La economía global es un sistema complejo. Esto significa que su dinámica depende de la interacción de múltiples factores que actúan en conjunto, pero no necesariamente coordinados. Dado que la mayoría de sus participantes buscan lo mismo: el mayor beneficio posible, el sistema tiende a estar equilibrado y marcha con estabilidad. Pero factores aleatorios, o inherentes al sistema, de pronto disparan una disrupción. Estos factores pueden ser los tipos de cambio, el endeudamiento…o el espagueti.
Las fuerzas que están tensionando la economía y las finanzas en Europa, y que podrían reverberar por el resto del mundo tienen tiempo actuando ya, pero hasta ahora han podido ser contenidas por la centrípeta de la economía. Sin embargo cada vez presionan con mayor fuerza, pues la causa principal del problema: la desigual distribución de los beneficios de la globalización, siguen sin ser atendida.
Esta tensión, con sus particularidades nacionales, se encuentra detrás de la actual presión sobre los bonos italianos y españoles. Ambas naciones sufren el malestar del euro: la falta de convicción de que una moneda y regulación común haya sido la mejor senda, y los políticos de un lado y de otro ponen en riesgo la permanencia de las dos naciones periféricas más importantes de la eurozona bajo las actuales reglas.
El repudio al euro es mayor en Italia que en España, pues esta última ha sido una beneficiaria neta de los fondos que buscan la convergencia económica, pero en el fondo la causa es la misma: los beneficios de la eurozona han sido concentrados en los menos, y los más sienten que los costos han sido mayores que las ganancias. Ese sentimiento es el mismo que produjo el Brexit, y el ascenso del populista Trump a la Casa Blanca, y si bien hasta el momento la Unión Europea ha sido capaz de detener la oleada de populismo conservador en elecciones clave en Holanda y Francia, los desarrollos recientes en Italia y España amenazan con traernos una nueva oleada de turbulencia financiera.
La pregunta relevante es si esta nueva oleada proveniente de Italia y España será un capítulo más en el largo drama del euro, el cual será sobrepuesto tras una nueva adaptación de los mercados, o si acabará siendo el golpe definitivo a la eurozona y su moneda común, como amenazan los populista de izquierda y derecha italianos.
Italia es la economía más endeudada de la eurozona, su población económicamente activa está decreciendo y presenta una dicotomía sin paralelo: el norte industrial es tan productivo y vanguardista como Alemania, pero el sur rivaliza en esos indicadores con Grecia. No es raro que eso ocurra en Europa, pero en Italia la brecha es incomparable: el país es un gran exportador, por ejemplo los autos de máximo lujo son prácticamente todos italianos, fabrican aviones y cohetes, la alta moda del mundo es italiana. El sur de Italia es otro continente, digamos.
Los extremos del populismo italiano, de derecha e izquierda, han encontrado un rarísimo y peligroso terreno común: el repudio a la eurozona y sus instrumentos. Piensan que abandonarla les traerá beneficios y cero costos, como buenos populistas que son. Apelan a sus electores, quienes en los extremos opuestos se han encontrado: los de derecha porque acusan que ponen más de lo que reciben, y los de izquierda porque sienten que no reciben lo suficiente. En Italia se están acostando en la misma cama la víctima y el victimario, y piensan que tienen un enemigo común: el euro.
En España en la forma las cosas son distintas, pero en el fondo son lo mismo. Dado que es una país beneficiario neto de las transferencias de la eurozona, no existe un repudio al euro, pero el fondo es el mismo: una revuelta de los que se sienten excluidos, nucleados alrededor de Podemos, contra el establishment en crisis moral por la evidencia de corrupción de los principales partidos, y que por tanto ha reaccionado torpemente, fragmentado, al cuestionamiento de los excluidos.
Los cargos de corrupción contra miembros claves del gobernante PP han disparado una moción de censura que quizá prospere. Italia pasó meses sin gobierno hasta el actual pacto contra natura de los populismos; España corre el riesgo de quedar sin gobierno también. Al euro se le está haciendo bolas el espagueti.