La decisión de las autoridades mexicanas de prohibir la venta de ciertos quesos, bajo el principio de que eso-NO ES-queso, es muy importante: ¿Quién parte el queso? ¿El mercado, o ese colectivo abstracto que es el Estado? Economistas como Joseph Stiglitz han mostrado que el queso resultante del mercado competitivo puede ni siquiera ser un queso: es decir, que el resultado social del mercado competitivo no es óptimo, y que es necesaria la intervención del Estado para que el queso SI sea queso.
El queso es una deliciosa creación colectiva: hecho de manera anónima por mujeres y hombres a lo largo de los siglos y en multitud de regiones en el mundo. En las sociedades industriales avanzadas, el queso, como casi todo, ha pasado de ser fabricado en los hogares a ser fabricado por corporaciones, quienes definen lo que es un queso.
Las corporaciones, con el fin de crecer y ofrecer a los consumidores los bienes al mejor precio posible, buscan minimizar los costos. Por ejemplo, las empresas del sector de alimentos, compitiendo entre ellas por ofrecer el queso más barato posible para ganarle mercado a sus competidoras, buscarán hacer el queso más barato posible. Hasta el punto en que el queso deja de ser queso.
Bajar costos con tal de ganar mercado es una práctica necesaria bajo el mercado de libre competencia. Y es lo mejor para los consumidores, quienes buscarán, para un precio dado, el mejor queso disponible. ¿Pero qué ocurre cuando las empresas, con tal de ofrecer el queso más barato para ganar mercado, venden un queso que ya no es queso?
El mercado de quesos, dejado a su libre concurrir, puede acabar produciendo no quesos. Ese resultado elimina el beneficio social que la libre competencia provee al incentivar quesos más baratos, por lo que es necesario que un tercero, alguien ajeno a la competencia del mercado, ponga un límite a dicha lógica, que exija que la competencia no puede ir en contra del queso mismo.
¿Quién es el que parte el queso entonces? ¿El mercado con su lógica intrínseca de reducir los costos al mínimo posible, incluso a costa del queso? ¿O el Estado, que pone un contorno al marco de la competencia y que debe de decir, qué SI es, y que NO ES queso?
Aún quedan economistas que creen que lo mejor que el Estado debe de hacer es dejar hacer y dejar pasar: que sean las empresas, compitiendo libremente, quienes produzcan el queso que mejor resulte a su estrategia. Creen que el queso que resulte de dicha lógica es el mejor queso posible.
Pero la mayoría de los economistas creen ahora que quizá ese queso no sea el mejor. Quizá el queso neoliberal, resultante de la acción irrestricta de los mercados, acabe siendo un no-queso, sino una masa de almidón con sal que sea idéntico a un queso.
El queso neo-keynesiano, en donde el Estado fija requisitos mínimos para que algo que se vende como queso, sea un queso, y a partir de esa definición mínima, incentiva la competencia para que las empresas busquen producir el queso más barato posible en su búsqueda de ganar la mayor cuota de mercado, es quizá una estrategia que produce un bienestar social mayor al mercado competitivo irrestricto.
Lo que las autoridades mexicanas han hecho en el mercado del queso es un magnífico primer paso: prohibiendo la entrada al mercado del queso a lo que NO ES queso. Es el nivel de regulación mínima: evitar que las empresas engañen al consumidor que quiere un queso.
El segundo paso es definir qué SI es, y qué NO ES un queso. Los puristas que aún creen que el mercado competitivo produce un resultado social óptimo deberían de leer a Joseph Stiglitz, y aceptar que es conveniente que el Estado defina los requisitos mínimos del queso que definirán la competencia en dicho mercado.
No hay por qué rasgarse las vestiduras y alarmarse. Desde hace siglos Francia define no nada más qué si es y que no es un vino. Francia llega al límite de definir qué si es y qué no es un Chablis, un Grand Cru, o un Vin de Pays. Y nadie puede decir que el resultado ha sido negativo, dado el apabullante dominio francés en el mercado vinícola mundial.
¿Que es peligroso que el Estado sobre regule el mercado? Si, tan peligroso como que no lo regule en lo absoluto. El queso neoliberal resultante de la irrestricta competencia resulta en un no-queso, un queso sobre regulado puede resultar en un no mercado, pues podríamos tener quesos tan caros que no tengan demanda. La regulación debe de ser inteligente, y la economía ha avanzado muchísimo en las últimas décadas en este tema, así que, si queremos tener buenos quesos a buenos precios, hagámosle caso a los economistas que han escrito tanto al respecto.
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