Cinco años
después de la peor crisis económica en el mundo desde la Gran Depresión de
1929, las secuelas de alto desempleo y bajo crecimiento parecen casi
perdurables, y detrás de esas cifras necias se esconden millones de hogares que
han sufrido años severos y oportunidades reducidas.
Un indicador sin
embargo se ha recuperado incluso más allá del punto en que se encontraba antes
de la implosión de la economía global en el 2008-2009: Wall Street. Los
principales índices accionarios compuestos por las empresas que cotizan en la
bolsa de valores de Nueva York, el NYSE, ya han dejado atrás los niveles
históricos marcados antes de la gran crisis hipotecaria y se encuentran ya en
niveles históricos, con la notable excepción del Nasdaq, que no recupera aún
los niveles del año 2000.
Los dos índices
más importantes del mercado accionario, el popular Dow Jones y el más preciso
S&P 500 se han propulsado más allá de sus máximos históricos pre-crisis y
hoy atisban nuevos máximos en cada sesión, a pesar de que el mes de agosto fue
un muy mal mes para los mercados.
¿Pero los
récords históricos de Wall Street son una buena señal? ¿Son un prolegómeno de
una época de expansión y crecimiento como los máximos marcados durante toda la
década del 90? ¿O como en el año 2000 y en el año 2007 auguran una catástrofe?
Es muy difícil saberlo, pero es muy importante poner atención a lo que el
mercado está diciendo.
Una forma
alternativa de ver las preguntas anteriores es preguntarse: ¿a los actuales
precios históricos las acciones de las compañías cotizadas están baratas o
están caras?.
Comprar acciones
es adquirir el derecho a una parte alícuota de los beneficios que la empresa
generará en el futuro. Si la empresa genera muchos beneficios en el futuro
entonces al comprar hoy habremos hecho una buena inversión. Si la empresa no
cumple con las expectativas, habremos comprado una acción cara.
Los analistas
financieros tienen una medida para el problema anterior, le llaman la UPA, o
utilidad-precio por acción, en inglés conocida como EPS (earnings per share), y
mide justamente cuánto estamos pagando por un peso de utilidad de las empresas
en el futuro.
Durante períodos
de depresión bursátil la EPS desciende pues el pánico de los inversionistas
deprime los precios en el corto plazo, bajando el precio que el mercado está
dispuesto a pagar por los beneficios futuros. Pero en las épocas de auge los
inversionistas están dispuestos a pagar quizá demasiado por cada peso de ganancias
futuras.
Basado en esta
medida parecería ser que las acciones en los Estados Unidos, y en otros
mercados, están quizá demasiado caras. Mientras que el cociente EPS histórico
es de 16.5 veces, en el nivel actual del S&P 500 el EPS es de 23.8 veces.
Esto quiere decir que los inversionistas están pagando actualmente por cada
peso de ganancias corporativas en el futuro más de lo que se ha pagado en el
pasado, por lo que es posible que los precios de las acciones se ajustan a la
baja para que dicho cociente regrese a su nivel normal.
Las acciones en
Estados Unidos entonces pueden estar caras por dos motivos: o por que lo que
nos espera en los próximos años es un dilatado período de prosperidad y un
crecimiento récord de las ganancias, o por que la inyección de liquidez que la
Fed y los Bancos Centrales de los países desarrollados han implementado en los
años recientes para combatir la recesión se ha ido a estacionar a los mercados
de valores dado que no hay otras alternativas en la economía real en donde el
estancamiento y el desempleo siguen prevaleciendo.
Si la primera
opción es la que está detrás de las altas valuaciones , entonces el alto
cociente de las EPS actuales irá diluyéndose conforme el crecimiento y la
bonanza económica muestren un crecimiento récord de las ganancias corporativas.
Pero si lo que explica las altas
EPS es la profunda liquidez inyectada por los bancos centrales, entonces
deberíamos estar muy, pero muy atentos, porque dicha liquidez en el muy corto
plazo, comenzará a retirarse del mercado.
Cuando la Fed anuncie
este mes de septiembre que recortará la talla de sus compras mensuales de bonos
e hipotecas, de 85 mil millones a un ritmo menor, la liquidez comenzará a
menguar y las expectativas de que dicha mengua se acentúe en el futuro crecerán
todavía más. Cuando la amplia colcha de la liquidez se retire dejará al
descubierto muchos excesos que se han cobijado bajo su manto en los últimos
años y no debemos de descartar que los niveles récord del Dow Jones y el
S&P 500 sean uno de dichos excesos que quizá deberán de ser corregidos.
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