jueves, 28 de julio de 2011

¿De veras van a dejar de pagar su deuda?

La deuda de los Estados Unidos se encuentra en estos momentos en un máximo histórico en términos nominales, en 14.3 billones de dólares (millones de millones).

Sin embargo, como porcentaje del PIB, en 90%, se encuentra aún por debajo del pico que alcanzó como consecuencia del gasto asociado a la II Guerra Mundial, cuando ascendió a casi 150% del PIB.

La mayor parte de esa deuda se acumuló durante el período de Geroge Bush (6.1 billones del total de 14.3), por ello sorprende que la bancada republicana, causante en otro tiempo de la mayor acumulación de deuda, se niegue a aprobar el techo de endeudamiento requerido por la administración Obama.

Si los republicanos no aumentan el techo de endeudamiento para acomodar los 14.3 billones, el Tesoro de los Estados Unidos podría quedarse sin dinero para pagar las deudas que se le vencen en algún momento entre el 3 y el 10 de agosto próximos.

¿Qué puede pasar si los republicanos no autorizan el techo de endeudamiento?

1.-Puede ser que no haya una afectación financiera importante: el Tesoro ya ha comunicado a los mercados, por canales informales, que llegado el caso harán todo lo necesario –recortarán otras partidas- para pagar la deuda que vence en Agosto. Para hacerlo podría incluso dejar de pagar a proveedores o a la misma nómina del gobierno.

Mañana viernes, tras el cierre de los mercados, y si no hay una aprobación por parte de los republicanos, la administración Obama dará los detalles de qué hará para pagar la deuda que vence en agosto (vencen casi 500 mil millones de dólares, equivalente al 70% del PIB de México).

2.-Las medidas de emergencia tomadas pueden cubrir los vencimientos de agosto pero no mucho más. Si el estancamiento legislativo persiste, y el Tesoro se queda sin recursos qué recortar, los Estados Unidos podría entrar en cesación de pagos.

Existen dos tipos: una cesación generalizada, y una selectiva. En el primer caso, todos los tenedores de deuda enfrenarían pérdidas totales; en el segundo, algunos tenedores mantendrían sus inversiones.

Por ejemplo, podría elegir pagarles a los fondos de la seguridad social, quienes detentan 2.7 billones de la deuda total, y no pagarle a China, quien ostenta 1.9 trillones de la deuda pública estadounidense.

En ambos casos, las agencias calificadoras pondrían la deuda de los Estados Unidos de la actual AAA, a una calificación de “default” o “default selectivo”.

Las consecuencias de un default de los Estados Unidos podrían ser de moderadas a desastrozas, dependiendo de qué haría la Reserva Federal; el tiempo en que dure el default sin que los republicanos aprueben el nuevo techo de deuda; y de cómo reaccionen los otros bancos centrales del mundo.

La Fed no necesita autorización del Congreso para comprar bonos estadounidenses, así que en un caso límite podría comprar muchos bonos estadounidenses a quienes se lo quieran vender.

Si el default dura sólo unos días, probablemente tras una severa caída de los mercados y de volatilidad extrema en el tipo de cambio y las tasas de interés, la actividad financiera y económica regresará a la normalidad.

Pero si se llega al default y no hay certidumbre de cuándo éste concluirá, las consecuencias serían tan catastróficas que es imposible imaginarlas.

Cuando un banco de inversión, Lehman Brothers, quebró, el mundo estuvo a punto de irse a una gran recesión. Si quien entre en mora es justo el gobierno que rescató a Lehman y al mundo de una catástrofe económica (al costo de aumentar la deuda a los actuales niveles), el escenario es difícil de pronosticar.

Los bonos estadounidenses son considerados hasta ahora, los activos más seguros del mundo, y son usados como garantía por bancos, aseguradoras, y los fondos de inversión de todo el mundo. Los bancos centrales, como el Banco de México, invierten sus reservas sobre todo en bonos estadounidenses.

Si el caso extremo e impensable del default ocurriera, habría pérdidas inmediatas y descomunales desde el Banco de México hasta la aseguradora de vida más alejada del planeta, lo que implicaría una sequía casi inmediata y casi completa, de los mercados: nadie le prestaría a nadie.

Los únicos capaces de prestar, comprando bonos en default de los Estados Unidos, son los bancos centrales, comenzando con la Fed, quienes no dependen del congreso. Pero la cantidad de bonos que tendrían que comprar para mantener la liquidez del sistema funcionando sería difícil de manejar incluso para ellos actuando en coordinación.

Si ese escenario extremo, improbable pero en estos momentos, no imposible, se materializa. México tiene una sola opción: usar de manera masiva y discrecional a su banca de desarrollo: Nafin, Bancomext, Banobras (e incluso el Banco de México debería de hacer lo propio, de manera independiente) para inyectar toda la liquidez necesaria, y el Banco de México deberá de vender los dólares necesarios, con el fin de tratar de mantener la máxima estabilidad posible.

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