En Alemania y en Chile algo raro está
pasando: los precios de la energía, varios días al año, son negativos, es
decir, las compañías pagan a sus clientes para que la consuman. En la comunidad
del Euro, en Suecia y Dinamarca, las tasas de interés de sus bancos centrales
son negativas, es decir, los bancos comerciales tienen que pagar para tener sus
depósitos en los bancos centrales. En Suiza y en Alemania algunas emisiones de
bonos de empresas globales han tenido rendimientos negativos, es decir, los
inversionistas pagan por prestarles a esos grandes corporativos.
Los rendimientos negativos están por
doquier: los actuales precios del acero implican que la siderurgia china no
paga ni siquiera sus costos fijos; los precios del petróleo de hace pocas
semanas significaban rendimientos negativos para la mayoría de los productores
de crudo; el retorno de los fondos de pensiones, los grandes inversionistas del
mundo, han sido negativos en varios casos en muchos lugares del mundo,
comprometiendo la viabilidad del retiro de millones de personas si dicha
tendencia no se revierte pronto.
El retorno negativo sobre los activos no
es una anomalía, es un resultado esperado y pronosticado tanto por la economía
clásica (Marx por ejemplo), y la neoclásica. Mi maestro Raúl Feliz por ejemplo,
suele decir que la economía es una teoría sobre la curvatura, esto es, qué ocurre
con la pendiente cuando nos acercamos al máximo: la pendiente disminuye. Los
economistas llamaron a éste comportamiento los “rendimientos decrecientes”, lo
cual se observa cuando en la función de producción uno de los insumos crece y
su producto marginal, lo que añade la última unidad del insumo a la producción,
cae.
Al añadir capital a la producción sin que
se añada más trabajo, la rentabilidad de ese capital adicional caerá, y puede
incluso llegar a cero o ser negativo, como ocurre por ejemplo con los paneles
solares en Chile, con la siderurgia en China, con los pozos petroleros del
mundo, etc. La conclusión es sencilla: existe un exceso de capital agregado en
muchos sectores en el mundo que ha provocado rendimientos no únicamente
decrecientes sino negativos incluso.
Las causas pueden ser diversas: una
política deliberada de construir un país completo en China ha disparado la
capacidad instalada en la siderurgia, y para enfrentar dicha demanda el resto
del mundo construyó un exceso de capacidad en el sector de petróleo, etc. Lo
cierto es que los rendimientos negativos, no sólo en términos reales, sino
incluso nominales, deben de implicar que el rendimiento del capital es negativo
y que la inversión nueva en dichos sectores tendrán un rendimiento menor a
cero, denotando un exceso de capital respecto del factor trabajo.
¿Cómo resolver el problema del exceso de
capital? ¿Cómo hacer que China ya no invierta en más altos hornos? ¿Cómo
impedir que se sigan perforando nuevos pozos petroleros? ¿Cómo detener la
instalación de paneles de solares adicionales y plantas de energías limpias por
todas partes?
Los economistas conocen dos opciones para
las preguntas anteriores: la solución del mercado, y la solución del planeador
central. La primera se ilustra por ejemplo pensando que si los inversionistas
ven que instalar un panel solar más, este panel tendrán un rendimiento negativo,
no lo instalará y ubicará sus ahorros en otras inversiones más rentables, como
una inversión financiera por ejemplo. Pero si las tasas de interés son
negativas, la solución de mercado no funcionará: si el panel solar produce un
rendimiento negativo menor a la tasa de interés negativa tendrá sentido poner
ese último panel solar.
La solución del planeador central es aún
más difícil. Si los planeadores chinos siguen construyendo ciudades nuevas para
albergar a los millones de sus ciudadanos que emigran del campo a las ciudades
seguirán apilando altos hornos para producir acero más allá de lo que el mundo
puede consumir. Si los jerarcas iraníes, alejados del mercado global los
últimos diez años, o el tirano de Venezuela no tienen otra forma de generar
dólares mas que exportando petróleo incluso aunque los pozos pierdan dinero,
seguirán perforando y sacando crudo del subsuelo incluso si los rendimientos
son negativos.
Existe sin duda una relación directa entre
el retorno del capital y las tasas de interés. El hecho de que en casi todo el
mundo la tasa de interés sean negativas, incluso en términos nominales, implica
rendimientos negativos del capital producidos quizá no por su ineficiencia,
sino por su exceso. ¿Cómo eliminar ese exceso? Desde su destrucción, hasta la
promoción de nuevas industrias en donde el capital es escaso la respuesta no es
fácil. Nada fácil.
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