Blaise Pascal razonaba que si un evento tenía una probabilidad de ocurrencia muy baja, pero la pérdida era infinita, había entonces que evitarlo. Si la ganancia era infinita, habría que apostar por ello. Aeroméxico no fue la aerolínea que más pronto reaccionó, pero lo hizo a tiempo: tras el accidente del 737 Max en Etiopía, el segundo de ese avión en cinco meses, era innecesario correr el riesgo de exponer vidas y equipos incluso si, como Boeing afirmaba al inicio, el avión era seguro.
En el debate sobre la seguridad del 737-Max se ha involucrado, casi literalmente, todo el mundo, incluido el presidente Trump, quien en sendos tweets, inclinó la balanza para que el organismo de regulación aérea de los Estados Unidos, la FAA, a regañadientes se comiera sus palabras y ordenara atracar a toda la flota de 737-Max en Estados Unidos, luego de que casi todos los otros países lo habían hecho.
El segundo tweet de Trump fue peculiar, y hacía referencia a la cada vez mayor complejidad de los aviones para volarlos. Este punto es esencial en el debate sobre el accidente de Etiopía, el desarrollo de corto plazo de la aviación, y la economía de la aviación, la cual es crecientemente importante para la economía global.
El principal sospechoso detrás de los dos accidentes del 737-Max es un software de inteligencia artificial que reacciona a cierta trayectoria del avión bajando la nariz de manera consistente tratando de evitar que el avión se atasque. El software se diseñó para evitar un error poco común pero que ha sido fatal en ocasiones, como el caso del vuelo Air France 447 de Sao Paulo a París, en el cual el avión se atascó y no puede ser elevado.
Un desarrollo para evitar tal atasque es entonces el principal sospechoso detrás de los dos accidentes recientes. En el caso del primer accidente, el de Lion Air en Indonesia, la causalidad ha sido establecida y Boeing se ha comprometido a proveer una solución en dos semanas. Tras el accidente en Indonesia se dijo que la solución era sencilla: que en caso de que el corrector de atasque se activara, tomando el control del avión, desactivarlo era suficiente, lo que tranquilizó a pilotos y aerolíneas por cinco semanas, hasta que sobrevino la tragedia de Ethiopian Air.
¿Cómo un artilugio para incrementar la seguridad aérea acaba causando el accidente? Trump razonó que la cada vez mayor complejidad tecnológica de los aviones es el problema. No es correcto. Dicho incremento en complejidad debe de acompañarse de una mayor facilidad para pilotear, incluso en situaciones de emergencia. Como nuestros mejores smartphones (no todos), los cuales cada vez hacen más cosas y son cada vez más sencillos de operar.
La pregunta es si tal cosa es posible: si podemos tener aviones y máquinas cada vez más complejas y cada vez más sencillas de manejar, o si tendremos que depender de la inteligencia artificial para manejarlas( ¿Y que tal si, como algunos autores de ficción temen en su paranoia, la inteligencia artificial se vuelve contra nosotros?).
Los efectos económicos de los accidentes han sido inmediatos: la acción de Boeing ha perdido casi doce por ciento desde el accidente, y la de su principal competidor, Airbus, ha subido cerca del cinco por ciento. Pero más allá de los cambios en la capitalización de mercado de ambas, la economía de la cadena aeronáutica podría sufrir alteraciones importantes: la lista de espera de aviones como el 737 y el A320, los más demandados del mercado: mono pasillos y con capacidad de hasta 150 pasajeros, es muy larga, los dos mayores productores no se dan abasto para satisfacer la enorme demanda por parte de los nuevos usuarios que por millones al año se incorporan al mercado al crecer los niveles de vida de la población, sobre todo en Asia, y que usan la aviación como forma de desplazarse.
Si el defecto del 787-Max es más severo de lo que Boeing reconocía al inicio entonces veremos un cuello de botella en la producción de ese segmento del mercado, incentivando la llegada de otros jugadores como Comac de China e Irkut de Rusia, o Craic, el esfuerzo sino-ruso para romper el duopolio Boeing-Airbus.
La industria aeronáutica, como los cielos que surca, no tiene fronteras. Los Estados Unidos no pudieron impedir atracar en tierra el 787-Max luego de que los chinos, los europeos, el resto del Asia oriental, y México, ordenaran suspender las operaciones y los sobrevuelos del aparato en sus espacios aéreos y aeropuertos. La aeronáutica funciona sólo en una coordinación global, y es la industria más globalizada por excelencia, es la que surca al planeta y la hace una sola economía, un solo mundo en donde los criterios nacionales deben de adecuarse a las necesidades de la industria y no al revés, como Trump y la FAA se dieron cuenta.
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