Esta semana la Reserva Federal de los
Estados Unidos, (la Fed) hizo válidos la mitad de los pronósticos respecto de
su decisión de política monetaria: conforme a lo pronosticado, incrementó sus
tasas de interés 25 centésimas hasta 0.75%, el nivel más alto de los últimos
siete años, y la segunda ocasión en una década que las tasas suben. Pero la
otra mitad de los pronósticos fallaron: la senda futura de las tasas para los
próximos doce meses parece estar más empinada de lo que se creía, pues Janet
Yellen, la solitaria presidenta de la Fed tiene una misión bien complicada:
salvar al mundo de la era de dislates de Donald Trump.
Creo que el principal destinatario
indirecto del cambio en el mensaje de la Fed de Yellen es justamente Donald
Trump. El destinatario directo son los mercados por supuesto, y a ellos la Fed
les dice ahora que en lugar de dos, quizá tendrá que haber tres alzas de tasas
en el 2017. Y la razón para ello quizá sea Trump.
La economía estadounidense se encuentra en
la cercanía de lo que los economistas llaman “pleno empleo”. La tasa de
desempleo está en mínimo de muchos años, el PIB está creciendo por encima de lo
esperado, las nóminas no agrícolas han crecido durante 74 meses consecutivos y
la expansión económica lleva siete años ininterrumpidos. La inflación, por
suerte para todos, permanece moderada y sin señas de un repunte preocupante,
pero las condiciones que típicamente se asocian a una incremento de precios se
encuentran presentes y la Fed siente que debe de cuidar ese aspecto.
Si la economía se encuentra en buen
estado, la Fed dice que ya no es necesario inyectarle oxígeno y vitaminas
manteniendo las tasas cerca del cero por ciento como lo hizo desde el 2008, y es
necesario aplicar el freno de manera gradual. El crecimiento está sólido, y
procede aplicar el freno gradualmente para que la inflación no asome las
narices.
Pero si la economía está en la ruta
correcta ¿Por qué Trump prepara lo que parece ser un paquete masivo de
reducción de impuestos a las empresas y a los más ricos? ¿Por qué si estamos
cerca del pleno empleo Trump quiere desregular el mercado financiero y regresar
de nuevo la expansión masiva del crédito? ¿Por qué si la economía está en un
camino de expansión equilibrada Trump parece querer recurrir a un colosal
déficit fiscal para producir quien sabe qué tipo de crecimiento económico?
La política macha y estamínea de Trump,
que asocia su obsesiva virilidad al dólar fuerte, a un crecimiento vigoroso, a
deuda masiva y a expansión en esteroides, produciría de concretarse al menos
tres efectos: un dólar fuerte, el disparo de los déficit comerciales y fiscal,
y quizá un resurgimiento de la inflación, la cual ha dormido plácida las
últimas tres décadas.
Es este último escenario quizá lo que
preocupa a Janet Yellen. El hecho que un empresario adicto a la deuda, a la
moratoria, a los excesos corporativos, conduzca a la economía estadounidense a
una ruta de crecimiento desequilibrado que deba ser moderada con los
instrumentos que la Fed tiene a su disposición: la credibilidad de su política,
la regulación financiera, y las tasas de interés.
Lo que estará entonces en juego en los
próximos dos o tres años será el delicado balance político y económico entre el
más poderoso funcionario electo (haiga sido como haiga sido) del mundo, Donald
Trump; y la más poderosa funcionaria no electa del mundo: Janet Yellen.
Quien preside la Fed comanda el centro de
poder más amplio del planeta sin que medie una elección. Es el funcionario no
electo más poderoso del mundo. Janet Yellen, propuesta por Barack Obama, de
repente se encuentra en una posición tremendamente complicada: ser el único y
el último contrapeso contra un presidente que ha demostrado que está más cerca
de un dictador que a la tradición democrática estadounidense.
El Partido Republicano, que se opuso hasta
el último instante a la candidatura de Trump, se ha convertido en un apéndice
del proto dictador, y el Senado y el Congreso, dominado por dicho partido, no
harán mayor oposición a los desenfrenos del neoyorquino. Los medios de
comunicación han mostrado la poca eficiencia que tienen sus denuncias y
opiniones ante una sociedad y un presidente electo a quienes no les importa en
lo más mínimo la decencia, los valores democráticos, y la rectitud política.
Ante el cinismo de Trump y sus electores, ante la muerte de la moral, los
medios no pueden ser un contrapeso para Trump.
Con Trump del lado de Rusia, con China cauta ante
el desafío de Trump, sin contrapesos internos. Súbitamente una solitaria mujer,
Janet Yellen, parecería ser la única capaz de salvar al mundo