Joe Biden gobernará la economía más grande del mundo (si no hay uma desagradable sorpresa), en medio de la peor recesión económica desde el fin de la segunda guerra mundial. Lo hará montado en una coalición de voto conformada por mujeres, minorías, y personas mayores que lograron vencer el intento de la extrema derecha estadounidense de retener el poder otros cuatro años. La economía será su riesgo más importante, pues de fallar, como le ocurrió a la República de Weimar, la ultraderecha podría regresar aún más fortalecida de lo que está, y podría imponerse.
Biden ganó con un margen amplísimo en el voto popular, cerca de cinco millones, contra Trump y su coalición de extrema derecha. Fue un rechazo masivo contra Trump y sus aliados de retórica y práctica fascista. Pero junto a ese rechazo masivo hubo también un apoyo masivo para la opción de derecha: cerca de 71 millones de estadounidenses apoyan a Trump.
El rechazo a Trump tuvo dos fuentes: la política y la económica. Una parte importante de quienes lo rechazaron lo hicieron porque abjuran del discurso y la práctica política del impresentable millonario. Pero otros lo rechazaron porque el pésimo manejo de la crisis sanitaria resultante de la pandemia covid, se tradujo en la peor crisis económica de los últimos noventa años en los Estados Unidos.
La mezcla de oposición ideológica más un rechazo a los resultados de su gobierno significa que si Biden no logra resultados que mejoren la situación económica de millones de estadounidenses que están o contagiados por el virus, o en el desempleo, Trump y su coalición podrían regresar en 2024, con más fuerza aún.
El votante más liberal y de izquierda estadounidense (y los demócratas deben de mantener esa coalición suya unica, lo cual no es una garantía) no votará por Trump y su coalición, pero aquellos votantes que castigaron al republicano debido a sus resultados, podrían volver a votar por él o el candidato que el le imponga a su (así, en posesivo) partido en el 2024, legitimando la agenda de la extrema derecha con una nueva victoria electoral.
Recordemos a la República de Weimar. Luego del derrumbe del imperio prusiano tras su derrota en la primera guerra mundial, Alemania fue dirigida por una coalición de liberales, socialistas, comunistas en medio de una revuelta popular en contra del régimen imperial. Las condiciones económicas impuestas por los aliados en Versalles, junto con las disputas internas de la coalición del gobierno, deterioraron la situación económica de los alemanes aún más, causando hiperinflación e híper desempleo, causando el descontento que fue aprovechado por Hitler y el Nazismo para capturar el poder en el país.
Es siempre muy peligroso pensar que la historia se repite, pues cada momento es único. Pero hoy como en Weimar, la economía global y de los Estados Unidos se encuentra en condiciones de extrema debilidad. Hoy como en Weimar una coalición liberal y de izquierda han derrotado con el apoyo popular a un gobierno de extrema derecha que ha llevado al país y a la economía a un escenario fatal.
Biden debe entonces mostrar resultados inmediatos en dos frentes: el combate a la pandemia, y luego la reactivación económica y del empleo. Y debe de hacerlo antes de las elecciones intermedias de 2022, o arriesgarse a que los republicanos les arrebaten el congreso y le hagan la vida imposible.
Más aún, Biden debe de lograr ambos objetivos al tiempo que mantiene unida su compleja coalición política que le permitió derrotar a Trump y a su populismo de extrema derecha. Deberá de organizar a la izquierda de Alejandra Ocasio Cortéz, y a los republicanos moderados de The Lincoln Project que lo apoyaron, al tiempo que acaba con la pandemia y revive el empleo y la economía.
De no cumplir lo anterior, Biden corre el riesgo de que el muy efectivo discurso populista para hombres blancos que vocifera Trump, regrese con más fuerza aún. Trump aportó un conjunto de votantes nuevos al partido republicano: la extrema derecha racista, armada y violenta que no votaba porque veía a los republicanos como una organización de izquierda. Logró convencer a latinos sensibles al fantasma del socialismo. Logró meter ak ruedo republicano a la más extrema derecha que nunca cupo en el partido de los Bush o de los Romney.
Trump ha salvado al partido republicano radicalizándolo hacia la derecha. Si Biden falla en expandir aún más y sin miedo el gasto público para reactivar la economía y el empleo, y no logra contener las fuerzas centrífugas de su coalición política, Trump y la ultraderecha podrán regresar en 2024 por el cascajo que deje esta nueva República de Weimar.
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