¿Cuál es la consecuencia económica de tener en México, en medio de la peor recesión probablemente de la época moderna, un gobierno dividido?
¿Qué tanto disminuye o mejora la probabilidad y el perfil de una recuperación el hecho de que los poderes de la unión se encuentren en manos de distintos actores políticos con intereses encontrados justo en el periodo en que la economía se estaría recuperando?
Empecemos por los hechos: la economía va a caer en este 2009 entre 6% y 8%. Sea cual sea el número final, la recesión va a confirmar el adagio que le valió a Carlos Slim casi una crucifixión pública: la economía se va a hacer pedazos.
Pero dejamos atrás 2009, y miremos hacia 2010-2012, que es justo el periodo que están viendo ya los políticos. Cierto, el PIB de México va a crecer 3% o más en 2010, pero eso se deberá básicamente al truco estadístico de la base de comparación: entre más caiga en 2009, más va a crecer la economía en 2010.
Pero una vez que el efecto de la bajísima base de comparación se agote en 2010, vamos a tener un crecimiento extremadamente magro y mediocre, de entre 1.5 y 2.5% en 2011, y probablemente lo mismo en 2012.
Estas cifras quieren decir lo siguiente: que el tamaño que la economía mexicana tenía en el segundo trimestre del 2008, justo antes de que comenzara la crisis, sólo se recuperará hasta 2012.En otras palabras, no sólo en términos políticos, sino también económicos, este sexenio será un gobierno de tres años, los últimos tres servirán sólo para recuperar lo perdido en el aciago 2009 (y no me refiero a los diputados perdidos, sino al PIB).
Vamos entonces a llegar a as puertas de la elección presidencial de 2012 con una extrema fatiga por parte de la población de tres años de crisis-débil recuperación, con una recuperación del empleo extremadamente exigua y enclenque, y con un ambiente de negocios somero y tenue.
Si la lección de 2009 ha sido aprendida, nuestros políticos deben de tatuar en su piel y grabar en piedra en sus casas de campaña lo siguiente: cuando la economía vota, no hay otra campaña que valga. Será la economía, y sobre todo la economía, la que decidirá el sentido del voto de la elección presidencial de 2012.
Si esa es la premisa vemos entonces al menos cinco grupos de contendientes:
a) el PAN y la Presidencia deben de aceptar que su única posibilidad de repetir en el Poder Ejecutivo es que la Secretaría de Hacienda y la Secretaría de Economía encuentren la llave para incentivar a esta maltrecha economía, y que los votantes se lo sepan acreditar a ellos, y no al Congreso;
b) el PRI en el Congreso y sus líderes, a quien le conviene aprobar el presupuesto suficiente para que la economía salga del atolladero, pero que los votantes sepan acreditárselo a ellos, y no a Hacienda y a la Presidencia;
c) los gobernadores del PRI, en especial Peña Nieto, quien querrá maximizar su influenza sobre los nuevos diputados para que le aprueben los mayores recursos posibles para hacer de la economía del Estado de México, la vitrina para su campaña de 2012;
d) Marcelo Ebrard, quien gobierna el estado más rico del país, y quien deberá de cuidar y potenciar hasta el último centavo de su recaudación propia (no debe de esperar que el PRI y el PAN le autoricen muchos recursos federales) para competir con Peña Nieto, y
e) López Obrador cuya apuesta es sencilla: entre peor se ponga la economía, mayores son las posibilidades de contender de nuevo en 2012.
Existe entonces un solo incentivo para que el PRI y el PAN colaboren en el Congreso y la Presidencia: evitar que López Obrador tenga alguna posibilidad de recuperar su caudal político. Sólo con crecimiento sólido pueden evitar que el creciente desasosiego de la gente se canalice hacia esa opción.
Pero ni PRI ni PAN van a querer trabajar para que el otro gane, y ese es el problema: ¿cómo va a poder multiplicar a esta maltrecha economía un gobierno dividido?
Si los dos fallan en ponerse de acuerdo y no hay crecimiento, y si Ebrard logra sortear la actual crisis financiera de los estados y municipios aumentando su sólida recaudación propia y no dependiendo de favores del PRI y el PAN en el Congreso, tiene allí una oportunidad.
Pero si no hay acuerdo PRI-PAN, y Ebrard se empantana en la crisis financiera, entonces el fantasma de López Obrador puede regresar.
Decía Jesús Reyes Heroles que lo que resiste, apoya, y curiosamente la Némesis común del PRI y el PAN sea lo único que los incentive a colaborar en este gobierno dividido y sacar los presupuestos y las reformas necesarias para levantar cabeza.
Porque es necesario repetir algo que hemos venido diciendo aquí de manera repetida: esta crisis es distinta a la de 1994-1995, sobre todo porque la recuperación será distinta. En 1996 la economía mexicana, con un peso super-competitivo, se enganchó al expreso estadounidense que marchaba a todo vapor hacia una de las expansiones más asombrosos de la posguerra.
En 2010-2012 EU va a crecer bastante por debajo de su media de los últimos 20 años, y eso significará que la demanda por productos hechos en México será menoscabada y mustia. En otras palabras, el gasto público va a ser muy necesario, y por ello es muy importante pensar cómo vamos a hacer para que este gobierno dividido multiplique los panes, los proyectos, y los empleos.
1 comentario:
Muy bueno, Saludos..
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