sábado, 15 de agosto de 2009

"Estrella Distante" de Roberto Bolaño: Chin Chin Si No La Leen

Cuando se termina de leer el primer capítulo de "Estrella Distante" queda la convicción de que la única forma que esa historia puede concluir es con una obra maestra.

Nos llevamos a los niños a Cancún, cumpliendo nuestro ritual anual de vacacionar con mis hermanos, y me acompañó en el periplo mi queridísimo Roberto Bolaño (gracias, Arturo Herrera, por presentármelo), con dos obras que aún no había leído: "Amberes" y "Estrella Distante".

De "Amberes" nos ocuparemos después, pero digamos que es un fastuoso ejercicio de escritura, casi presuntuoso, que muestra lo que el gran maestro era capaz de hacer.



Las palabras Roberto Bolaño y Obra Maestra es común encontrarlas en la misma oración. Yo le reconozco tres: por supuesto "Los Detectives Salvajes" y "2666", y "Estrella Distante".

No voy a contarles nadita de la trama. Sólo les voy a decir que si no la leen se están perdiendo de una obra de arte de la narrativa en castellano, de una muestra de lo que uno de los más espléndidos escritores mexicanos era capaz de hacer.

Porque Bolaño era chileno o español de día, pero de noche, cuando soñaba, era mexicano.

De sus tres obras maestras, dos son mexicanas, "Estrella Distante" es la única cruentamente chilena. "Estrella Distante" es la raya que Bolaño pinta con su patria diurna, y las implicaciones de la frase anterior son brutales. Si Chile para Bolaño fue lo que queda en "Estrella Distante" (la distante Estrella de Chile, siempre distante), queda claro por qué nunca regresó.

La Bolaño-manía ha disminuido mucho desde su apogeo de hace algunos años. Pero no hay excusa, no hay forma de que los etéreos y ocasionales lectores de este blog no lean esa obra maestra. Es más: chin chin el que no la lea.

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