domingo, 8 de julio de 2018

Poemas Para Beber En El Starbucks: e.e. cummings Y Las Manos De La Seducción

Un financiero de edad madura, súbitamente enamorado de su bellísima cuñada, propicia un encuentro apresurado con ella y acaban yendo a una librería de Manhattan. Al despedirse él busca regalarle algo, y encuentra venturosamente un libro.

-"Lee el poema de la página 112", le dice.

Y se despiden.

Mas tarde en su departamento, la mujer pasmada, lee el poema, cuyo último verso es el siguiente:

"Nadie, ni la lluvia, tiene las manos tan pequeñas"

La historia anterior es una escena de una de los más grandes plagios de Woody Allen: "Hanna y Sus Hermanas", el homenaje a la obra maestra de su maestro Ingmar Bergman: "Fanny y Alexander".

En esta sección hemos dicho que la poesía sirve para muchas cosas, no nada más para decir cosas bonitas. Insistimos. Pero también sirve para eso: para decir cosas bonitas. Y desde un momento indefinido en la edad media la poesía encontró un propósito fundamental: seducir.

e.e. cummings (así en minúsculas, como a él le gustaba), fue un fecundo escritor norteamericano, adherido al modernismo concebido por su paisano Ezra Pound, y por tanto adherente al verso libre y a la destrucción tipográfica de los poemas.

Modernista en la forma, en el fondo e.e. cummings fue un conservador. Como poeta bordó en temas tradicionales: mujeres, el amor, la lluvia, las flores. Y en política acabó apoyando al impresentable senador Mcarthy, perpetrador de persecuciones anti liberales y cazador de comunistas que presagiaron al también impresentable Donald Trump.

Su biografía aparte. e.e. cummings, siempre al borde de la cursilería y de la narración romántica, escribió poemas para la seducción y el abordaje.

Recuerdo aún esa tarde en que salí de ver "Hanna y Sus Hermanas" en la Cineteca Nacional en la Ciudad de México, repitiendo en mi cabeza el cuarteto final de ese poema:

en algún lugar a dónde nunca he viajado, más allá
de toda experiencia, tus ojos tienen su silencio:
en tu más frágil gesto hay cosas que me encierran,
o que no puedo tocar porque están muy cerca

tu más leve mirar me encerrará facilmente
aunque yo me he encerrado como unos dedos,
tu abres siempre pétalo a pétalo como la primavera abre
tocando (misteriosa, habilmente) su primera rosa

o si deseas acercarte, yo y
mi vida se cerrarán hermosa, súbitamente,
como cuando el corazón de esa flor imagina
la nieve con cuidado desciende por todas partes;

nada de lo que se percibe en el mundo iguala
el poder de su intensa fragilidad, su textura
me compele con el color de sus países,
entregando muerte y siempre en cada respiro

(no se qué hay en tí que se abre
y se cierra; sólo algo en mí entiende
que la voz de tus ojos es mas honda que todas las rosas)
nadie, ni la lluvia, tiene las manos tan pequeñas




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