Borges urdió una parábola definitiva: varios siglos después, Pierre Menard escribe "El Quijote", y allí donde Cervantes es costumbrista, Menard es moderno; donde Cervantes es predecible y acartonado, Menard es innovador y fresco.
Tras la aparición de las dos obras de Juan Rulfo, muchos escritores jóvenes cometieron un error enorme: tratar de escribir como el maestro, lo que condujo a carreras y novelas fracasadas. Como lo sugiere Borges, tiene que pasar el tiempo para que cada Cervantes tenga su Pierre Menard.
Con desenfado y sin licencia, Yuri Herrera es tributario y transgresor de Juan Rulfo. Si Rulfo no hubiera muerto no escribiría distinto a la prosa de "Señales que precederán el fin del mundo". Ha pasado ya el tiempo suficiente para que al fin, Rulfo pueda ser asimilado y trascendido por los nuevos escritores, lo mismo que le ocurrirá a Bolaños en cuarenta años.
La segunda novela de Yuri Herrera es mucho mejor que la primera, que ya era muy buena. Esta segunda novela es Rulfiana no sólo en el murmullo de la voz, en hacer del mundo un gigantesco Valle del Mezquital, como Rulfo hacía de Jalisco una desmesurada Comala. Pedro Páramo es el regreso al infierno, la novela de Yuri Herrera es el cruce del Aqueronte para llegar al Gabacho.
Es Rulfiana en el cuidado de cada línea, en la metalurgia evidente en cada frase, en los personajes que son más grandes que ellos mismos.
"Señales que precederán al fin del mundo" ya ha recibido tantas buenas reseñas (incluso de Jorge Volpi, pero de ello el pobre de Yuri no tiene la culpa), entre ellas de Elena Poniatowska, y de un cúmulo de críticos en España, que esta breve recomendación es casi redundante.
La novelita me la compré en la FIL, y mientras la compraba dos chavos hablaban de ella. Hoy sale una entrevista a Yuri en "El Universal" (la pueden ver aquí), ya ha dado Chats en "El País", está por todas partes.
Cómprenla, leenla y recomiéndenla, es una gran novelita, y Yuri, de cepa querida y cercana, un autor que crece con cada libro.
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