La tasa de los bonos de diez años en México ha caído de manera pronunciada en las últimas semanas, y ya se encuentra por debajo de la tasa de dos años. La caída ha sido muy rápida además: el 13 de febrero estaba en 8.56 por ciento, y para el cierre de la semana pasada se había derrumbado a 7.68 por ciento. Que el costo del dinero a largo plazo baje debería de ser una buena noticia, pero hay unos comentarios que vale la pena hacer.
Hace seis meses la tasa del bono de dos años en México se encontraba en cerca de 8.75 por ciento, mientras que las de diez años rendía 8.95 por ciento. Al cierre de la semana pasada la tasa de dos y diez años eran de 8.2 y 7.68 por ciento, respectivamente. En Estados Unidos, cuando la tasa de dos años se encuentra por encima de la de diez años ha sobrevenido una recesión económica, así que los mercados están de manera constante monitoreando esta relación, conocida como la pendiente de la curva de plazos.
Aquí en México la curva ha estado invertida varias veces en el pasado sin que haya sobrevenido una recesión, pues existen factores que impiden que dicha correlación no se mantenga. Pero la velocidad con la que se ha hundido la tasa de largo plazo parece estar enviando un mensaje al Banco de México: tendrá que reducir las tasas de interés más tarde que temprano, a pesar de la reticencia entendible de la junta de gobierno. Ese es el mensaje, aunque existen razones para matizarlo. Como las siguientes:
Primero, el poder predictivo de la curva de plazos en México no es como el de Estados Unidos. La inversión de la curva no ha predicho una recesión. Una de las explicaciones más razonables para que esto ocurra es que el grado de intermediación financiera en México es muy bajo comparado con el de EEUU, y por lo tanto el efecto que implica la inversión de la curva al desanimar el crédito bancario, no presenta en México el mismo efecto que en su vecino.
El segundo factor es que el Banco de México no tiene un mandato dual. La Fed de Estados Unidos está obligada a garantizar el mayor crecimiento del PIB sujeto a una inflación baja. El mandato del Banco de México sólo incluye el poder adquisitivo de la moneda, es decir, una inflación baja, así que el mensaje del mercado hacia el Banxico, en el sentido de que debe de bajar sus tasas de referencia en los próximos meses dada la dinámica de la economía, no es compatible con el mandato unidimensional de nuestro banco central.
El mandato del Banco de México no implica potenciar la expansión económica, incluso en condiciones de baja inflación y bajo crecimiento, así que bajo un mandato único, la inversión de la curva de plazos no debe de interpretarse como un pronóstico de reducción de tasas del Banxico, como sería el caso con la Fed si esto ocurriera en EEUU.
Lo que preocupa entonces, más allá del poder predictivo de los mercados y del mensaje que los inversionistas en bonos estén comunicando de manera no intencionada hacia las autoridades monetarias, es el probable trasfondo. Es probable que lo que los inversionistas estén viendo hacia delante es una continua suavidad en las condiciones económicas del país, y que sea ese pronóstico lo que está detrás de la reducción tan rápida que hemos visto en las tasas de largo plazo mexicanas.
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