Si el Reino Unido deja la Unión Europea
(UE) iniciaría un proceso de incertidumbre que podría concluir en el abandono
del Euro como moneda única. Cierto, el Reino no forma parte del sistema del
Euro, pero si es signataria de la UE, y si la segunda mayor economía de la UE
la abandona, las olas de choque que se enviarían podrían fracturar de manera
definitiva la unión monetaria.
Yo soy marxista…de la corriente Groucho.
Una de las mejores puntadas de Groucho Marx era aquella que decía que él jamás
sería miembro de un club que aceptaran a alguien cómo el, poniendo en una
simpatiquísima boutade aquél viejo
sofisma griego. El Reino Unido está cerca de aplicar esa máxima marxista, y la UE ha aceptado de que se “desoeuperice”
para que el otrora imperio pueda permanecer en Europa.
En encuestas recientes, el público
británico está marginalmente en contra de permanecer en la UE, reflejando al
aislacionismo que subtiende a casi toda Europa como consecuencia del prolongado
ciclo de recesión y estancamiento por un lado, y por el otro la imparable
oleada de emigrantes del mundo árabe.
Si la segunda economía más grande de la UE
descarta su membresía, es una muestra de rechazo, de absoluta desconfianza al
arreglo económico y monetario europeo, algo que los muy nerviosos mercados
financieros no soslayarán y erosionarán rápidamente la confianza en la moneda
única hasta hacerla volar por los aires.
¿Por qué nuestro diagnóstico es tan
alarmista? Porque si bien el Reino Unido de la Gran Bretaña e Irlanda del Norte
es la segunda economía de la UE, en términos financieros es la mayor potencia
del mundo, rivalizando con Nueva York, una posición que ha logrado mantener
desde que el imperio británico era la potencia incomparable del planeta.
Londres es el centro financiero del mundo,
en la City se operan más euros y dólares y yuanes que en ninguna otra plaza de
la tierra. Londres sigue siendo, gracias a la trascendental visión de su élite
política y financiera, el centro neurálgico de las finanzas globales, haciendo
el uno-dos-tres con Nueva York y Hong-Kong, vertebrando el dominio anglo
parlante del poder financiero global.
David Cameron, el premier inglés, ha
convocado al referéndum sobre la permanencia del Reino en la UE para el 23 de
junio, y a pesar de que previo a ese anuncio logró un acuerdo de excepcionalidad
con la UE que quizá incluya condiciones preferentes para la City de Londres y
el flujo de migrantes y la custodia de sus fronteras, dicho acuerdo quizá no
satisfaga a nadie en el espectro político.
Por un lado a los conservadores, como el
alcalde de Londres, Boris Johnson, que cabildearán por la separación de la UE,
el acuerdo no es suficiente y no remplaza a su exigencia de escindirse de la
Unión. Por el otro a los bancos y plazas financieras europeas el acuerdo quizá acentúe
su reclamo de que a la City se le están dando condiciones asimétricas respecto
de plazas como París y Frankfurt. Si el Reino abandona a la Unión, entonces
será muy difícil para el mercado del Euro mantener a la City como el centro y
seguramente emigrará a una de las dos grandes capitales del continente,
traduciéndose en pérdidas para la City. Dicho traslado de dominio puede
significar en el mediano plazo, cambios en las condiciones de liquidez de la
moneda única que acaben dando la puntilla a una divisa demasiado estresada por
las consecuencias de su pésimo diseño original y que ha perdido de manera
dramática el consenso que en sus orígenes disfruto entre la población europea.
El Reino Unido no aceptó nunca unirse al
Euro, y gracias a ello pudo aislarse del estancamiento del continente secuela
de la debacle financiera del 2008-2009, corroborando la importancia de una
moneda propia cuando las condiciones estructurales no son uniformes. Si el
Reino se separa de la Unión será un voto a favor de la fragmentación por parte
de uno de los países líderes en el consenso económico del mundo.
Escocia quiere separarse del Reino Unido;
para enmascarar su propia riesgo centrífugo, el Reino Unido quiere separarse de
Europa. Cataluña quiere separarse de un país que no tiene gobierno: España. Las
comunidades francófonas y flamencas de Bélgica se fracturan en otro país sin
gobierno. La desunión es la marca de la Unión Europea, todas las fuerzas
centrífugas apuntan a la separación de la alianza monetaria que aún mantiene a
la moneda única. La separación del Reino Unido de la Unión Europea puede ser el
fin del euro, y el fin del euro puede ser el principio de un proceso de
desarreglo económico cuyas consecuencias son difíciles en estos momentos de
visualizar, pero que no serán amables ni fáciles de controlar.