Jean Paul Sartre lo condensó en un título: El Ser y la Nada, pero el existencialismo de esos años quedó expresado en la ontología límite de esa rolita abúlica de Kansas: Dust in the Wind, que contiene grandes momentos: “I close my eyes/only for the moment and the moment’s gone””, digno de un versículo latino.
Fuera de todo chauvinismo sin embargo, la música popular mexicana cuenta con una versión superior sobre ese precepto que viene desde la Biblia y quizá mucho antes: ese que dice que somos polvo y al polvo volveremos: Puño de Tierra, título que bien mirado, casi parece venir del "I will show you fear in a handful of dust", de The Waste Land de T.S. Elliot.
Yo tengo dos versiones favoritas de esa rola que es mezcla de road picture y Viejo Testamento (vagando voy por la vida/nomás recorriendo el mundo...ya muerto voy a llevarme/nomás un puño de tierra): la primera es con el alto charro de Zacatecas, Antonio Aguilar en su versión con banda. La segunda es esta gema labrada por los dedos largos y milagrosos de Ramón Ayala.
La versión de Ramón Ayala es inaudita, literalmente: no puedes creer lo que escuchas. Recuerdo lo que Frank Sinatra decía de Tom Jobim: “cuando creías que la nota ya había acabado, Tom sacaba notas nuevas y prolongaba la estrofa”. Lo mismo hace Ramón Ayala con el acordeón en el inicio de esta canción: el rift debe de acabar de acuerdo con la canción, pero Ramón Ayala prolonga el rift, lo extiende más allá de la sorpresa.
Es lugar común decir que Ramón Ayala es el rey del acordeón. Para mí, en ninguna rola su imperio es tan manifiesto y apabullante como en esta, su versión panegírica de Puño de Tierra.
Fuera de todo chauvinismo sin embargo, la música popular mexicana cuenta con una versión superior sobre ese precepto que viene desde la Biblia y quizá mucho antes: ese que dice que somos polvo y al polvo volveremos: Puño de Tierra, título que bien mirado, casi parece venir del "I will show you fear in a handful of dust", de The Waste Land de T.S. Elliot.
Yo tengo dos versiones favoritas de esa rola que es mezcla de road picture y Viejo Testamento (vagando voy por la vida/nomás recorriendo el mundo...ya muerto voy a llevarme/nomás un puño de tierra): la primera es con el alto charro de Zacatecas, Antonio Aguilar en su versión con banda. La segunda es esta gema labrada por los dedos largos y milagrosos de Ramón Ayala.
La versión de Ramón Ayala es inaudita, literalmente: no puedes creer lo que escuchas. Recuerdo lo que Frank Sinatra decía de Tom Jobim: “cuando creías que la nota ya había acabado, Tom sacaba notas nuevas y prolongaba la estrofa”. Lo mismo hace Ramón Ayala con el acordeón en el inicio de esta canción: el rift debe de acabar de acuerdo con la canción, pero Ramón Ayala prolonga el rift, lo extiende más allá de la sorpresa.
Es lugar común decir que Ramón Ayala es el rey del acordeón. Para mí, en ninguna rola su imperio es tan manifiesto y apabullante como en esta, su versión panegírica de Puño de Tierra.
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