Los mercados iniciaron el año con las redes sociales inundadas, medio en serio y medio en broma, con temores sobre una tercera guerra mundial detonada por el enfrentamiento entre Irán y los Estados Unidos. Pero nada, ni la guerra comercial contra China, ni la tercera guerra mundial, pueden contra estos mercados de teflón. El año pasado con Trump y China enfrentados, estos mercados de teflón se dispararon casi treinta por ciento, y el miedo a la tercera guerra mundial, no les hizo ni cosquillas.
Hace un par de semanas comentábamos lo difícil que es ser precavido cuando todo está saliendo bien. El momento más dificil de cuidar los riesgos es cuando estamos volando con cielos claros. Los financieros tienen una medida para esto: un índice que mide la volatilidad del mercado, a la cual la prensa financera conoce, de manera un poco exagerada, como el “índice del miedo”.
El índice VIX fue diseñado por la bolsa de futuros de Chicago para calcular la volatilidad del mercado, y se calcula como un promedio movil de treinta días de las dispersiones de los precios del índice respecto de su promedio. Si el índice sube significa que la volatildad: entendida como la diferencia entre el máximo y el mínimo de la sesión se amplía, lo que ocurre típicamente en momentos de mucha incertidumbre, cuando las expectativas de los inversionistas se dispersan.
Lanzado en 2005 para que los inversionistas de opciones pudieran cubrieran sus exposiciones más extremas, el VIX se ha convertido en una vedette mediática por esta peculiar interpretación de ser el índice que mide el miedo de los inversionistas en el mercado.
El Vix inició la semana pasada, un día después que los Estados Unidos había asesinado al general iraní de mayor rango, cotizando en 16.39. ¿Y qué ocurrió en la semana en la que en redes sociales y en los comentarios especializados especulaban, en serio y en broa, sobre una tercera guerra mundial? El índice se desplomó de 16.39 a 12.20, una reducción de 26 por ciento en el miedo del mercado. Es decir, mientras las redes y los medios entraban en pánico, los inversionistas se relajaban y cerraron una semana marcada por barruntos de guerra, misiles iraníes a bases militares estadounidenses y derribo de aviones ucranianos en Teheran, con una baja dramática en la volatilidad el mercado. Lejos del pánico, los mercados redujeron su percepción de riesgo hasta niveles muy crecanos a los mínimos del último año.
¿Qué ocurre? ¿Por qué nada puede espantar a estos mercados? Ni la psoiblidad de un escalamiento del enfrentamiento militar entre EEUU e Irán fue capaz de mover los nervios de los inversionistas, quienes vieron impávidos cómo el resto del mundo se crispaba.
El mínimo histórico del índice es cercano a 9.85 puntos, mientras que el dato mínimo de los últmos doce meses es de 11.80, Es decir, Wall Street y los mercados financieros del mundo se encuentran a tan sólo 3.3 por ciento del nivel más bajo del último año, y a tan sólo 13.7 por ciento de su nivel mínimo respecto del “miedo” que sienten los inversionistas.
Nada perturba a estos mercados: el viernes pasado las cifras de empleo del mes de enero de los Estados Unidos fue menor a lo que pronosticaban los inversionistas, y la presión sobre los costos salariales fueron también menores a lo estimado. ¿La reacción de los mercados? Apenas se movieron, una muy ligera caída, con la mayor parte de las acciones presentando un movimiento muy limitado en sus precios.
Cuando se escriba la historia de los mercados de estos últimos años será muy interesante analizar por qué los inversionistas fueron inmunes, ignorantes a los riesgos que se acumulaban a sus puertas sin protegerse de lo que vino después.
No debería de sorprendernos que dentro de algunos meses, o algun par de años, volteemos hacia atrás y nos preguntemos, como lo hicieron milones de inversionistas en 2009: ¿Por qué nadie se dio cuenta de lo que pasó, cuando era tan claro que estaba por estallar?
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