Existen dos formas de combatir la inflación: previniéndola antes de que surja, o tratando de domarla cuando ya anda suelta. Ambas tienen costos, pero todos concuerdan en que es más difícil salir a combatirla cuando ya esta enraizada en la economía. El banco central más poderoso del mundo, la Fed de Estados Unidos, comenzó a subir tímidamente sus tasas de interés la semana pasada, mientras que la inflación está en máximos de cuarenta años. Los historiadores debatirán dentro de una década el por qué la Fed dejó que se le escapara, y ahora esté jugando al “córrele que te alcanzo”.
Es muy difícil combatir la inflación cuando está baja. Es difícil convencer a la sociedad que es necesario asumir ciertos costos (generalmente un mayor costo del financiamiento), cuando los precios están contenidos. Pero es la forma más eficiente de combatirla, cuando aún no despunta fehacientemente. Ser preventivo tiene sus inconvenientes pues hay que subir tasas de referencia cuando aparentemente no es necesario.
Pero es mucho más costoso corretear la inflación cuando ésta ya anda suelta haciendo desmanes.
Es mucho más costos ser correctivo que preventivo. Comenzar a subir tasas, y retirar la liquidez tímidamente como lo está haciendo la Fed es una apuesta arriesgada, pues si la tasa anual no logra bajar hacia el nivel de 3-4 por ciento en los próximos tres a seis meses, el banco central de Estados Unidos tendrá que ser mucho más drástico y dar tirones de al menos 50 centésimas si los precios no se logran controlar.
Existe una receta infalible para contener la inflación: inducir una desaceleración económica significativa. Así fue como el legendario jefe de la Fed, Paul Volker, lo logró a principios de los años 80, cuando la inflación en Estados Unidos excedía el 15 por ciento anual. De un sopetón Volker subió las tasas de interés, la economía de EEUU entró en una fuerte, pero breve recesión, pero la inflación fue domada, y permaneció contenida por los siguientes cuarenta años. Hasta hoy.
En efecto. Estados Unidos está sufriendo las mayores tasas de inflación desde la era de Paul Volker, y lo que todos debemos preguntarnos, dada la enorme importancia que las acciones de la Fed tiene sobre el resto de las economías del mundo, es: ¿logrará en esta ocasión la Fed lo que el maestro Paul Volker no pudo? ¿Podrá Jerome Powell controlar la inflación más alta en cuatro décadas sin enviar a la economía estadounidense a una recesión?
En sus más recientes apariciones Powell ha enviado un mensaje de optimismo. La economía más grande del mundo está fuerte, su expansión es sólida, así que será capaz de soportar un ciclo fuerte y sostenido de alzas en las tasas de interés y será capaz de controlar la inflación sin caer en la recesión. En el papel Powell es convincente. Los datos soportan su aserto. Pero la historia no le es favorable.
Estadísticamente los bancos centrales no han logrado controlar la inflación correteándola. Cada vez que han tratado de alcanzarla han llevado a la economía a la recesión.
Al proceso de tratar de calibrar la política monetaria para controlar una inflación superior a las tasas de interés se le llama en el argot monetario un “aterrizaje suave”. El piloto trata de aterrizar la economía sin estrellarse subiendo las tasas y controlando los precios al mismo tiempo. Tal aterrizaje muy pocas veces se ha logrado exitosamente, los aterrizajes suaves acaban siendo aterrizajes forzosos o de plano, la nave se estrella.
Es importante insistir. La economía global se encuentra por muchas razones, en una encrucijada histórica. Una de esas razones es la lasitud con la que la Fed trató a la inflación cuando esta repuntó, y cómo está apenas iniciando, la semana pasada, a tratar de domarla cuando ésta se encuentra un factor de cuatro veces superior a su objetivo.
La Fed de Jerome Powell fue muy efectiva para inundar de liquidez los mercados y bajar la tasa de interés a cero por ciento con el fin de evitar una depresión económica durante la pandemia covid. ¿Será igual de eficiente para aterrizar la economía subiendo las tasas de interés para controlar la inflación sin conducirla a una recesión? La respuesta a esta pregunta es tan importante, que de ella depende la suerte de muchas economías alrededor del mundo.
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