Cuando la Maestra Ifigenia Martínez dirigió la Escuela de Economía de la UNAM, la geografía era un componente muy importante en la formación de los economistas. Lamentablemente esta materia desapareció de la mayoría de los programas de economía en nuestras universidades, privando a los estudiantes de una herramienta fundamental para la comprensión de la realidad macroeconómica de los países. Una muestra de esa importancia es la historia y actualidad del Camino Real de Tierra Adentro.
La geografía mexicana es muy peculiar: cambia mucho dependiendo si lo vemos de frente o de perfil. Visto desde el espacio el contorno muestra la figura familiar que conocemos. Pero visto de lado México es una meseta enorme con dos delgadas franjas costeras de tierras bajas, a la cual se adhieren dos penínsulas.
México es un país muy alto, y casi el 60 por ciento de su población vive por encima de la cota de los 1,500 metros sobre el nivel del mar, lo que quizá ayude a explicar muchos rasgos de nuestra vida común: desde el relativamente bajo consumo de pescado en nuestra dieta, hasta la incidencia de hipertensión arterial en nuestra población.
Somos una nación muy alta y montañosa, por lo que comunicar y transportar a los millones de habitantes de nuestro alto altiplano es muy complejo: costoso, difícil, con elevados mantenimientos, agravado por las zonas sísmicas y los huracanes provenientes de dos océanos.
Desde hace milenios, una ruta atraviesa este alto y vasto altiplano de norte a sur, comunicando a poblaciones y transportando bienes de un confín al otro. Desconocemos su nombre pre-hispánico, pero sobre la ruta trazada durante siglos por los habitantes originales de estas tierras, la Nueva España reconstruyó una de las infraestructuras más notables de los siglos entre el XVI y XIX: el Camino Real de Tierra Adentro.
Esta senda, comercial, militar, cultural y social, discurre por 2,600 kilómetros, desde el centro de lo que hoy es México, hasta más allá de lo que hoy es Santa Fe, Nuevo México. La Feria de San Marcos, en Aguascalientes, la más antigua y tradicional de todo el continente americano, tiene como origen ancestral en el hecho de ser el punto intermedio de las exhaustas caravanas, de los arduos arrieros, de los fatigados caminantes y aventureros del Camino Real de Tierra Adentro que confluían en lo que hoy es Aguascalientes para festejar las cosechas y su comercio.
Durante el virreinato, el eje de la economía fue la extracción de metales y minerales, los cuales abundan a lo largo del trazo del Camino Real de Tierra Adentro: Guanajuato, Zacatecas, Chihuahua, Durango y Santa Fe, por lo que la ruta recibió el apodo de “el Camino de la Plata”, reminiscente de la legendaria “Ruta de la Seda” de Eurasia.
Algunos historiadores subrayan que la historia económica y social de la Nueva España se explica en muy buena parte como la historia del Camino Real de Tierra Adentro. La actividad económica, cultural, religiosa del virreinato discurrió en buena medida en ese espacio geográfico (y en el eje Ciudad de México-Veracruz) , en donde se definieron los rasgos de nuestra identidad nacional a lo largo de múltiples siglos.
El viejo eje del Camino Real de Tierra Adentro sigue teniendo una importancia económica muy importante en nuestra economía actual, pero un hecho fundamental modificó el centro de masas de la economía mexicana: el nacimiento y el ascenso económico de los Estados Unidos. El Camino Real comunicaba una economía autárquica y auto contenida, a partir del siglo XIX la economía gravitó hacia el comercio con los Estados Unidos, lo cual provocó el nacimiento de dos polos económicos novedosos: Monterrey-Nuevo Laredo en el oriente, y Tijuana en el Occidente, como las dos puertas más importantes para acceder al mercado estadounidense.
El Camino Real es la columna vertebral del altiplano, pero el ascenso de los Estados Unidos movió la economía de Norteamérica de las altas mesetas a las costas del Atlántico y del Pacífico, por lo que la integración económica de nuestro país con nuestros vecinos geográficamente el desarrollo de las tierras bajas, no del altiplano. La franja maquiladora, que detona este proceso de amplia integración, comienza en las regiones bajas, lejos del altiplano, erosionando así la importancia económica del eje milenario del Camino Real de Tierra Adentro.
Si usamos la geografía para analizar la historia y la economía, podemos entender muchos detalles de nuestro país. Monterrey se encuentra justo antes del inicio del ascenso al altiplano viniendo de Estados Unidos. Los enormes altos hornos de la siderúrgica, los tanques de la cervecería, las grandes maquinarias de la manufactura, provenientes de Estados Unidos, fueron fijadas allí, junto a los manantiales del río Santa Catarina, en vez del enorme costo que representaría el subir esas maquinarias dos mil metros rumbo a la Ciudad de México. La vocación exportadora de Monterrey le viene especialmente de su ubicación espacial, está en el punto preciso para ser el nodo del nearshoring.
Ojalá que las escuelas de economía recuperen para sus planes de estudio el análisis de la geografía y su interacción con la economía. Los muy valiosos modelos matemáticos no logran capturar, por ejemplo, la importancia de hechos capitales como el Camino Real de Tierra Adentro.
Quiero por último agradecer a los editores de Excelsior, la cual ha sido mi casa, en donde he podido escribir sobre temas de economía y finanzas de manera libre y entusiasta por varios años. Extrañaré el comentar los eventos relevantes sobre la economía y los mercados, pero es adecuado conducirse de acuerdo con las estaciones y los astros. Hay que saber que existe un tiempo para la opinión, y otro para la contemplación. Muchas gracias a todos, nos vemos luego.