacidad de transformar las emociones trastadas de la vida homosexual en versos suaves pero extremadamente poderosos. Allí donde José Alfredo canta con desafío “vas a ver lo que vas a aprender/cuando vivas conmigo”; Juan Gabriel canta con honestidad y desarmado “Hasta que te conocí/vi la vida con dolor”.
José Alfredo oculta su vida amorosa detrás de versos desafiantes, es un macho que sólo llora cuando está borracho, y cuando llega a mostrarse débil frente a su amada, logra versos esplendorosos “quiero ver a que sabe tu olvido/sin tener en mis ojos tus manos”.
Juan Gabriel por lo contrario, es el homosexual franco y garboso, con el llanto a flor de piel, honesto en su sentimiento y listo para el extremo. No duda usar el afeminadísimo “algo divino” de manera repetida, pero luego de esa genuflexión amanerada viene la ira del despecho, “y muy tarde comprendí/que no te debía amar jamás”.
Que el género del Mariachi haya sido capaz de manera simultánea adaptarse al machismo lírico de José Alfredo Jimenez y a la homosexualidad prosódica de Juan Gabriel es muestra de la plasticidad de este género musical que aún hoy representa la cultura popular de este país.
Hay una canción de Juan Gabriel, de las muchísimas que me encantan, que me emociona siempre. Me imagino a Juanga viviendo la relación sentimental que da lugar a “Costumbres”. Me lo imagino abúlico y resignado, incapaz de zafarse de esa relación con alguien cuya identidad quizá nunca sabremos, pero que proveyó al Divo michoacano de la tensión que lo llevó a componer esta pieza maestra.
Por otra parte, la tradición de gachupines que nos proveen de banderas de identidad es antiquísimas. ¿Si el co-autor de el Himno Nacional es gachupín, por qué la cantante de ranchero más vendedora no podía ser gachupina?
Yo no soy fan de Rocío Durcal, pero reconozco sin empacho que una decena de canciones señeras del mariachi de Juan Gabriel le pertenecen y no pueden ser igualadas. Una de ellas es esta: “Costumbres”.
Escúchenla e imaginen a Juanga hablándole a ese alguien con quien ya no quería estar, con quien al amor ya no corría, resignándose a entender que la costumbre es de hecho, más fuerte que el amor.
¿Cómo es posible que tras “Caminos de Guanajuato” pasáramos a “Siempre en mi mente”? ¿De volar con el lirismo bucólico de “Tú y las nubes” bajáramos a la simplicidad urbana de “Buenos días señor sol”?
Hay algo en que Juan Gabriel es incomparable: su honestidad y poder de evocación, su capacidad de transformar las emociones trastadas de la vida homosexual en versos suaves pero extremadamente poderosos. Allí donde José Alfredo canta con desafío “vas a ver lo que vas a aprender/cuando vivas conmigo”; Juan Gabriel canta con honestidad y desarmado “Hasta que te conocí/vi la vida con dolor”.
José Alfredo oculta su vida amorosa detrás de versos desafiantes, es un macho que sólo llora cuando está borracho, y cuando llega a mostrarse débil frente a su amada, logra versos esplendorosos “quiero ver a que sabe tu olvido/sin tener en mis ojos tus manos”.
Juan Gabriel por lo contrario, es el homosexual franco y garboso, con el llanto a flor de piel, honesto en su sentimiento y listo para el extremo. No duda usar el afeminadísimo “algo divino” de manera repetida, pero luego de esa genuflexión amanerada viene la ira del despecho, “y muy tarde comprendí/que no te debía amar jamás”.
Que el género del Mariachi haya sido capaz de manera simultánea adaptarse al machismo lírico de José Alfredo Jimenez y a la homosexualidad prosódica de Juan Gabriel es muestra de la plasticidad de este género musical que aún hoy representa la cultura popular de este país.
Hay una canción de Juan Gabriel, de las muchísimas que me encantan, que me emociona siempre. Me imagino a Juanga viviendo la relación sentimental que da lugar a “Costumbres”. Me lo imagino abúlico y resignado, incapaz de zafarse de esa relación con alguien cuya identidad quizá nunca sabremos, pero que proveyó al Divo michoacano de la tensión que lo llevó a componer esta pieza maestra.
Por otra parte, la tradición de gachupines que nos proveen de banderas de identidad es antiquísimas. ¿Si el co-autor de el Himno Nacional es gachupín, por qué la cantante de ranchero más vendedora no podía ser gachupina?
Yo no soy fan de Rocío Durcal, pero reconozco sin empacho que una decena de canciones señeras del mariachi de Juan Gabriel le pertenecen y no pueden ser igualadas. Una de ellas es esta: “Costumbres”.
Escúchenla e imaginen a Juanga hablándole a ese alguien con quien ya no quería estar, con quien al amor ya no corría, resignándose a entender que la costumbre es de hecho, más fuerte que el amor.
1 comentario:
Pero hay algo Edgar, que me aseguró alguien que sabe de música.
La canción "Querida" de Juan Gabriel, tocada al revés, es exactamente la música de nuestro glorioso Himno Nacional. El problema es que no he encontrado a alguien con los conocimientos, la curiosidad y la paciencia para comprobarlo. Un saludo.
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