Hace un cuarto de siglo, las acciones de empresas tecnológicas sufrieron un quebranto legendario. Un episodio que se conoce como el pinchazo de la burbuja de las punto-com, cuando centenas de empresas ligadas a internet se desplomaron. Pero las que sobrevivieron mostraron que algo de razón había en la burbuja especulativa que se reventó en el inicio del siglo. Dos décadas después, las sobrevivientes de aquel desastre son las empresas más poderosas del mundo. La lección es sencilla: las oleadas tecnológicas se acompañan de peligrosas burbujas especulativas, pero en el largo plazo, el cambio estructural predomina. Aunque el camino es volátil y riesgoso.
Vale la pena recordar lo anterior porque la semana pasada fue la peor para las acciones del sector tecnológico en los últimos dos años, arrastrando consigo al índice Nasdaq, y presenciando el hundimiento de muchas de las portaestandartes de la nueva economía, incluyendo a la hasta hace poco invencible Nvidia, la cual se dejó en el suelo una caída de 10 por ciento únicamente el viernes.
No estuvo sola. La popular plataforma de películas y series, Netflix, se desbarrancó 9 por ciento el viernes también, mientras que Super Micro Computer, una oscura manufacturera de computadoras para procesar inteligencia artificial, se desplomó 23 por ciento en ese día.
Si no fuera porque los colosos del sector: Microsoft, Apple, Amazon y Google, tuvieron caídas menores, que amortiguaron la baja de los índices, la debacle del viernes tuvo un sabor de burbuja que se desinfla en muchos rincones del mercado.
Los precios de muchas acciones tecnológicas, especialmente las ligadas (así sea vagamente) a la aplicación de la Inteligencia Artificial, han subido tanto de precio en los últimos dos años, que no debería de asombrar un ajuste severo de sus valuaciones, dado que las variables que suelen determinar sus ganancias: tasa de interés, crecimiento económico, e inflación, difícilmente justifican los niveles y trayectorias que hemos visto.
Esta semana que inicia tiene una agenda pesada en lo que respecta a la publicación de resultados trimestrales de muchas de las empresas tecnológicas más importantes, y a juzgar por el retroceso que vimos en los mercados, los inversionistas están pagando por ver. Están temerosos de que las valuaciones tan estiradas a las que han llevado al precio de esas acciones no tengan un sustento económico verdadero.
Pero más allá de esta semana, y de la reacción a los reportes trimestrales de las empresas, la historia reciente muestra que las burbujas especulativas acompañan a las oleadas de innovación tecnológica, las cuales son el fundamento del crecimiento económico del largo plazo. El desinflamiento de dichas burbujas, que suele tener consecuencias graves sobre el consumo y el patrimonio de familias y empresas, parece ser una fase más de una onda más larga en donde las innovaciones tecnológicas, surge, maduran, se establecen y cambian radicalmente el mundo en que vivimos.
La explicación para las burbujas quizá venga del deseo de los inversionistas de maximizar sus ganancias, y de la incertidumbre en el momento contemporáneo de quiénes van a ser las empresas que prevalecerán y que dominarán sus mercados en el futuro.
En el momento en que el cambio tecnológico está en su etapa temprana, es difícil visualizar quienes serán los Microsoft y Apple del futuro, por lo que los inversionistas adquieren acciones del mayor número de empresas posibles, con el fin de incrementar la probabilidad de invertir en las que serán las ganadoras en el largo plazo.
Lo anterior produce una burbuja especulativa, la cual casi inevitablemente tronará, una vez que se criben las ganadoras de las perdedoras, produciendo una debacle bursátil que, vista fríamente, sirve para purgar a los mercados de sus excesos y exponer claramente cuáles empresas sobrevivirán de las que no lo harán.
Empresas como Tesla, Nvidia, AMD, Netflix y otras, que hasta hace poco tiempo no conocían límites superiores, hoy se encuentran muy por debajo de sus niveles máximos, sufriendo la prespectiva de que la Fed, el banco central de Estados Unidos, mantenga sus tasas altas por un período prolongado de tiempo, menoscabando las valuaciones de sus ingresos futuros y desanimando así a los inversionistas.
¿Estamos, una vez más, ante el pinchazo de una burbuja especulativa en las bolsas? ¿o, esta es tan solo una pausa en el irrefrenable ascenso de las acciones tecnológicas, las cuales transformarán radicalmente la economía global aplicando la Inteligencia Artificial?
Estas preguntas no son excluyentes, y puede ser perfectamente lógico que una implique a la otra. El cambio económico es incierto, caótico y profundo, pero desordenado. Y las burbujas especulativas, que surgen y revientan sin patrón alguno, puede que sean condición y resultado de la innovación tecnológica.
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