A los economistas les tomó un largo tiempo
en pensar en los mercados financieros: ¿cómo se forman allí los precios? ¿por
qué varían tanto? ¿es posible predecirlos? ¿qué tanto importan para el resto de
la economía?. Quizá una de las razones para esa tardanza fue que pocos
economistas invirtieron en activos financieros, y aquellos que lo hacían no
tenían una carrera académica relevante que aportara al desarrollo de la
disciplina.
Una gran excepción fue precisamente
Keynes: el brillante economista británico era además un agresivo especulador, y
su récord como inversionista es espectacular. El portafolio de Keynes tuvo un
retorno muy superior al promedio del mercado, y si Keynes no hubiera muerto,
hoy sería una de los más renombrados inversionistas del mundo.
Dentro de la economía de Keynes se
encuentra claramente un entendimiento detallado de los mercados financieros; de
la agresiva violencia con la que a veces se comportan; del comportamiento de
manada que les subtiende y que las empuja a las burbujas; y sobre todo, del rol
de las expectativas en el diseño de la economía y de los mercados y la
incertidumbre que esto implica.
La influencia de los mercados financieros
sobre la economía es hoy tan evidente que no debería de haber sombra de duda en
este aspecto. No reconocerlo le costó a éste país muchísimo en el pasado. Hubo
un presidente, aún vivo, que dijo, en el colmo del absurdo: “la economía se
maneja desde los pinos”. La economía se maneja desde ese lugar abstracto,
misterioso, y difícil de comprender que son los mercados financieros: su
impacto sobre la economía es tan grande que yo no entiendo cómo en la curricula
de la mayoría de las escuelas de economía su estudio merece apenas un rol
marginal y anecdótico. Allí se determinan el tipo de cambio y la tasa de
interés; allí se fijan los montos de financiamiento para gobiernos y empresas;
allí se forman las expectativas que van a enmarcar el actuar de gobiernos y
políticos.
¿Cómo son esos mercados que son absolutamente
cruciales para el funcionamiento de la economía y la política pública? Ni
siquiera sobre eso existe concenso entre los economistas, pero platiquemos aquí
sobre algunos aspectos.
Lo más importante de todo: son
impredecibles. Tratar de adivinar cómo van a reaccionar, qué humor los
controla, qué precio van a ponerle a una noticia esperada, es imposible. La
incertidumbre es casi completa y es muy importante que los funcionarios
económicos comprendan ese aspecto: la incertidumbre y el riesgo son el rasgo
ineludible de los mercados financieros. No hay mucho que podamos hacer allí.
Y es allí en donde empieza lo complicado.
Los mercados son inciertos y volátiles. ¿Pero que tanto? ¿Son inciertos
volátiles como un cubilete o un volado? ¿O son volátiles como la turbulencia
del aire y de los mares?
Las últimas preguntas pueden formularse de
la siguiente manera: ¿las variaciones en los precios de las acciones y de los
bonos son suaves, varían algunas décimas de punto o si acaso, unos muy pocos
puntos cada sesión? ¿o variaciones porcentuales agudas son frecuentes? Vean a
Volkswagen, vean a Homex, vean a ICA, vean a Apple, vean al peso mexicano que
ha tenido que ser apoyado por la venta de reservas para suavizar las
variaciones de las últimas semanas, igual que la mayoría de las monedas de
mercados emergentes.
Los primeros economistas que formalizaron
el análisis de los mercados financieros, agrupados en la Hipótesis de Mercados
Eficientes (HME) produjeron un avance gigantesco en nuestra comprensión de los
mercados financieros. Nos enseñaron que efectivamente los mercados son
inciertos y erráticos, y nos enseñaron que la paciencia y el manejo del riesgo
debe de ser no únicamente herramientas de todo inversionista, sino cualidades
de todo funcionario financiero.
Pero una y otra vez los mercados han mostrado que
la HME no es suficiente: los mercados son más erráticos y volátiles que lo que
la HME aceptan, son más salvajes y volátiles de lo que se estipula en los
modelos, y eso tiene consecuencias profundas sobre la formación de precios y el
diseño de políticas. Miren si no al mercado petrolero, a los mercados de
materias primas y a los mercados de China. Variaciones agudas y no suaves son
mucho más usuales de lo que se cree, y debemos de preparar a los individuos y a
las instituciones para que esa volatilidad aguda sea una compañera constante en
los próximos mese
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