sábado, 19 de junio de 2021

Domingos Rancheros: El Futuro Del Ranchero Más Allá de México, Bendita Santa Cecilia

Todos lo sabemos: la segunda ciudad mexicana más grande no está en México, sino en California. No debería de sorprendernos entonces que Los Ángeles, uno de los corazones de lo mexicano, sea desde hace décadas, una de las grandes capitales del ranchero.

Déjen robarme una anécdota de la historia de Bruce Springsteen y su manager, Jon Landau, quien cuando lo escuchó por primera vez decidió dejar de ser crítico en la revista Rolling Stone para manejar a Bruce. En una reseña legendaria escribió: "he visto el futuro del rock and roll, su nombre es Bruce Springsteen".

Yo he visto el futuro del ranchero, y se llama La Santa Cecilia.

Como la materia prima del ranchero son los sentimientos más básicos de nuestra vida y muerte: el sufrimiento amoroso, la pobreza y sus letanías, la migración y el abandono, la familia y sus devenires, y el desafío ante las adversidades del mundo, el ranchero es universal, por eso es inevitable que se nos escape a los mexicanos. Por eso el ranchero es cada vez más la música tradicional de Suramérica. Por eso el ranchero es también, una de las músicas de los Estados Unidos.

¿Nos debería de sorprender entonces que el mejor ranchero esté siendo cantado por la mexico-americana Lila Downs, y los chicanos de La Santa Cecilia? En absoluto. Es la evolución natural, el ranchero va más allá de México, más allá incluso del mariachi. Quizá algún día (aunque difícilmente), vaya más allá del castellano.

Si Estados Unidos es el tercer país hispanoparlante del mundo, luego de México y Colombia, tiene todo el derecho de cantar, amar y definir el futuro del ranchero al igual que México y cualquier otro. Si la gachupina Rocío Durcal llegó a ser la cantante más popular de mariachi, y si la pochita Linda Rodstand grabó el disco de ranchero más vendido en la historia del género, los mexicanos debemos de acostumbrarnos y de estar orgullosos: el futuro del ranchero será definido dentro y fuera de México, dentro y fuera del mariachi.

Lo digo abochornado y con vergüenza: hasta hoy no conocía a La Santa Cecilia. Me la topé en youtube escuchando a mi reina, Lila Downs, y en un día ya soy el fan más furioso de esta bella banda de rancheros chicano-angelinos capitaneados por la fantástica "Marisoul".

La intelectualidad adoptó el término de post-moderno de esa máquina de mercadotecnia ideológica que es Francia. Y a todo lo que no cabe en un molde definido ahora le decimos "post-moderno". La Santa Cecilia, no nada más es post-moderna: es post-rural, para no decir mega-urbana; es post-ranchera, para no decir pop-rock-folk y lo que quieran añadirle; es post-mexicana salvo por el hecho de que Los Ángeles, California y el sur de los Estados Unidos nunca han dejado de ser en su música, en su cultura y su idioma, en su alma y su infierno, tan mexicanos como la costarricense Chavela Vargas.

La Santa Cecilia es la feliz constatación de que el ranchero está más allá de los ranchos y la economía agrícola, allende el mariachi, más allá de México, más allá del siglo de oro de Lola Betrán, Vicente Fernández y Javier Solis. El ranchero tiene futuro porque no está contenido en la Plaza Garibaldi, ni en los programas de Televisa, ni en las cantinas de Guadalajara. Véanlos aquí cantar, con mi preciosa "Marisoul", este clásico del ranchero escrito por Cuco Sánchez: "Gritenme piedras del campo".



El ranchero es en sus inicios el alma de Mesoamérica, el lamento de Aridoamérica, pero se ha convertido en el género que mejor captura el alma de todos los que hablan español. Y quizá algún día pueda trascender, como ya trascendió las mallas untadas y los sombreros enormes del Mariachi, al idioma en que nació.