Cuando Pancho Villa se rebela contra el asesino de Francisco I Madero, Victoriano Huerta, aquél acuña en Cuencamé, Durango, un peso de plata que en el reverso ostentaba la leyenda “Muera Huerta”. Sabedor de la importancia que la moneda tiene para el poder del Estado, el dictador intentó desaparecer aquella moneda maldita. Sin moneda sólo queda anarquía. Un Estado es tan fuerte como lo es su moneda, y viceversa. Por ello en algún momento, más temprano que tarde, los Estados tendrán que hacer algo para regular la proliferación de cripto monedas, como el Bitcoin y la estrafalaria Dogecoin.
La astucia militar y política de Pancho Villa acabaron con el régimen porfirista, derrotando al dictador. La acuñación de aquella moneda, conocida ahora como la “Muera Huerta”, fue una genialidad del General de la División del Norte. Emitir una moneda exaltando la muerte del asesino de Madero fue una de las formas de erosionar el poder de la dictadura huertista.
Mi abuelo Abraham era un numismático, y tenía tres “Muera Huertas” auténticas. Él me contó en su casa de Monclova, Coahuila, la historia de esa moneda, la cual es muy útil para reflexionar sobre el futuro de las cripto monedas, que tan de moda están últimamente.
La moneda es el medio de intercambio entre los agentes económicos, y desde la desaparición del trueque como medio de intercambio, es el representante del poder: los reyes o príncipes, los emperadores, los presidentes, los bancos centrales, quienes emiten y regulan la moneda y su circulación.
Durante la revolución mexicana, cuando el poder porfirista se derrumba, y los grandes generales peleaban entre sí para determinar quién se hacía con el poder del Estado mexicano, era común que cada general emitiera monedas en el territorio que gobernaba, desintermediando al Estado nacional.
Es solo hasta que Venustiana Carranza y los generales sonorenses derrotan a Villa y a Zapata que el poder nacional se consolida, y desaparecen así las monedas y billetes acuñados localmente.
La “Muera Huerta” acabó convirtiéndose en una rareza numismática (es la única moneda en el mundo que proclama la muerte de un jefe de Estado), y los coleccionistas actuales pagan una pequeña fortuna por una moneda auténtica.
Las cripto monedas no son muy distintas de aquella cacofonía que predominaba en la revolución mexicana. Cualquier persona puede emitir cripto monedas si genera un algoritmo aceptado por el mercado y tiene la suerte de convertirse en una de las modas que eclosionan de manera regular en Wall Street estos días.
Así como la “Muera Huerta”, Bitcoin y sus semejantes surgieron en un momento peculiar en donde el Estado ha relajado sus controles. En el caso de las cripto, la serie de crisis económicas en 2000, 2008-2009 y 2020, resueltas por los bancos centrales con un torrente voluptuoso de liquidez, ha hecho que el dinero sea tan abundante, que como decía José Alfredo Jimenez: “tengo dinero en el mundo/dinero maldito, que nada vale”.
Si a tasa de interés es cero, o negativa, el dinero no vale, es más pierde valor. Esta inundación de liquidez ha provocado que muchos inversionistas busquen protección en otros activos.
Típicamente el oro y los metales preciosos habían sido los refugios durante las expansiones de la liquidez, pero grupos de programadores idearon algoritmos encriptados tan seguros que concibieron un signo, una clave electrónica única e infalsificable (hasta ahora), y la convirtieron en una moneda virtual para servir como medio de intercambio y refugio de valor, funciones reservadas hasta hoy a las monedas soberanas.
A pesar de su explosivo crecimiento, los cripto monedas funcionan aún en la marginalidad. La mayoría de ellas sirven para realizar intercambios de servicios en internet, aunque Elon Musk, el controversial billonario dueño de la automotriz Tesla, ya acepta Bitcoin como medio de pago para sus autos, y es posible que conforme más empresas y personas las acepten, las cripto monedas extiendan su condición de medio de pago.
Este escenario no puede ser permitido por el poder financiero de los Estados modernos: los bancos centrales. Las cripto no pueden desplazar a las monedas soberanas. No pueden permitir que cualquiera programador sea capaz, como aquellos generales mexicanos de la revolución, de emitir dinero para crear sus propios dominios. Si los bancos centrales no hacen algo, pronto veremos a Elon Musk emitir su cripto “Muera Huerta” dirigida contra la Fed.
Si las cripto monedas siguen creciendo, poniendo sus reglas, y avasallando a las monedas soberanas como medio de pago de la economía moderna, los bancos centrales acabarán siendo unos cascarones inútiles incapaces de implementar políticas públicas. La creación de dinero es una potestad del soberano, del rey y señor, del poder. Consentir que cualquier programador cree su moneda es aceptar la anarquía monetaria y claudicar el poder regulador de los bancos centrales.
Si lo atractivo de las cripto monedas es el mecanismo que las crea, llamado blockchain, que permite la generación de monedas virtuales infalsificables, algunos economistas y medios financieros proponen que entonces lo que debe ocurrir es que los bancos centrales sustituyan sus monedas soberanas por criptos, y centralicen ellos la facultad de acuñarlas, tal y como ocurrió cuando la Constitución de 1917 le dio ese poder al Banxico.
Conforme las cripto monedas dejen de ser económicamente marginales, y se expandan más allá del frenesí especulativo que son ahora y comiencen a erosionar la oferta monetaria de los bancos centrales, la necesidad de regularlos y recuperar la capacidad de acuñar moneda crecerá. Quizá la tecnología acabe imponiéndose, quizá en el futuro las monedas soberanas serán emitidas a través del blockchain, pero serán controladas por los bancos centrales. O así debería de ser, si no tendremos una proliferación de “Muera Huerta”.
1 comentario:
Q tal Rafa! ..esto succedio por q el sistema mundial nos maneja a su antojo y van a rescatar siempre a los q generean el problema hablese de toda la liquidez q hay y q se ha inyectado para no colapsar la economia mundial..
Publicar un comentario