La mayor parte del país ha iniciado éste
2016 aterido por un frente gélido. El hielo ha aparecido incluso en algunas
cumbres icónicas, como el Cerro de la Silla y las cumbres del Eje Neovolcánico
del Anáhuac, con temperaturas bajo cero en amplios rangos del norte del país y
en las cúspides montañosas del altiplano. Pero la temperatura no es lo único
que ha descendido bajo cero en este invierno: las tasas de interés en Japón, un
país largamente aquejado por la deflación y la ausencia de crecimiento, ha
descendido por debajo de su límite natural y se ha unido a un grupo creciente
de naciones en donde los réditos se encuentran bajo cero.
El Banco Central es el banco de los
bancos. Así como nosotros depositamos nuestros ahorros en los bancos
comerciales, los bancos comerciales cuando quieren, o cuando tienen que
depositar efectivo lo hacen en el Banco Central. Y como todo banco, el Banco
Central típicamente remunera a sus clientes (los bancos comerciales) con una
tasa de rédito sobre los depósitos que le son confiados, como cualquier banco
lo hace.
La semana pasada sin embargo el Banco
Central de Japón (el BJ), se unió a un conjunto creciente de bancos centrales
que toman la medida desesperada de recortar sus tasas de interés por debajo del
cero por ciento: ofreciendo tasas negativas a sus clientes sobre los depósitos
excedentes a las reservas requeridas por ley. Es decir, aquellos saldos de los
bancos japoneses que excedan a las reservas requeridas por el BJ serán
castigados con una tasa de interés negativa: sobre ese monto los bancos
comerciales sufrirán una quita respecto del monto depositado.
La intención de una tasa de interés
negativa para el ahorrador es castigar el ahorro y así incentivar el consumo.
En el caso de Japón, el BJ quiere que los bancos comerciales dejen de depositar
en sus arcas y que usen esos fondos para dar créditos e incentivar así la
economía.
En 2012 el banco central de Dinamarca tomó
la inaudita decisión de implementar tasas negativas para sus bancos
comerciales, incentivando también a que algunos de sus bancos ofrecieran tasas
negativas en algunos préstamos a sus clientes. Actualmente las tasas de interés
del banco central danés se encuentran en -0.75%. Pero no está solo. El banco
central sueco lo siguió en 2014 hasta hundir sus tasas en -1.1%, y en ese mismo
año el Banco Central Europeo sumergió sus réditos debajo de cero y actualmente
cobra una penalización de 0.25% sobre los depósitos de los bancos centrales.
Implementar tasas de interés negativas es
una medida desesperada de los bancos centrales, los cuales se han quedado sin herramientas
tras casi una década (y en el caso de Japón, mucho más) de batallar contra la
recesión económica, el estancamiento del consumo y la deflación.
Este último fenómeno es lo que está
complicando la labor de los bancos centrales. ¿Qué pasaría si a pesar de que un
banco central cobre una tasa negativa de -1% por ejemplo, la inflación de la
economía cae a -5%? En esa economía la tasa de interés real, es decir, el costo
real del dinero, sería de 4%, una tasa demasiado alta para una economía en recesión.
La variable relevante para analizar la
política monetaria y su impacto no es la tasa nominal, sino la real, una vez
que se le sustrae la inflación. Pero si la economía está en deflación o cerca
de ella, una tasa de interés negativa podría incluso ser restrictiva, contrario
a lo que la cifra nominal pareciera decir.
Es eso lo que quieren evitar los bancos
centrales de esos países que hemos reseñado. En conjunto, las economías de
dichas naciones representan el 23% del PIB mundial. Es decir, la cuarta parte
de la economía del mundo vive en un contexto de tasas de interés negativas,
asustados por el fantasma o la presencia ya de la deflación. En Europa la tasas
anual de inflación es de apenas 0.4%, y en algunas naciones la deflación es
rampante.
Antes de que deflación cunda, los bancos
centrales están intentando ahuyentarla con todos los sortilegios posibles, y el
último y más desesperado son justamente las tasas de interés negativas. Japón
en particular es un caso alarmante, pues llega a las tasas negativas después de
casi treinta años de evitarlas y usar la herramienta alternativa de la
expansión cuantitativa, inyectando liquidez en la economía mediante compras
masivas de bonos de todo tipo en el mercado. Cuando décadas de expansión
cuantitativa no funcionaron, han cedido a su legendaria recalcitrancia y
adoptado las tasas negativas como última herramienta para intentar sacara a su
maltrecha economía de su secular estancamiento.
¿Y si ni las tasas de interés negativas funcionan?
¿Y si a las nieves de enero no le siguen, como lo tiene prometido Chalino Sánchez,
las flores de mayo?
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