Si las bolsas de valores son una medida del optimismo y de la salud global, entonces, como lo creer Donald Trump, vivimos en una época de ro, dados los niveles máximos históricos en donde cotizan los principales índices de Wall Street. Hay que matizar: Wall Street se encuentra allí a pesar de que las señales de una desaceleración económica son numerosas por dos motivos: porque se espera que la Fed baje sus tasas de interés pronto, y porque apuestan a que Trump y China llegarán a un acuerdo comercial.
Los precios de los activos financieros se determinan por dos factores: cuánto flujo de dinero producirán en el futuro, y a que tasa dichos flujos son convertidos a valor presente. Esta última operación se realiza con una tasa llamada la “tasa de descuento”, que típicamente está basada en la tasa de interés fijada por la Reserva Federal de los Estados Unidos.
El nivel y la expectativa de trayectoria futura de las tasas de interés son uno de los determinantes principales del precio de los activos financieros. Por ello es que Wall Street y todos los mercados del mundo están atentos en todo momento a la posible trayectoria de las tasas.
En diciembre del año pasado, mientras Wall Street se despeñaba, La Fed envió un claro mensaje de que estaba dispuesto a reducir sus tasas de ser necesario, interrumpiendo el ciclo de alzas iniciado desde diciembre de 2015. La última comunicación de la Fed de hace una semana mostró que el banco central está dispuesto y casi listo a cumplir su promesa de reducir sus tasas, el primer recorte en más de diez años. Si esto ocurre, la expectativa de Wall Street será validado y quizá veamos nuevos máximos.
Pero por otro lado está la guerra comercial de Trump Vs China. Este fin de semana en las reuniones del G-20 se acordó una tregua, pero no hubo una solución al conflicto. Quizá esto le baste a los mercados para continuar su imparable ascenso, pero muy probablemente Trump seguirá usando los amagos contra el gigante asiático como una herramienta electoral y asegurar su reelección.
Tanto México como China adivinan que las represalias comerciales, migratorias y políticas blandidas contra ellos por Trump serán armas electorales de corto plazo, que serán usadas de acuerdo con la situación en las encuestas.
Trump tiene un aliado invaluable que no existe: el candidato del partido demócrata. Hasta hoy Trump parece electoralmente imbatible porque el ejército de pre-candidatos demócratas no alcanzan a producir un rival que pueda enfrentarse al presidente en las elecciones. Si del proceso resulta un candidato demócrata fuerte, capaz de montar un desafío serio contra Trump, entonces México, China y el mundo (Vietnam y Japón) por ejemplo, deberán de prepararse para un uso caprichoso y electorero de aranceles, muros, y prohibiciones de viaje de sus ciudadanos a EEUU, entre otros.
Si los demócratas producen un candidato fuerte, ecualizando la contienda que en este momento parece de un solo lado, entonces los mercados quizá reaccionen como lo hicieron en la larga campaña de 2017 de Hillary Clinton Vs Trump: congelándose y yendo a ningún lado debido a la incertidumbre respecto de la identidad del ganador.
Todo lo anterior se da en un contexto muy peculiar: si la Fed está dispuesta a recortar tasas por primera vez en más de una década, es porque las probabilidades de una recesión económica son las más altas desde entonces. Los mercados de bonos suelen atinarle, y sus pendientes inversas por todos lados parecen predecir una contracción de la economía que será el caldo en donde todos los ingredientes anteriores, se combinen para producir el potaje.