domingo, 12 de marzo de 2017

Poemas Para Beber En El Starbucks: Llegó Borracho El Quevedo

Dicen que la poesía sirve para enamorar mujeres, para alabar a los héroes, para decir cosas bellas. Todo eso por supuesto. Pero los antiguos la usaban para muchas más cosas: "Los trabajos y los Días" de Hesíodo, por ejemplo, es un largo poema que casi es un instructivo sobre economía doméstica; "Las Luisiadas", la obra maestra de Camoes, es la historia propagandística del imperio portugués puesta en bellísimos versos.

La poesía sirve para todo, incluso para ponernos bien borrachos.

Imagine que está usted sentado en una taberna con una copa de vino enfrente. Atraídos por el caldo un grupo de mosquitos entran volando a la copa y al beber el vino quedan atrapados y mueren dentro. ¿Por qué desperdiciar la copa, si los mosquitos están llenos de vino? Para vengar la muerte de los insectos, usted apura la copa y se bebe también los mosquitos, tan borrachos como usted.

¿Se puede hacer poesía con esa anécdota cantinera y vulgar? La respuesta no es únicamente si. La respuesta es que esa imagen produjo uno de los más complejos, perfectos y gloriosos poemas de la lengua castellana.

Este, por el genio Don Francisco de Quevedo


Tudescos moscos de los sorbos finos,
caspa de las azumbres más sabrosas,
que porque el fuego tiene mariposas,
queréis que el mosto tenga marivinos.
aves luquetes*, átomos mezquinos,
motas borrachas, pájaras vinosas,
pelusas de los vinos invidiosas,
abejas de la miel de los tocinos,

liendres de la vendimia, yo os admito
en mi gaznate pues tenéis por soga
al nieto de la vid, licor bendito.

Tomá en el trazo hacia mi nuez la boga,
que bebiéndoos a todos, me desquito
del vino que bebistes y os ahoga.

Francisco de Quevedo
Madrid,  1580-1645
*luquetes: rodajas de naranja o limón que se agregaban al vino.
Tudescos es un apelativo de los alemanes, famosos bebedores; la hermosa palabra "azumbre" es una antigua medida para los líquidos; el mosto es el primer jugo de la uva, con semilla y piel incluidas; y marivinos es una palabra inventada por Quevedo para conjuntar a las mariposas con el vino, una genialidad. El resto del poema no necesita mayores claves. Como no las necesita el poema entero.

Quevedo de hecho se inscribe en una larga tradición. Desde la poesía latina e italiana, el tema de los moscos y las moscas ahogadas en el vino es una constante. Hay muchos poemas sobre el mismo tema, el cual tristemente fue cayendo en desuso y ya no vemos poemas modernos sobre mosquitos borrachos siendo ingeridos en una peda.

Pero nunca es tarde para rescatar la tradición. La siguiente vez que beban vino precioso con mosquitos dentro, recuerden estos magníficos versos, y continúen una venerable tradición.

Salud.


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