Las encuestas estaban en lo correcto:
Hillary Clinton ganó la elección, pero no ganó la presidencia de los Estados
Unidos. El extravagante método de elección estadounidense ha provocado que a
pesar de que Clinton tuvo más de un millón de votos más que Trump, éste será el
próximo presidente. Y lo será con un amplio mandato: con mayoría en la Cámara
de Representantes y el Senado, dándole un poder casi sin contrapesos. Hoy un contrapeso
poderosos sin embargo: el gigantesco mercado de bonos.
El mercado de bonos es quizá dos veces más
grande que el mercado de acciones. El valor de las emisiones de deuda del mundo
es el doble que el valor de las acciones y es por tanto el más profundo,
líquido y temible mercado del planeta. James Carville, que tanta falta le hizo
esta vez a los demócratas y que fue el estratega electoral de Bill Clinton,
dijo alguna vez que él quería reencarnar como el mercado de bonos: “todo mundo
te temería”. Y si, todo el mundo debe de temerle, incluso Donald Trump.
¿Por qué el mercado de bonos es tan
importante? Por que allí se fija la que quizá sea la variable económica
fundamental: la tasa de rendimiento de largo plazo. De esa tasa depende la
inversión, el ahorro y las pensiones, el financiamiento de infraestructura y el
costo financiero de la deuda de todos los países del mundo. Meterse contra el
mercado de bonos es peligroso, pues las consecuencias pueden ser devastadoras:
pueden mandar economías enteras a la recesión, quebrar el retiro de millones de
personas, y perturbar el sistema de divisas del mundo. Así de dramático.
Donald Trump se ha calificado a si mismo
como “el rey de la deuda”. La deuda le fascina, es adicto a ella…y a no
pagarla, como lo muestran sus moratorias seriales. Trump acostumbra a hacer
negocios endeudándose al máximo, y muy probablemente ese estilo lo lleve a la
Casa Blanca y lo convierta en el centro de su política económica, incrementando
así los déficits y la deuda pública, y probablemente disparando un repunte de
la inflación general.
De concretarse esa política económica
tendría dos consecuencias sobre el mercado: un alza en la tasa de largo plazo,
y la consecuente alza del dólar estadounidense. De hecho lo anterior no es una
hipótesis y antes bien, es justo lo que ocurrió en los tres días posteriores a
la elección de Trump. En la semana de la elección un billón de dólares fueron
borrados del mercado de bonos al subir las tasas de largo plazo y caer el valor
de los bonos., la peor caída de los últimos tres años.
El mercado de bonos está anticipando que
la expansión fiscal agresiva que podría caracterizas a Trump deberá ser
acompañada de alzas en las tasas de interés de la Reserva Federal, incrementando
el costo del servicio de financiamiento a empresas y gobierno y fortaleciendo
al dólar estadounidense.
Junto con un incremento en el gasto, Trump
podría acompañar sus primeros días con una reducción en los impuestos, sobre
todo a los deciles más altos, incrementando el déficit fiscal y el apetito del
gobierno por bonos. No sería la primera vez que esto ocurre. Es más, esta
mezcla se ha convertido desde Ronald Reagan en la jugada favorita de los
republicanos.
El poder del mercado de bonos es
descomunal. Trump aún no bosqueja su plan económico, aún no toma posesión, y el
mercado ya está reaccionando. Trump llega en un momento en que las tasas están
retomando el alza luego de ocho años de estancarse en mínimos históricos, al
tiempo que los Estados Unidos logró reducir sus déficit a niveles aceptables.
Trump romperá con esa tendencia y expandirá el déficit a niveles cercanos o
mayores a los que vimos en la crisis financiera y que orillaron a las
calificadoras a reducir la nota de riesgo de los EEUU.
El mercado de acciones está eufórico tras
la victoria de Trump: sus primeros discursos no fueron tan agresivos como su
campaña, y las señales de que repelerá la Dodd-Frank y aumentará el gasto han
hecho que las acciones de bancos, constructoras, empresas de defensa, petroleras
y farmacéuticas se disparen, en detrimento de las acciones tecnológicas y de
energías alternativas. El mercado de acciones es muy dado a la florescencia, a
la extravagancia y exuberancia, le gusta engañarse y creerse sus historias.
Pero el mercado de bonos es distinto: es difícil engañarlo, está siempre
atento, es sangre fría y calculador. Trump es un peligro: y el mercado de bonos
lo sabe.
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