¿Por qué es tan importante para México lo que el banco central de Estados Unidos, la Fed, haga o deje de hacer? Porque es la Fed la que fija, de manera directa e indirecta, el costo del dinero en el mundo. Es imposible ignorar cuando la Fed se mueve, pues nuestras tasas y divisa locales son influidas de manera determinante por la tasa del banco central estadounidense. Aceptando lo anterior bien vale advertirlo: en el último par de semanas las señales de que el anunciado incremento de tasas será más agresivo de lo que se pensaba, se han incrementado, así que debemos de prepararnos para lo que podría ser una no muy agradable sorpresa.
Cada vez más inversionistas y analistas consideran muy probable que las tasas de interés de referencia de los Estados Unidos se incrementen en 50 centésimas en marzo. De ocurrir, sería la subida más agresiva desde el año 2000, y socavaría muchos de los supuestos con los que los mercados financieros en el mundo se desenvuelven. La mayoría aún piensa que las tasas subirán, pero gradualmente, 25 centésimas en cada reunión de la Fed. Pero la inflación no ha dado tregua y los bancos centrales no pueden ya dejar hacer y dejar pasar a la inflación, y no hacer absolutamente nada.
La inflación anual al mes de enero 2022 en Estados Unidos fue de 7.5 por ciento, superior incluso al 7.07 por ciento de inflación en México. Para los Estados Unidos representa la inflación más alta en 40 años, para México en dos décadas. Pero hay una diferencia, el Banco de México comenzó a subir sus tasas de referencia desde agosto del año pasado, mientras que la Fed apenas está por comenzar a subir, en su próxima reunión del 15-16 de marzo.
¿Por qué los Estados Unidos se ha demorado tanto en subir sus tasas? Las explicaciones varían desde las que afirman que el presidente de la Fed, Jerome Powell, no quería hacer enojar a los legisladores que debían confirmarlo para un segundo período y mantuvo las tasas en cero a pesar de que la inflación le explotaba en la cara; hasta los que afirman que la Fed, que tiene un mandato de lograr el máximo crecimiento posible con la menor inflación posible, se esperó a consolidar lo primero antes de atender lo segundo.
En medio de esas explicaciones extremas está otra más simple: que la Fed de plano se equivocó. Que verdaderamente pensó que la inflación era transitoria y que si subía sus tasas crearía nerviosismo en el mercado y provocaría turbulencia e incluso validaría las expectativas de aquellos que pensaban que la inflación era más duradera.
Cual sea la explicación el hecho es innegable: a la Fed se le ha ido de las manos la inflación, quizá por primera vez desde la década de los setenta, y su credibilidad está seriamente comprometida.
De no ser porque la Fed sabe que los inversionistas saben, que nada hay más placentero en los mercados que ganar dinero, la credibilidad de la Fed estaría hoy hecha añicos. Pero como, aún al día de hoy, sigue inyectando liquidez a pasto (si, a pesar de la inflación), comprando bonos y dándole de ganar a los inversionistas, aquellos legendarios “vigilantes” del mercado de bonos de antaño son como el perro bravo que deja de cuidar la casa cuando el ladrón le tira un hueso sabroso.
La falta de credibilidad de la Fed no se ha manifestado esta vez en crisis en el mercado de bonos porque la Fed misma proporciona el antídoto para que no se manifieste: sigue comprando bonos, así que lo que los legendarios “vigilantes” solían hacer cuando perdían la confianza en la Fed, justo eso, vender bonos, no tiene hoy ningún efecto.
Pero si bien la pérdida de credibilidad no se manifiesta en el mercado, cada vez más analistas e inversionistas lo vocean: la Fed va rezagada respecto de la inflación. Toda la literatura de política monetaria recomienda que, para que la acción de los bancos centrales tenga el menor costo posible a la hora de combatir la inflación, esta debe de ser preventiva, y no correctiva. A la Fed ya se le pasó, lastimosamente, el momento de ser preventivo, y le urge ser correctivo.
La literatura también dice que la política monetaria, a la hora de ser restrictiva, debe de ser gradual para minimizar el costo sobre la economía y los mercados. Seguir inyectando liquidez, y mantener la tasa en cero mientras la inflación es la máxima en cuarenta años quizá obligue a la correctiva Fed a no ser gradual, y disparar un alza sorpresiva de 50 centésimas en su reunión de marzo. Y ya en ánimo correctivo, si las tasas de inflación siguientes (que deben ya de comenzar a bajar), siguen tercamente superiores al objetivo de tres por ciento, no descarten que el gradualismo sea abandonado en aras de recuperar la preciada credibilidad.
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