Los países en donde se desarrolla el teatro de la guerra actual: Ucrania, Rusia y Bielorrusia, comparten un triste pasado, fueron testigo de la mayor masacre en la historia de la humanidad. En sus suelos, de 1941 a 1945, más de 20 millones de personas murieron, asesinadas por los ejércitos de Hitler. Allí se selló también el final del régimen nazi, cuando el Ejército Rojo le dio la vuelta a la guerra y acabó tomando Berlín un año después. Esa zona del mundo, sin darnos cuenta, ha definido durante siglos el destino político del planeta, y lo volverá a hacer hoy.
La historia occidental ha ignorado a uno de sus grandes héroes, el General Georgy Zhukov, el jefe del Ejército Rojo que logró detener a la imbatible blitzkrieg nazi en las puertas de Moscú, Leningrado y Stalingrado, y quien, a costa de millones de bajas de sus soldados, logró derrotar a Hitler, forzándolo al suicidio en su bunker de Berlín.
Europa es libre en mayor medida gracias a Zhukov y a los millones de soldados soviéticos que perecieron en la guerra contra el mayor ejército invasor en la historia de la humanidad, la fuerza alemana que invadió la Unión Soviética en 1941 en la llamada operación Barbarroja. Y sin embargo, Europa y occidente parecen no recordarlo.
Henry Kissinger hizo notar, en un preclaro artículo publicado en 2014 en el Washington Post, cómo la ignorancia de la historia y el desdén de Estados Unidos y Europa por los intentos rusos de figurar como una potencia de primer orden en el concierto global provocarían una reacción de Moscú y la aislarían hasta el punto del uso militar, aproximándola sin remedio a China.
Todos, desde los mongoles, hasta Hitler, pasando por Napoleón y quizá ahora los países occidentales, han cometido siempre un error de cálculo. Han dado por derrotado a los rusos antes de tiempo. Quizá sea el clima y las penurias vividas por siglos los que han forjado una cultura del sacrificio y de tolerancia al dolor y la derrota. Pero todos aquellos que se han aventurado al territorio de los eslavos se han percatado de lo difícil que es doblegar a los pueblos rusos.
La relación de los pueblos rusos con Europa ha sido siempre de tensiones y conflicto, y ha sido en el actual territorio en guerra en donde se ha definido, en múltiples ocasiones, la suerte del equilibrio europeo, y por ende del mundo.
Las estrepitosas derrotas de Napoleón ante el invierno ruso en 1812, y la de Hitler en 1941-1944 mostraron cómo la mezcla de resistencia al dolor, la inagotable dotación de recursos naturales y de territorio hacen a Rusia una nación difícil de enfrentar.
La intención de llevar la OTAN hasta Ucrania, considerando a Rusia, como lo mencionó Barak Obama en su momento, solo una “potencia regional”, quizá haya sido un error de cálculo geopolítico tan serio como el cometido por los invasores franceses y alemanes anteriormente. Cercar a Rusia tuvo como consecuencia su reacción desesperada: invadir Ucrania.
Los medios occidentales dan cuenta de la fallida estrategia de Putin en las primeras tres semanas del conflicto, al no poder lograr una rápida victoria. Celebran el fracaso y la mala preparación del ejército ruso y la valerosa resistencia de los ucranianos. Tristemente, una guerra larga podría favorecer a Putin, mientras logre limitar localmente el descontento contra la guerra.
Pero en un escenario muy plausible, la invasión de Ucrania sería la tumba de Putin. Así como la derrota del ejército del Zar en la etapa inicial de la primera guerra mundial marcó el fin de la monarquía rusa y disparó la revolución bolchevique de 1917, así el fracaso por doblegar a Kiyv podría ser el fin del dominio de Putin y sus camaradas sobre el estado ruso y podría abrir a ese país a la democracia plena.
Cualquiera que sea el resultado de la guerra de Ucrania, cambiará significativamente el equilibrio geopolítico global. Una victoria de Putin en las próximas semanas endurecerá las sanciones de occidente y acercará a Rusia aún más a China, y pondrán al país con mayor territorio, y al de mayor población, opuesto a Estados Unidos y sus aliados.
Si Ucrania logra resistir y forzar un cese al fuego desventajoso para Rusia, o más aún, si la oposición a la guerra en Rusia logra deponer a Putin, el advenimiento de una democracia plena en Rusia podría ser ahora si, el fin de la Guerra Fría, y el inicio de un nuevo equilibrio buscando contrapesar a China. Los escenarios son múltiples, pero todos los caminos llevan a Ucrania.
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