Cada mes, para ser exactos, el
primer viernes de cada mes, en las mesas de Trading de los bancos de inversión
y casas de bolsa de todo el mundo, cinco minutos antes de las 8:30 hora de Nueva
York, no se escucha ni el aleteo de las moscas. Un segundo después de las 8:30
sin embargo, las mesas de bonos y capitales vociferan, los teléfonos suenan,
los teclados de las computadoras zumban, mientras miles de millones de dólares
cambian de un lado a otro.
A ese primer viernes de cada mes
se le conoce en Wall Street como el “Viernes de Empleo”, y es el día en que los
mercados del planeta reaccionan al dato más importante del mundo: las cifras de
nóminas no agrícolas de los Estados Unidos del mes que acaba de concluir.
En si, los datos del Viernes de
Empleo son un prodigio de eficiencia burocrática: pase lo que pase, la Oficina
de Estadísticas Laborales (BLS) de los Estados Unidos, publica religiosamente,
los datos de las nóminas no agrícolas así como un caudal de estadísticas del
mercado laboral del mes que acaba de concluir, incluso cuando el primer viernes
del mes sea un día primero.
La importancia de los datos del
Viernes de Empleo residen en su extraordinaria oportunidad, pues muestran el
pulso del mercado laboral en la mayor economía del mundo con a lo sumo una
semana de retraso. Ningún país publica datos económicos con tan pasmosa
oportunidad, y por tanto, los datos del Viernes de Empleo brindan a los agentes
económicos con precisión la situación de corto plazo de la economía estadounidense.
Uno de esos agentes es la Reserva
Federal de los Estados Unidos, y aunque el banco central de nuestros vecinos
cuenta con el mayor ejército de economistas del mundo para estudiar y dirigir
la política monetaria, el dato del Viernes de Empleo es la pieza más
importantes dentro del arduo rompecabezas que la Fed tiene que armar para
decidir qué hará con las tasas de interés en los próximos meses.
Este pasado viernes 6 de
septiembre se publicaron los datos laborales de agosto, y las cifras, si bien
cercanas a lo esperado por el mercado, siguen mostrando una fotografía
desesperante: la mayor economía del mundo sigue sin añadir empleos, cinco años
después de la tremenda crisis del 2008-2009, de tal forma que le permitan bajar
de manera permanente la tasa de desempleo.
La economía estadounidense añadió
169 mil empleos no agrícolas en agosto, con una tasa de desempleo de 7.3%. En
general los números no son malos, pues el ritmo mensual de nuevos empleos es
consistente con la tendencia de mediano plazo, y comparado con la tasa de
desempleo de 8.1% que existía cuando la Fed comenzó su política de agresiva
compra de bonos a los bancos, podría apoyar la idea de que la política de
ingente inyección de liquidez está funcionando para enderezar el rumbo de la economía.
Pero el reporte de empleo de cada
viernes incluye una serie de datos adicionales que complementan los datos
generales, y la situación descrita por la información complementaria sigue
siendo descorazonadora., y se sintetiza en lo siguiente: los nuevos empleos
añadidos se encuentran por debajo de los nuevos ingresos a la fuerza laboral,
la mayor economía del mundo no nada más no ha dado empleos a millones de los
que perdieron sus puestos en el 2008-2009, sino que no absorbe a los millones
de nuevos entrantes a la fuerza laboral, un proceso que no se presentaba en los
Estados Unidos desde la crisis del 29 del año pasado.
Uno de los indicadores claves
para describir el proceso anterior son las piezas que forman la tasa de
desempleo. Las estadísticas cuentan a alguien como desempleado si en las
semanas anterior a la encuesta no encontró trabajo a pesar de estarlo buscando.
La definición no sólo es semántica. La definición implica que si alguien no
está buscando trabajo, por ejemplo porque ya se cansó de buscar o porque
reingresó a la escuela, no cuenta como desempleado aunque no tenga trabajo. Y
es ese fenómeno el que está sacudiendo al mercado laboral en Estados Unidos.
Mucha gente en Estados Unidos ha
dejado ya de buscar trabajo al no encontrarlo, y han regresado a sus casas, a
vivir con sus familias, o han buscado una beca para regresar a la escuela. Si
sumamos las personas que trabajan más las que están buscando trabajo obtenemos
un indicador que se llama la “tasa de participación laboral”, es decir aquellos
en el mercado. Este indicador cayó en agosto a 63.2%, el nivel más bajo en
treinta años.
La tasa de desempleo ha bajado en
ese período no porque la agresiva política monetaria haya sido efectiva, sino
porque mucha gente, millones, cansados de buscar trabajo sin encontrarlo, han
regresado con sus familias o con becas a la escuela, y mientras el mercado
laboral siga en esas condiciones de desánimo, la Fed podrá comenzar a retirar
la liquidez, pero no subirán las tasas de interés. Y eso quizá tome muchos,
muchos años.
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