Se supone que en los próximos meses vamos a un escenario de muy fuerte crecimiento, tan fuerte que por todas partes escuchamos sobre la amenaza de inflación, pues los índices de precios están marcando máximos multianuales. Pero el omnisciente mercado de bonos, el gran oráculo económico del mundo súbitamente ha mudado las señales. De un mes para acá las tasas de largo plazo, que deberían de subir para proteger a los inversionistas del repunte inflacionario, no han dejado de bajar, como si estuvieran previendo un escenario de menor crecimiento y una reducción en las tasas de inflación.
Tomemos por ejemplo el rendimiento de los bonos de Estados Unidos a 30 años. Un plazo tan largo es muy susceptible a la inflación pues esta acaba erosionando el poder adquisitivo de una inversión tan prolongada. Hace un mes dicho rendimiento estaba en 2.106 por ciento, mientras que al cierre de este viernes la tasa se ubicó en 1.923 por ciento. Una baja sensible para un plazo tan largo, y en un contexto de tres meses consecutivos de datos de inflación muy superiores a los estimados por el mercado.
¿Qué diablos ocurre? Por qué los bonos están reaccionando a los altos datos de inflación como si fueran bajos datos de inflación.
La respuesta más precavida es la siguiente: porque el mercado de bonos, especialmente el de muy largo plazo, siempre ve al futuro. Las tasas hoy están reaccionando a lo que están viendo en los próximos meses, no en los meses pasados.
¿Será posible que el mercado de bonos esté viendo que, como algunos economistas sostienen, el repunte inflacionario es pasajero? O más aún ¿Está anticipando que el poderoso repunto económico previsto por los récords imparables en Wall Street, son demasiado optimistas, y que afectados por nuevas olas de covid, la economía moderará su crecimiento e incluso puede haber una recaída?
El padre de la teoría atómica, el danés Neils Bohr, tenía una frase fantástica: pronosticar es muy difícil, sobre todo el futuro.
Los meteorólogos, los financieros y los economistas son profesiones peculiares, pues el adivinar el futuro forma parte integral de su actividad. Entre los tres competimos por ver quién es el que lo hace peor, pues el futuro, como lo saben los físicos, no se puede conocer, a lo mucho podemos intentar predecirlo, con desigual fortuna.
A pesar del desánimo anterior, los mercados no cejan. En todo momento los precios reflejan las apuestas de millones de inversionistas respecto del futuro. A veces aciertan, otras fallan, pero siempre apuestan.
Por eso desconcierta que, habiendo anticipado de manera correcta la violentísima recesión del primer semestre del 2020, habiendo previsto la potente recuperación económica de 2020-2021, habiendo adivinado con precisión el repunte inflacionario de inicios del 2021, súbitamente el oráculo del mercado de bonos esté enviando una señal contraria a lo que percibimos: las tasas de largo plazo están bajando.
La tasa líder, la de 10 años en Estados Unidos, que estaba hace un mes en 1.499 por ciento, ha caído a 1.281 por ciento. Lo mismo ha ocurrido en prácticamente todos los mercados de los países centrales: las tasas de largo plazo han bajado en las últimas cuatro-cinco semanas. En México incluso, la tasa de 10 años ha disminuido, así sea marginalmente, de 7.26 a 7.20 por ciento en el último mes, sugiriendo que los inversionistas están confiados a que el Banxico pueda controlar el rebrote inflacionario tras la modificación reciente de su instancia monetaria.
El mercado de acciones (el Dow Jones, el Nasdaq, etc.) suele ser exuberante o azotado. Es fácil que se deje llevar por el entusiasmo o por el pesimismo. Exagera en ambos sentidos. Pero el mercado de bonos, en donde el rendimiento es pequeño, suele ser por ello cerebral, calculador y cuidadoso. Por eso, siempre en retrospectiva, se equivoca menos que su hermano más exultante.
¿Acertará de nuevo el mercado de bonos? En diciembre 2021-enero 2022 ¿estaremos aquí escribiendo sobre el bajo crecimiento económico y la baja inflación? ¿Reaccionará el mercado de acciones, quien sigue anticipando floridas ganancias y fastuoso crecimiento, a las señales de moderación que su hermano, más conservador, está comenzando a sugerir? Solo lo sabremos en su momento, pues el futuro no puede conocerse. Y ese es el chiste. Si no seríamos meteorólogos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario