La elección fácil fue la de julio del 2000, lo difícil comienza ahorita. En el 2000 incluso partes del PRI mismo –el presidente Ernesto Zedillo- se sintieron aliviadas con dejar el poder sostenido durante más de 70 años, y el país cambió de régimen en medio de terciopelos. Pero el período 2010-2012 será el escenario de la verdadera lucha por el poder en México, sobre todo después de que las elecciones de este domingo mostraron que el PRI no es invencible, y que la elección del 2012 podría ser muy abierta.
En el año 2000 las élites que controlan el país se dieron cuenta que no era eficiente seguir apoyando a un PRI desgastado, con pésima reputación internacional, y con un control cada vez menos eficiente de la política local, y gustosas, optaron por la alternancia conservadora, permitiendo elecciones limpias que resultaron en la elección de Vicente Fox.
Diez años después, gracias al pobrísimo desempeño de los gobiernos panistas y aprovechando que el miedo que provocó López Obrador antes las élites los convirtieron en estos diez años en “enemigos útiles”, el PRI, revivido y fortalecido había convencido a las élites de que lo mejor que le podría pasar al país es que la vieja clase priista regrese, y han construido para ello a un candidato formidable: Enrique Peña Nieto. Un político eficiente, y con un carisma mediático inédito en México.
Las élites del país habían estado apoyando de manera cada vez más entusiasta la alternativa Peña Nieto. La memoria de los mercados y de los electores es corta y el PRI ha logrado convencer a élites (empezando con las televisoras), a los mercados y a una franja creciente de votantes que es más eficiente y sabe ejecutar mejor que los partidos de la alternancia.
Pero a diferencia del 2000, cuando incluso el mismo presidente priista ha de haber compartido con las élites el entusiasmo por la alternancia, en esta ocasión, el partido en el poder no comparte con las élites la apreciación de que lo mejor que le puede pasar al país es que el PRI regrese. En otras palabras, el PAN no se va a dejar, y está dispuesto a lo que sea, literalmente, incluso a aliarse con el PRD, para conservar el poder.
Las elecciones del fin de semana tiene entonces un mensaje muy claro a las élites de este país: apostar anticipadamente todo por el PRI y Enrique Peña Nieto puede no ser lo más adecuado, y creo que las élites, tras los resultados en Oaxaca, Puebla y Sinaloa, han tomado nota.
La imparable popularidad del gobernador mexiquense, su puntillosa eficiencia política, su pulida y estudiada presencia mediática, y los resultados de las elecciones intermedias del 2009 habían provocado en las élites, los mercados y el electorado, el humor de que apostar por el regreso del PRI con Peña Nieto era una cosa segura. Ya no lo es.
Por supuesto que el PRI ganó en hasta nueve estados, y es el partido que más entidades ganó. Pero lo de ayer es una derrota muy severa, no únicamente en términos electorales, sino en términos políticos. La derrota de el PRI en Oaxaca, Puebla y Sinaloa mostró a las élites mexicanas que Peña Nieto y el PRI son vulnerables, y que una receta extraña e improbable, la alianza PAN-PRD puede descarrilar su apuesta temprana por el gobernador mexiquense.
El resultado de la jornada de ayer entonces es que la contienda presidencial del 2012 se ha abierto. Peña Nieto y el PRI son vulnerables a las alianzas y las élites a partir de hoy van a tomar en cuenta un escenario alternativo: el de que una alianza PAN-PRD derrote al sucesor de Peña Nieto en el 2011, y que por consecuencia el gobernador mexiquense llegue frágil (si es que llega) a la presidencial del 2012.
El cálculo del PRI y de Peña Nieto era claro: ganar de manera contundente las 13 gubernaturas en pugna el domingo pasado y confirmar en el ánimos de las élites, los mercados financieros y los electores, que su regreso y el triunfo de Peña Nieto era cuestión de cambiar las hojas del calendario.
Pero en eso se atravesaron Manuel Camacho, Jesús Ortega y César Nava con una idea que a todas luces era improbable: las alianzas. Esas alianzas electorales, que nunca se hicieron para sacar al PRI del poder, se concretaron hoy para impedir su regreso. Lo que nunca hicieron la izquierda y la derecha en 70 años de priismo lo logró provocar la posibilidad de que la formidable candidatura de Peña Nieto arrasara con la oposición y sembrara una nueva era de dilatada dominancia priista.
Más allá de dilucidar si en los casos de Oaxaca, Puebla y Sinaloa, más que las alianzas lo que funcionaron fueron los candidatos, lo cierto es lo siguiente: las dirigencias del PAN y del PRD ya se dieron cuenta que existe una única forma de vencer al hasta ayer imparable Enrique Peña Nieto: hacer una alianza que apoye al candidato más adecuado, y aguantar contra viento y marea hasta el día de la elección, usando incluso el aparato del Estado contra el PRI, dándole a los priistas una sopa de su propio chocolate.
Es por ello que la jornada de ayer es una amarga derrota para el PRI. Peña Nieto y su partido son vulnerables, y el PAN ya encontró la receta para derrotarlos, así sea uniéndose en matrimonios non-sanctos con el PRD. El daño al poderoso edificio del Peñismo está hecho: ya se le encontró una fisura y por allí le van a pegar tratando de derribarlo.
El mensaje de vulnerabilidad de Peña Nieto y el PRI ya fue anotado por los mercados financieros, por las élites y por los votantes de este país, y la sucesión del 2012 está abierta.
Pero el PRI, catatónico en las primeras horas tras el desenlace de la jornada del domingo sabrá reaccionar, y la fuerza y la astucia que lo han posicionado como la principal fuerza política del país diez años después de perder la presidencia serán usadas para tratar de recuperar el terreno perdido.
Si el PAN no está dispuesto a ceder el poder y hará lo que sea para permanecer en él, incluso aliarse con el PRD, el PRI buscará hacer otro tanto, y hará lo que sea para recuperar la presidencia que siente que le ha sido escriturada en las alturas.
Con las élites y los mercados financieros cautos a elegir antes de tiempo frente a una sucesión abierta en el 2012, los siguientes dos años serán el teatro de una encarnizada lucha por el poder entre los grupos políticos. Y no serán nada fáciles.
2 comentarios:
Me agradas como analista económico, pero con tus post de la tenencia y ahora éste, me encantas como analista político.
No creo que el PAN lo haya hecho mucho mejor que el PRI en estos 10 años, pero de alguna forma ingenua siento que el regreso del PRI es un regreso a un México de cartón a un México de apariencias a un México donde ni siquiera la esperanza de un cambio es real, como lo llamó alguien el PRI es el perfecto camaleón, derecha, izquierda, centro.
Aunque con esto que propones o más bien apuntas de alianza PAN - PRD, no estoy muy segura que vaya a salir.
Me quedo con esta frase:
"La presidencia que siente que le ha sido escriturada en las alturas."
Un abrazo
Gracias por tus comentarios!! no es que crea que una alianza PAN-PRD sea la solución, pero es como se están dando las cosas. Espérate al contra-ataque del PRI.
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