El 11 de septiembre de 2001, yo me encontraba en el World Trade Center. Como entraba a las 6 am para cubrir la apertura de los mercados de Brasil, los cuales tienen una diferencia de dos horas respecto de México. Yo estaba en mi oficina en el World Trade Center cuando a las 7:46 el vuelo 11 de American Airlines se impacto contra la Torre Norte del World Trade Center, y estaba en la misma oficina cuando el segundo avión se impactó contra la Torre Sur.
Yo estaba en el World Trade Center de la Ciudad de México, y José Miguel, quien estaba escribiendo la apertura para Brasil, saltó de su escritorio gritando “joer, que una avioneta se ha impactado contra el WTC”.
Lo único que sabíamos era lo que conseguíamos a través de Bloomberg, el servicio en línea de información de mercados y noticias, e inmediatamente lo reportamos a nuestro servicio de www.portafolios.com. En México eran las 7:46 am. Nosotros entrábamos muy temprano, así que reportamos antes que casi todos lo que estaba pasando.
Quince minutos después. el Jose repetía: “joer, que otro avión se ha accidentado en la otra torre”. Cuando terminó de decirlo, supimos que no era un accidente, y que estábamos frente a un atentado.
Las dos horas que siguieron, hasta que las torres cayeron, fueron de una incertidumbre larga y penosa. Una vez que se confirmó que Wall Street no abriría, nos dedicamos a tratar de averiguar qué demonios estaba pasando. Recuerdo que rápidamente dijimos que Osama Bin-Laden podía estar detrás, pero no sabíamos de qué: todo el espacio aéreo de Estados Unidos estaba cerrado y no sabíamos delante de qué estábamos.
Poco a poco el cataclismo fue tomando forma y al anochecer sabíamos lo que todo el mundo sabía: que el mundo había cambado para siempre. Recuerdo una frase de Rodolfo Navarrete: “Esto es como al Toma de Constantinopla por los Turcos. No es un evento, es un proceso cuyo alcance sólo conoceremos tras muchos años”. Creo que Rodolfo tuvo razón.
Cinco días después murió mi papá, así que en mi memoria los dos eventos se me mezclan y no logro aún hoy discernir qué pasó en qué día. Hoy vino el Jose a comer a casa y más o menos me ordenó la cronología. Por eso me explico la obsesión que he tenido esta semana por leer todo lo posible de este evento que me tocó a mí y a mis amigos que en esa mañana lo vivimos intensamente (ayudando a Karla en Nueva York a comunicarse con su mamá en el DF, por ejemplo), y que la memoria me confunde con esa otra muerte, que como ésta, cambió además de mi mundo, a mi vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario