No hay peor sordo que los que no quieren oir, y en este rinconero blog de manera repetida y consetudinaria insistimos de muchas formas en un desenlace que nos parecía ineluctable a pesar de la tosudez orgullosa de España: a saber, que la cuarta economía más grande del Euro y una de las economías más globales del planeta, con amplios tentáculos esparcidos por el reino de su bellísima lengua, tendría que recurrir a fondos internacionales para evitar la insolvencia de su sistema bancario, y probablemente la solvencia de su propia Hacienda Pública.
El costo de la solvencia es la independencia, y España paga ahora, a regañadientes y comiéndose triste su orgullo imperial, no la brutal torpeza con la cual el gobierno del PP ha manejado esta crisis financiera, sino el costo insostenible de su modelo de desarrollo económico de los últimos veinte años basado en el excesivo endeudamiento para financiar una burbuja inmobiliaria y de infraestructura que fue más allá del absurdo y la irracionalidad económica.
Dado que es imposible esperar un diagnóstico honesto de las autoridades económicas españolas, incluso tras la hora en que han tenido que recurrir a los fondos internacionales para evitar que su economía, el eslabón más débil de la cadena de defensa antes de que la turbulencia llegue al corazón del Euro, muy brevemente intentaremos de ilustrar lo que está detrás de este, el mayor rescate en esta historia interminable que ha sido la hecatombe en entregas del Euro.
1.-El rescate no es gratis: Europa, y probablemente el FMI le prestarán al gobierno de España para que a su vez, el gobierno de España inyecte ese dinero en sus despedazados bancos. El acreditado ante los acreedores internacionales será España misma, no sus bancos, así que por mucho que De Guindos quiera hacer de tripas corazón, los españoles deben de tener muy claro lo siguiente: ellos, los 42 millones de españoles, son los obligados directos, son ellos a quienes los acreedores internacionales requerirán el pago, no a los destrozados bancos de su país.
Europa le presta a España, y ésta a sus bancos. Los bancos deberán pagarle a España, pero si no le pagan, los acreedores internacionales no esperarán ni entenderán, le cobrarán a España, por eso deben de asegurarse que su fuente de pago, la Hacienda española, podrá pagarle.
España deberá asegurar entonces a sus acreedores su pago, y éste vendrá de los dividendos de los bancos ya saneados, pero si no, deberá de venir de mayores impuestos, de menores gastos, de un cambio en la estructura fiscal que pase necesariamente por las transferencias a las Comunidades Autónomas, a los vastos e inútiles subsidios a las energías renovables, a las ayudas a los miles de kilómetros de autovías concesionadas y de AVEs sobredimensionadas, con venta de activos, con lo que sea.
Es risible ver cómo De Guindos quiere venderle a los españoles la enorme mentira de que los hasta 100 mil millones de euros no tendrán costo alguno. El costo puede ser brutal, a tal punto que conculque el sistema político español, si es que la población acaba rechazando al PP por su desastroso papel en este rescate.
2.- La banca española dejará de ser española para seguir siendo banca: España, el Estado español, se convertirá en el muy corto plazo, en el banquero más grande de su país, pero su capital en el sector bancario será equivalente al aumento en su deuda frente a los acreedores internacionales.
La ecuación es sencilla: Europa tuvo que entrar a rescatar los bancos españoles porque España ya no tenía suficiente dinero para hacerlo ella sola. Pero para los mercados les da igual quién es el dueño del capital de los bancos en España siempre y cuando se disuelva el fantasma de la insolvencia.
Para que siga habiendo banca en España, España ha tenido que aceptar que su banca deje de ser española. Pero con Europa en el capital de los bancos, los inversionistas podrán dormir tranquilos y volverle a prestar a esos bancos para que enfrenten sus monstruosos vencimientos, y quizá, para que aumenten el crédito.
Este rescate masivo, humillante para el PP español y quizá cruel sobre su población, es justo lo que los inversionistas clamaban para dejar de vender el Euro en los mercados. Este rescate removerá en el corto plazo el riesgo de insolvencia de los mercados, y muy probablemente lo que veamos en las siguientes semanas sea un rally vigoroso en los mercados de acciones, especialmente en los valores españoles, que habían sido castigados como si todos fueran bancos.
3.-¿Y El Crecimiento?: Cierto, el riesgo de solvencia se remueve de la mesa por lo pronto, pero el factor que puso al fantasma de la insolvencia en las vitrinas sigue sin atenderse: el crecimiento.
España no puede rescatar a sus bancos y honrar sus deudas públicas al mismo tiempo mientras sufra una tasa de desempleo de 25% y una recesión secular. España debe de crecer, y crecer más allá de sus hipertrofiados sectores inmobiliarios y de infraestructura: España debe de crecer con manufacturas y bienes comerciables, no con ladrillos, turismo y banca.
No hay nada, en este rescate de emergencia de España que atienda a la última causa del problema del Euro, la ausencia de crecimiento en los países periféricos. Cierto, el remover el riesgo de insolvencia es un gran paso para que el crédito comience a fluir de nuevo por España, pero ese país olvidó hace mucho tiempo el fabricar cosas Made in Spain, feliz como estaba de gozar una prima de riesgo similar a la alemana y construyendo aeropuertos y casas innecesarias.
España debe darse cuenta que no hay otra forma de competir mas que con la marca “Made in Spain”. Deberá de recordar a aquella otra España, la que huele a caña, tabaco y brea, y olvidar a esa España manirrota y apalancada, que construyó casas como si fuera a albergar a la mitad de Europa en sus bellas playas.
El costo de la solvencia es la independencia, y España paga ahora, a regañadientes y comiéndose triste su orgullo imperial, no la brutal torpeza con la cual el gobierno del PP ha manejado esta crisis financiera, sino el costo insostenible de su modelo de desarrollo económico de los últimos veinte años basado en el excesivo endeudamiento para financiar una burbuja inmobiliaria y de infraestructura que fue más allá del absurdo y la irracionalidad económica.
Dado que es imposible esperar un diagnóstico honesto de las autoridades económicas españolas, incluso tras la hora en que han tenido que recurrir a los fondos internacionales para evitar que su economía, el eslabón más débil de la cadena de defensa antes de que la turbulencia llegue al corazón del Euro, muy brevemente intentaremos de ilustrar lo que está detrás de este, el mayor rescate en esta historia interminable que ha sido la hecatombe en entregas del Euro.
1.-El rescate no es gratis: Europa, y probablemente el FMI le prestarán al gobierno de España para que a su vez, el gobierno de España inyecte ese dinero en sus despedazados bancos. El acreditado ante los acreedores internacionales será España misma, no sus bancos, así que por mucho que De Guindos quiera hacer de tripas corazón, los españoles deben de tener muy claro lo siguiente: ellos, los 42 millones de españoles, son los obligados directos, son ellos a quienes los acreedores internacionales requerirán el pago, no a los destrozados bancos de su país.
Europa le presta a España, y ésta a sus bancos. Los bancos deberán pagarle a España, pero si no le pagan, los acreedores internacionales no esperarán ni entenderán, le cobrarán a España, por eso deben de asegurarse que su fuente de pago, la Hacienda española, podrá pagarle.
España deberá asegurar entonces a sus acreedores su pago, y éste vendrá de los dividendos de los bancos ya saneados, pero si no, deberá de venir de mayores impuestos, de menores gastos, de un cambio en la estructura fiscal que pase necesariamente por las transferencias a las Comunidades Autónomas, a los vastos e inútiles subsidios a las energías renovables, a las ayudas a los miles de kilómetros de autovías concesionadas y de AVEs sobredimensionadas, con venta de activos, con lo que sea.
Es risible ver cómo De Guindos quiere venderle a los españoles la enorme mentira de que los hasta 100 mil millones de euros no tendrán costo alguno. El costo puede ser brutal, a tal punto que conculque el sistema político español, si es que la población acaba rechazando al PP por su desastroso papel en este rescate.
2.- La banca española dejará de ser española para seguir siendo banca: España, el Estado español, se convertirá en el muy corto plazo, en el banquero más grande de su país, pero su capital en el sector bancario será equivalente al aumento en su deuda frente a los acreedores internacionales.
La ecuación es sencilla: Europa tuvo que entrar a rescatar los bancos españoles porque España ya no tenía suficiente dinero para hacerlo ella sola. Pero para los mercados les da igual quién es el dueño del capital de los bancos en España siempre y cuando se disuelva el fantasma de la insolvencia.
Para que siga habiendo banca en España, España ha tenido que aceptar que su banca deje de ser española. Pero con Europa en el capital de los bancos, los inversionistas podrán dormir tranquilos y volverle a prestar a esos bancos para que enfrenten sus monstruosos vencimientos, y quizá, para que aumenten el crédito.
Este rescate masivo, humillante para el PP español y quizá cruel sobre su población, es justo lo que los inversionistas clamaban para dejar de vender el Euro en los mercados. Este rescate removerá en el corto plazo el riesgo de insolvencia de los mercados, y muy probablemente lo que veamos en las siguientes semanas sea un rally vigoroso en los mercados de acciones, especialmente en los valores españoles, que habían sido castigados como si todos fueran bancos.
3.-¿Y El Crecimiento?: Cierto, el riesgo de solvencia se remueve de la mesa por lo pronto, pero el factor que puso al fantasma de la insolvencia en las vitrinas sigue sin atenderse: el crecimiento.
España no puede rescatar a sus bancos y honrar sus deudas públicas al mismo tiempo mientras sufra una tasa de desempleo de 25% y una recesión secular. España debe de crecer, y crecer más allá de sus hipertrofiados sectores inmobiliarios y de infraestructura: España debe de crecer con manufacturas y bienes comerciables, no con ladrillos, turismo y banca.
No hay nada, en este rescate de emergencia de España que atienda a la última causa del problema del Euro, la ausencia de crecimiento en los países periféricos. Cierto, el remover el riesgo de insolvencia es un gran paso para que el crédito comience a fluir de nuevo por España, pero ese país olvidó hace mucho tiempo el fabricar cosas Made in Spain, feliz como estaba de gozar una prima de riesgo similar a la alemana y construyendo aeropuertos y casas innecesarias.
España debe darse cuenta que no hay otra forma de competir mas que con la marca “Made in Spain”. Deberá de recordar a aquella otra España, la que huele a caña, tabaco y brea, y olvidar a esa España manirrota y apalancada, que construyó casas como si fuera a albergar a la mitad de Europa en sus bellas playas.
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