El negocio de la esquina fue
tradicionalmente el abarrote. Nuestro primer contacto con el mundo de los
negocios fue siempre la tiendita de la cuadra. La concentración hizo que ese
modelo fuera inviable y dejara el lugar al colosal supermercado en donde la
variedad es mucho mayor que en el abarrote. Pero incluso el mayor hipermercado
tiene ausencias: hay muchas cosas que no encontramos, y el advenimiento de
internet , en particular de Amazon, ha sido un sismo que transformará la forma
en que los consumidores compramos.
La semana pasada fue testigo de un hecho
que cambiará la forma en que nos abastecemos: Amazon el gigante minorista de internet,
compró a la cadena de abarrotes Whole Foods, una minorista de alta gama de los
Estados Unidos, concretando los pronósticos de algunos que vaticinan que, una a
una, las industrias tradicionales serán absorbidas por los colosos del
internet.
El monopolio de la tecnología y de su
aplicación, resultante de la innovación tecnológica, proporciona a los mamuts
de la internet una posición de mercado privilegiada desde donde extraen rentas
extraordinarias, reflejadas en un flujo de caja descomunal, desconocido hasta
hoy para la historia económica. Los números son descomunales: Apple tiene en
sus cofres la friolera de USD$257 mil millones, seguido de Microsoft con USD$126
mil millones, y Google con USD$92 mil millones. Amazon tenía en su cuenta de
cheques USD$26 mil millones.
Para darnos una idea de la disparidad
entre los nuevas compañías tecnológicas y las empresas tradicionales, el coloso
WalMart tiene en caja “apenas” USD$6.9 mil millones. Nuestro Banco de México,
uno de los bancos centrales más sólidos del mundo, cuenta con USD$175 mil
millones de dólares en sus reservas internacionales. Es decir: Apple solita
tiene en sus cuentas tanto dinero como todo un país.
Esa enorme caja con la que cuentan las
grandes empresas tecnológicas, resultante de la explotación de la renta que
significan sus patentes, su posición de líderes innovadores, tiene un potencial
disruptivo tremendo, y muchos vaticinan que dichas compañías se irán
apoderando, una por una, de las viejas industrias: Amazon comprando cadenas de
supermercados y periódicos; Apple ¿comprando bancos o telefónicas, o incluso
una automotriz para desarrollar su auto sin conductor?; ¿Facebook comprando
bancos, televisoras o compañías de tarjetas de crédito? ¿Google comprando
cableras o a Netflix?
El ciclo tradicional de concentración de
capital ha ascendido a un nivel insospechado, en donde gigantes que hasta hace
un par de décadas eran los peces grandes ahora podrían ser engullidos por
jugadores que hace treinta años era tan solo unas empresitas saliendo de los
garages de Sillicon Valley. Monstruos como General Electric, US Steel, General
Motors o Ford, o incluso la mayor compañía del mundo por sus ventas: WalMart,
podrían ser presa fácil de los descomunales empresas tecnológicas, cambiando
para siempre nuestra percepción de la economía.
La adquisición de Whole Foods por parte de
Amazon, de ser aprobada por los reguladores, podría cambiar radicalmente el
negocio del abarrote, el cual habría pasado de la tiendita de la esquina, al
hipermercado, a tu habitación desde donde tú ordenarías cualquier cosas que
necesites en el mundo y sería transportada por una legión de drones y robots
hasta tu casa o tienda más cercana.
Los colosos de la internet se están
apoderando de las industrias tradicionales. Al desubicarse la producción del
consumo hace ya varios siglos el potencial para que lo que ocurre hoy se
materializara estaba allí: podremos consumir en nuestro hogar cualquier cosa
que se produzca en el mundo, producido y surtido por una red compleja de autómatas
al servicio de esas grandes corporaciones. La fruición con la que Amazon se
engulle a Whole Foods será seguro el inicio de una serie de adquisiciones en
donde las nuevas empresas se traguen a sus rivales de la vieja economía.
Por ejemplo: Facebook podría convertirse
en los próximos pocos años en el banco más grande del mundo. Un banco es una
empresa que intermedia a aquellos que ahorran con los que necesitan invertir.
Pero como ahorradores e inversionistas no se conocen, el banco es el puente que
los une. Pero Facebook es una plataforma en donde miles de millones que no se
conocen pueden contactarse, haciendo inútil la existencia de los bancos.
El futuro está llegando muy rápido, y en
algunas industrias ya lo dejamos atrás y estamos viendo cosas que no
imaginábamos. La concentración del capital: dinero, activos y conocimiento, se
está acelerando brutalmente debido a las montañas de efectivos con que cuentan
las empresas de internet, y eso cambiará para siempre el mundo que conocemos.
1 comentario:
Hasta parece capítulo de Black Mirror en Economía. Antes las grades fabricas sepultaron a los talleres artesanales hoy las fabricas invisibles se tragan como hoyo negro a aquellas grandes fabricas
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