Goya, el padre de la pintura moderna, acuñó la frase que parafraseamos en este título en un grabado de su serie de “Los Caprichos”, y pensé que podría servir para llamar la atención sobre la laxitud con la que los bancos centrales están tratando el riesgo de que la inflación se les vaya de las manos y no sea únicamente un susto temporal, sobre todo porque la evidencia abunda en el sentido de que una conjunción de choques desfavorables: escasez de insumos claves, y precios de la energía disparados, podrían apoyar un escenario de precios crecientes durante un período prolongado de tiempo.
La semana pasada tan sólo, y únicamente en México, dos noticias destacaron en este sentido. Las plantas de Ford en Hermosillo, y de Nissan en Aguascalientes tuvieron que detener su producción ante la falta de insumos, especialmente de semiconductores, críticos para el funcionamiento de los autos que producen y exportan.
Las dos plantas mencionadas son icónicas, de las más antiguas y grandes del país, y son un síntoma de un mal mayor: la escasez de chips está haciendo estragos en la industria automotriz y muchas otras del mundo, debido a la altísima demanda que los artefactos de comunicación y gráficos tuvieron durante la pandemia y que dejaron sin chips al resto de los productos.
Pero los semiconductores son apenas uno de los múltiples sectores en donde la escasez de oferta es crítica: el petróleo y el gas natural enfrentan un agudo desbalance en sus mercados y los precios se están disparando; derivado de lo anterior los precios de electricidad despegan ante la falta de capacidad instalada e insumos; en múltiples medicinas ocurre un fenómeno similar de escasez; y lo que es más importante, en variados sectores y en una cantidad creciente de países, las ofertas de empleos (sobre todo calificados) son mayores a la demanda de los mismo, y por primera vez en décadas, se perciben presiones de costos salariales y ventajas del factor trabajo en las negociaciones frente al capital.
Es tan seria la falta de oferta que en economías como la mexicana, el impacto está ya sintiéndose en la economía en general. El 2021 comenzó con una muy robusta recuperación de todos los sectores de la economía, pero a partir de mayo los paros y recortes en la industria automotriz, la más importante en términos de exportaciones y empleo en México, han hecho que la recuperación general se debilite al extremo que los datos del PIB podrían estar cerca del estancamiento rumbo a finales del año si no se resuelve para entonces la crisis de chips. Y no se resolverá a juzgar por la información disponible para dicho sector.
Los cuellos de botella por el lado de la oferta presentan un dilema para los bancos centrales. Algunos, como el Banco de México, reaccionan a la inflación producida por la sacudida de la oferta aumentando las tasas de interés para anclar las expectativas e impedir que los mayores costos se transfieran a precios al consumidor. Otros, como la Fed, son complacientes y a pesar de registrar datos récord deciden dejar las tasas de interés en cero pues dicen que subiéndolas alimentarían expectativas de inflación en un contexto en donde los precios crecientes son de naturaleza temporal.
Lo cierto es que la dislocación de la oferta, de las cadenas de suministro, no únicamente se está reflejando en mayores precios, sino en menor producción y empleo, como lo muestra el caso de la industria automotriz mexicana. Esta mezcla de riesgos es inusitada para la economía global, quien en los últimos cuarenta años disfrutó de un entorno inverso: amplia oferta y bajos precios, bajos costos laborales y apertura comercial generalizada.
Las barreras comerciales a China, las restricciones de ese país a una multitud de empresas, los cuellos de botella que surgen por todas partes, están confluyendo para configurar un escenario complicado e inédito, de difícil abordaje para la política monetaria exclusivamente. La política fiscal también ha visto como la expansión de su rol mediante apoyos y subsidios, ha acentuado los efectos de los cuellos de botella y limitado su efectividad.
El freno en la recuperación que se adivina en México no es exclusivo del país, sino un fenómeno global determinado por las causas aquí reseñadas. Esta semana se llevan a cabo las reuniones anuales del FMI y Banco Mundial en Washington y será muy interesante conocer el tono de los comunicados para saber que fue lo que el Covid se llevó.
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