Bitcoin y sus amiguis están conociendo por primera vez en su vida lo que son las tasas de interés altas. ¿Podrán sobrevivir al fin del dinero barato? No lo sabemos en este momento, pero en el fondo de la pila de cadáveres que son hoy los mercados financieros, se encuentran los despojos de un famoso activo: las criptomonedas.
Alguna vez las estrellas rutilantes de Wall Street, una tras otra, y una más que otra, estos bilimbiques se han hecho añicos recientemente y han incumplido su ambiciosa promesa: la de ser un refugio seguro, blindado contra los cracks de los mercados accionarios. Nada más falso: las criptomonedas están cayendo dos veces más rápido que las acciones en las bolsas de valores.
Sus creyentes estaban convencidos que las cripto no se les aplicaría nunca una de las máximas de hierro de los mercados: entre más fuerte es el alza, más fuerte es la caída. Por alguna razón, la creencia de que “esta vez, si que es diferente” se repite en cada mercado alcista que califica como burbuja especulativa. No hay nada nuevo bajo el sol de Wall Street: ya sea que se llamen tulipanes, acciones, hipotecas o criptomonedas, una burbuja es una burbuja, y cuando truenan, suenan a lo mismo: pffffff.
¿Por qué algo que no nos alimenta, ni produce nada, debería de valer, literalmente, más que todo el oro del mundo? Porque las tasas de interés estaban en cero o negativas, y las criptomonedas, inviolables e infalsificables, daban la ilusión de ser un refugio en contra de la erosión violenta que muchos argumentaban, representaban las políticas monetarias ultra expansivas de los bancos centrales, especialmente de la Reserva Federal de los Estados Unidos.
Cuando el costo del dinero es cero, como lo ha sido en términos generales en las últimas dos décadas, se crean incentivos para que los inversionistas compren activos cuya rentabilidad es muy dudosa. En todos los sectores, desde la infraestructura, hasta los bienes raíces, el dinero barato de estas últimas décadas sirvió para alimentar un vasto conjunto de activos que poco a poco están viéndose como estrafalarios.
Pero al menos la infraestructura, los bienes raíces, e incluso las acciones, tienen algo que existe detrás. Las criptomonedas son cripto por virtud del avanzadísimo sistema de encriptación con que son generadas, y son “monedas” por virtud de una falsa mercadotecnia que busca engañar al público queriéndoles hacer creer que el dinero puede generarse de manera ajena al poder político, fuera de la esfera del soberano, al margen del Estado moderno.
Las criptomonedas son dos ejercicios: uno técnico, a cargo de programadores extremadamente sofisticados capaces de crear algoritmos de una seguridad casi sin paralelo (por el momento), generando una ficha virtual, única e irrepetible, como debe ser una moneda, infalsificable.
Pero el segundo ejercicio es una mercadotecnia tramposa y peligrosa. A esa ficha virtual le llaman “moneda”, y una comunidad creciente de usuarios acuerda en dotarla de un rasgo que las monedas suelen contener: sirven de medio de cambio. Las cripto se usan para comprar y vender muchas cosas, sobre todo en internet.
Pero entre una ficha virtual que sirve para el trueque y una moneda de verdad existe una diferencia: el poder del Estado.
Para el beneficio de sus usuarios y de las familias, una moneda debe de contar con el respaldo del Estado, ser una obligación de este. Por ejemplo, el Estado responde hasta cierto monto por los depósitos en el sistema bancario, las monedas, notas y billetes son pasivos de los bancos centrales. Bitcoin y las criptomonedas venden una mentira, una ilusión llamada “descentralización”, que los usuarios deberían de leer con todas sus letras como lo siguiente: “nadie respalda a las criptomonedas”, “nadie está detrás de ellas”.
Una moneda no es un asunto técnico, ni financiero. Es antes que todo, político. Pancho Villa por ejemplo lo supo en su momento, que una de las formas de erosionar el poder del asesino de Francisco I. Madero, Victoriano Huerta, era a través de la moneda, y acuñó la famosa moneda conocida entre los numismáticos como la “Muera Huerta”. La moneda es una razón de Estado.
No es la primera vez, ni será la última, que un grupo de usuarios buscan emitir monedas al margen del Estado. Pero será muy interesante ver si las criptomonedas logran sobrevivir a algo que nunca habían enfrentado: altas tasas de interés.
1 comentario:
Siempre me gusta leer tus notas pero esta vez sí noto una visión algo tendenciosa.
Dice que las cripto no tienen utilidad económica alguna lo cual es mentira, ayudan a aminorar enormes costos de transacción en las remesas como el caso de la criptomoneda litecoin.
Y cumplen con las funciones del dinero: unidad de cuenta, reserva de valor (a largo plazo claro está), y medio de cambio. No necesitan un respaldo del "soberano" para ser dinero basta con la confianza que la gente le dé, como el caso de las monedas sociales que en muchas comunidades pobres han sido de utilidad.
Además las acciones tampoco tienen respaldo una empresa quiebra y el accionista tendrá que asumir su perdida, o un añillo u objeto de un artista puede valor mucho y no tiene respaldo pero que algo no tenga respaldo no significa que no deje ganancia
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