Nada, ni las puñaladas, son gratis en esta
vida. Todo tiene un costo. Hasta el dinero gratis cuesta. ¿Cuál es el costo de
que sigamos teniendo por parte de la Reserva Federal de los Estados Unidos
dinero con costo cero, al menos unos meses más? A juzgar por la reacción
negativa de los mercados accionarios tras la decisión de no subir tasas, el
costo no parece ser nimio, y va a ser difícil de digerir.
Pero todo en esta vida piramidal funesta
entonces, tiene un costado bueno, uno malo, y uno feo. Veamos esas tres aristas
de la decisión de la Fed.
Lo bueno que la Fed no haya movido sus
tasas es evidente: el dinero para los bancos en los Estados Unidos seguirá
siendo un regalo. La Fed cobra una tasa de cero por ciento a aquellos bancos
comerciales que quieran pedirlo, y al mismo tiempo mantiene en cero, a través
de operaciones de liquidez, la tasa a la cual se prestan los bancos comerciales
entre ellos los fondos intradía. Es decir, mantiene en cero el costo del dinero
para los bancos con el objetivo de que dichas instituciones presten a las
empresas y a las familias y haya así más inversión y más empleo y la economía
crezca.
Que luego de casi seis años en que las
tasas estén en cero el crecimiento no sea aún suficientemente robusto como para
regresar a la normalidad es un verdadero motivo de alarma. La escuela
keynesiana predijo dicho resultado con su modelo de “trampa de liquidez”, pero
no deja de sorprender que el estancamiento económico sea tan persistente.
El resto de los bancos centrales del mundo
(incluyendo el Banxico), que andaban con el Jesús en la boca, respiraron
aliviados por la decisión de Janet Yellen, la presidenta de la Fed. La mayoría
de las economías del mundo no se encuentran en la situación tan favorable en la
que está la economía estadounidense: con una tasa de desempleo tan baja y con
tasas de crecimiento del PIB tan sólidas, y más bien están en medio del
estancamiento y algunas de ellas entrando en recesión. Si la Fed sigue
regalando el dinero es bueno, razonan, pues no tendrán que alzar sus tasas
domésticas para evitar una reversión de los flujos de capital de sus países a
la mayor economía del mundo.
Lo malo de que la Fed no haya subido sus
tasas de interés el jueves pasado es que dejó claro el mensaje de que las va a
subir pronto, muy probablemente antes del fin de año. Es decir, la aguda
incertidumbre causado por la indefinición de la trayectoria de corto plazo de
los réditos de referencia de la Fed, continuará, y pocas cosas son peores que
la incertidumbre. Mas valdría tener certeza del daño, así sabríamos como
actuar, parecen decir los inversionistas, pero esta ambivalencia respecto de si
suben o no suben.
Lo malo de que la Fed no haya subido tasas
es que da licencia a aquellos que, como China, se resisten a incurrir en los
costos de realizar los ajustes internos necesarios para que sus economías se
equilibren. Siguiendo con China, ésta economía produce muchas más de lo que
debería: debería de cerrar muchas fábricas ineficientes y despedir muchos
trabajadores para elevar la productividad y poder competir sin subsidios;
necesita dejar de ahorrar tanto y consumir más, necesita desinflar una burbuja
especulativa en su desordenado mercado de valores. Necesita hacer muchas cosas
que le costarían mucho llevar a cabo. Pero no quiere hacerlo. Total, ha logrado
que la Fed, ante el temor de que la turbulencia China reverbere en el resto del
mundo, mantenga sin cambios sus tasas de interés. Y así como China, hay varias
economías (piensen en Brasil), que han agradecido enormemente que Yellen no
haya subido sus tasas con tal de no enfrascarse en ajustes internos que serían
necesariamente dolorosos. Y eso es malo, pues el dar licencias a comportamientos
no responsables tarde que temprano, como ocurrió en el México de 1988-1994,
acaban mal, y a veces, muy mal.
Y lo feo es que cuando esto se ponga feo,
se va a poner muy feo.
Qué bueno que la Fed no subió sus tasas,
que malo que China seguirá posponiendo su ajuste. Pero que feo se va a poner
esto cuando la Fed tenga que subir, parece que ineluctablemente sus tasas de
interés.
Como lo hemos escrito en éstas páginas: la
Fed es la mamá de todo el mundo. De ella depende la suerte de las economías
nacionales, el dinamismo local, el destino de las regiones. Tiene un poder
enorme, pero no las facultades para ordenar los factores que restringen su
accionar. En la marcha irremontable de la globalización viene un efecto no
deseado: la extrema complejidad del mundo se ha concentrado en un solo punto, la
Fed.
Como en una figura diseñada por fractales,
el proceso azaroso y caótico ha diseñado una figura uniforme y armoniosa, la
economía global, pero con el aumento de la complejidad ha venido aparejado un
aumento en el efecto que la materialización de los riesgos latentes puedan
tener sobre ese bello fractal. Y eso va a estar feo.
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