Yo aprendí
finanzas con los ojos de Fama, pero luego con el tiempo, me puse los espejuelos
de Shiller. Este año, el comité que otorga el llamado Nobel de Economía le dio
el premio a los dos, junto con otro economista estadounidense, Lars Peter
Hansen, sobre sus investigaciones separadas
en el ámbito de los precios de los activos en los mercados financieros.
La elección del
Comité del Nobel parecería esquizofrénica, pero quizá sea salomónica.
Eugene Fama, de
la Universidad de Chicago, es el proponente pionero de la llamada “Hipótesis de
Mercados Eficientes”, la cual básicamente establece que el precio de las
acciones incorpora toda la información relevante para su determinación y que no
es posible establecer una estrategia que de manera permanente supere al
mercado, pues los movimientos de sus precios son aleatorios.
Un corolario de
lo anterior es que dado que el precio de una acción incorpora toda la
información relevante, entonces no es posible determinar a las llamadas
“burbujas financieras”. Como el precio implica ya toda la información, si un
activo parece estar demasiado caro es porque tal debe ser su precio, el mercado
estima que si el precio está allí es porque los inversionistas saben que tal
nivel es el adecuado.
Por ejemplo, si
millones de casas en los Estados Unidos suben de valor de manera desenfrenada,
más allá de toda lógica, y las acciones de los bancos que han financiado dichas
casas suben al unísono, la Hipótesis de Mercados Eficientes de Fama dice que
tal fenómeno no es una burbuja especulativa, sino que los inversionistas, una
vez que determinan el riesgo que están dispuestos a aceptar, están calculando
que los ingresos a ser percibidos en el futuro por dichas inversiones
justifican las abultadas valuaciones.
Hasta el año
2007 cuando los precios inflados de las casas en casi todo el territorio
estadounidense se desplomaron de manera estrepitosa, el consenso entre los economistas,
desde los analistas de Wall Street hasta el encargado de la Reserva Federal,
era a favor de la hipótesis de Fama: los mercados no pueden equivocarse.
Pero un pequeño
grupo de economistas, el más notable de entre ellos, Robert Shiller, sostenían
algo distinto. Sin llamar a la burbuja especulativa con todas sus letras
sostenían, con argumentos estadísticos contundentes, que los precios de las
casas y los niveles estratosféricos de las bolsas no únicamente no parecían
tener una lógica intrínseca, sino que repetían patrones similares a lo que en
el pasado habían acabado con cracks y desfondes bursátiles.
Los estudios
cuidadosos de Shiller, las herramientas que construyó para medir los precios de
casas y otros activos, y el cuidadoso detalle con el que comparó ésta con otras
fases de inflamiento del precio de activos lo llevaron a desarrollar hipótesis
sólidas sobre las sobrevaluaciones en el mercado hipotecario y bancario y a
emitir en repetidas ocasiones estudiadas advertencias de que dichos mercados no
se encontraban en equilibrio y que un severo ajuste podía sobrevenir.
Como
efectivamente vino.
Dicho ajuste fue
nada más la peor crisis del mundo desarrollado de los últimos noventa años e
hizo que las hipótesis de mercados eficientes volaran por los aires al
constatarse la enorme ineficiencia que los precios del mercado pueden
incorporar en cualquier momento
Shiller predijo,
si bien no el momento (lo cual es un punto a favor de Fama, quien dice que no
es posible predecir puntualmente el devenir de los precios de los activos
financieros), si el estatus de una burbuja especulativa y su inminente
rompimiento.
Los modelos
financieros de Fama y Shiller difícilmente podrían ser más opuestos: Fama dice
que los inversionistas están más optimistas en los valles y más pesimistas en
las cimas., el mercado debe actuar dice Fama, pues por ejemplo, en los valles
los precios incitan a los inversionistas a comprar y en las cimas los incitan a
vender, modulando el equilibrio.
Shiller dice
todo lo contrario. Los inversionistas tienden a comprar cuando los precios
están caros y todos compran, y venden cuando los precios están baratos y todos
quieren vender, lo que en economía se conoce como comportamiento de manadas.
Los nórdicos al
reconocer los trabajos de ambos, Fama y Shiller, probablemente muestren no la
ignorancia de desconocer la oposición fundamental entre ambas perspectivas sino
el de reconocer a los representantes de dos concepciones sobre la formación de
precios de los activos financieros que resultan en dos perspectivas
completamente distintas no únicamente para el análisis, sino sobre todo, para
las estrategias de inversión y de la política monetaria.