jueves, 1 de octubre de 2009

UN MECANISMO DE DÉFICIT TEMPORAL (Columna en El Semanario)

Como dijo Perogrullo, vamos a empezar por el principio: quienes estamos proponiendo aumentar el déficit en el presupuesto de éste y el siguiente año, estamos convencidos de que tal medida es táctica, no estratégica. Por supuesto que la incursión permanente de déficit en una economía es insostenible, por supuesto que proponer un gasto más allá de la capacidad de financiamiento del Estado no puede ser la base de un modelo económico.

Por supuesto que no: el déficit, y un déficit lo suficientemente importante como para apuntalar la recuperación económica, es decir, de por lo menos 2% del PIB, son necesarios este año y el siguiente, en tanto medidas de emergencia para contener la caída libre del producto y el empleo en México, pero tales déficit no pueden ser permanentes.

He leído en varios lados, incluido en la columna de mi muy admirado Luis de la Calle en estas mismas páginas de El Semanario, muchas dudas (de Luis) y críticas (de otros) a la posibilidad de adoptar una política verdaderamente contracíclica que implique la consecución de déficits fiscales significativos en el corto plazo.

Al respecto hay que ser bien pragmáticos: el modelo económico más apropiado es el que el ciclo económico esté requiriendo: en la fase expansiva del ciclo, cuando el producto, el empleo y la recaudación fiscal están en auge, hay que ser los neoliberales que producen superávits y ahorran los ingresos extraordinarios; cuando el producto se desploma hay que ser los irresponsables keynesianos que piden dinero para hacer hoyos y volverlos a tapar.

Si es necesario incurrir en déficits fiscales, hagámoslo: con la idea muy clara que en el mediano plazo, y cuando la economía se recupere, esos déficits se tienen que pagar. Quienes proponemos un nivel de gasto mucho mayor al que los ingresos corrientes permiten en este momento, y que pensamos que un aumento de impuestos es una muy mala idea, pensamos que cuando hay que subir impuestos y reducir el gasto público es justo cuando la economía tiene exceso de liquidez y de ingresos (lo que en México no se hizo cuando se debía, pero bueno), pero no ahorita.

Es completamente posible diseñar un mecanismo de déficit temporal, incluso a nivel de ley, y platicado con las calificadoras, que más o menos dijera lo siguiente:

a) vamos a incurrir en un déficit fiscal no mayor a un porcentaje del PIB (2%-3%) que no implique una reversión de la calificación crediticia del país por debajo de grado de inversión;

b) este déficit será absolutamente temporal, y se incurrirá en 2009 (aún es tiempo) y 2010. Y de 2011 a, digamos, 2012, el déficit convergerá de nuevo al nivel que existía en 2008, antes de la crisis;

c) cualquier monto de ingresos que se produzca por encima de los ingresos presupuestados, consecuencia, por ejemplo, de un crecimiento económico por encima de lo esperado, o de mayores precios del petróleo, etc., se dedicará a reducir el déficit, y no a una expansión del gasto.

A lo largo de las líneas anteriores se puede diseñar un mecanismo, que puede reflejarse en una iniciativa de ley o, incluso, en un reglamento aprovechando la actual Ley de Responsabilidad Fiscal.

Es muy importante que este mecanismo, esta ley, sea completamente creíble para los mercados de deuda y de divisas, y que sea conseguida con una mayoría calificada en el Congreso con el fin de asegurar su observancia durante los años en que el déficit se encuentre por encima de su trayectoria de equilibrio.

Puede incluso atarse a esta reducción del déficit cualquier desincorporación de activos del gobierno federal, pues viéndolo bien, ahora es el momento de usar los activos no estratégicos que obran en el balance del gobierno federal (el Farac, por ejemplo) con el fin de financiar estos déficits temporales, y asegurar que éstos sean verdaderamente temporales.

Es poco útil reducir la discusión respecto de un aumento en el gasto y por tanto en el déficit, al maniqueísmo de neoliberales contra keynesianos, al de los ortodoxos contra los irresponsables, a los fantasmas de Ortiz Mena y de López Portillo. Eso no nos sirve de mucho.

Incurrir en déficit no significa cambiar el modelo económico. Debería ser obvio que la receta económica tiene que cambiar cuando las condiciones económicas cambian. Pero a juzgar por lo que hemos visto en este debate, no es así.

El argumento técnico más incisivo de Hacienda es el siguiente: la pérdida de ingresos fiscales no se debe a la coyuntura de la crisis, sino a una pérdida permanente de ingresos debido a la caída en el volumen de petróleo producido. La única forma de compensar esa caída permanente en los ingresos fiscales es mediante un nuevo impuesto “que llegó para quedarse”, es decir, permanente.

Hay otras formas de aumentar los ingresos fiscales de manera permanente: haciendo un verdadero esfuerzo por aumentar la base de contribuyentes por ejemplo.

Y no hay que mezclar, el hecho de tener una brecha “permanente” de ingresos no implica que no se deba atacar con medidas contracíclicas temporales, este temporal económico que ya marcó para la historia a esta administración y a esta titularidad en la Secretaría de Hacienda como los que presidieron la crisis económica más terrible desde aquella voraz depresión que acabó desatando la Revolución Mexicana.

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