La imagen es la siguiente: Dos amantes riñen, se disputan. Hay descuido y amargura hasta que el llanto surge, y uno de los amantes cubre con sus manos el rostro húmedo de lágrimas del otro.
Esa imagen sencilla y común, que podemos ver en cualquier parque, en una estación del metro, en los patios de la escuela, en un puesto de tacos o en una película, ha producido algunos poemas fabulosos. En esta sección de "Poemas para beber en el Starbucks" presentamos dos de ellos: uno de Sor Juana, el otro de Fray José Alfredo.
El de Sor Juana es la cúspide. No creo de veras que exista un poema más hermoso basado en esa imagen. No existe mejor forma de describir el pleito entre los amantes, el estallido del llanto y el consuelo con el rostro de uno en las manos de otro. Es uno de los poemas más hermosos del mundo.
Esta tarde, mi bien, cuando te hablaba,
como en tu rostro y tus acciones vía
que con palabras no te persuadía,
que el corazón me vieses deseaba;
y Amor, que mis intentos ayudaba,
venció lo que imposible parecía:
pues entre el llanto, que el dolor vertía,
el corazón deshecho destilaba.
Baste ya de rigores, mi bien, baste:
no te atormenten más celos tiranos,
ni el vil recelo tu inquietud contraste
con sombras necias, con indicios vanos,
pues ya en líquido humor viste y tocaste
mi corazón deshecho entre tus manos.
El otro es ese poema ebrio, tabernario y erótico de Fray José Alfredo, quien resolvía sus cosas de amor en cantinas y tugurios, en medio de tragos y de gritos. ¿Quién podría resolver sus cosas de amor en una peda? Nomás José Alfredo cantando "El último Trago".
Pero en esa rola ebria y descarada hay una imagen sorjuanesca y hermosa:
"quiero ver a qué sabe tu olvido
sin tener en mis ojos tus manos"
La misma imagen, la común historia de amantes y su consuelo. Sor Juana y Fray José Alfredo
Salud a todos.
Esa imagen sencilla y común, que podemos ver en cualquier parque, en una estación del metro, en los patios de la escuela, en un puesto de tacos o en una película, ha producido algunos poemas fabulosos. En esta sección de "Poemas para beber en el Starbucks" presentamos dos de ellos: uno de Sor Juana, el otro de Fray José Alfredo.
El de Sor Juana es la cúspide. No creo de veras que exista un poema más hermoso basado en esa imagen. No existe mejor forma de describir el pleito entre los amantes, el estallido del llanto y el consuelo con el rostro de uno en las manos de otro. Es uno de los poemas más hermosos del mundo.
Esta tarde, mi bien, cuando te hablaba,
como en tu rostro y tus acciones vía
que con palabras no te persuadía,
que el corazón me vieses deseaba;
y Amor, que mis intentos ayudaba,
venció lo que imposible parecía:
pues entre el llanto, que el dolor vertía,
el corazón deshecho destilaba.
Baste ya de rigores, mi bien, baste:
no te atormenten más celos tiranos,
ni el vil recelo tu inquietud contraste
con sombras necias, con indicios vanos,
pues ya en líquido humor viste y tocaste
mi corazón deshecho entre tus manos.
El otro es ese poema ebrio, tabernario y erótico de Fray José Alfredo, quien resolvía sus cosas de amor en cantinas y tugurios, en medio de tragos y de gritos. ¿Quién podría resolver sus cosas de amor en una peda? Nomás José Alfredo cantando "El último Trago".
Pero en esa rola ebria y descarada hay una imagen sorjuanesca y hermosa:
"quiero ver a qué sabe tu olvido
sin tener en mis ojos tus manos"
La misma imagen, la común historia de amantes y su consuelo. Sor Juana y Fray José Alfredo
Salud a todos.
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