¿Por qué el sur de Sinaloa ha dado tantos símbolos identitarios para la cultura popular mexicana? Quien sabe. Pero allí nacieron Pedro Infante, Lola Beltrán, los legendarios Tigres del Norte, y también allí fue creada la hoy famosísima Banda El Recodo.
Durante décadas la tambora era una música local, reducida a Sinaloa, y por alguna razón, a Zacatecas, y sin duda su mejor interprete era La Banda el Recodo de Don Cruz Lizarraga.
Cuando llegué de Sinaloa a estudiar a la Ciudad de México en 1985, la música de banda era una rareza en la capital. Quienes oíamos y bailábamos tambora éramos los expatriados sinaloenses y nayaritas perdidos por acá. Pero de pronto algo pasó, y hoy la música de banda es tan popular que está por todas partes, hasta el punto de la saturación.
Parece ser que Don Cruz Lizarraga se opuso siempre a que su banda incluyera vocalistas. Quiso mantener la tradición instrumental y limitarse a la música regional, lejos de la música comercial. Pero al morir Don Cruz Lizarraga sus hijos y parientes que formaban El Recodo decidieron volcarse a la música comercial e incluir un vocalista, teniendo el tino de escoger a una voz tremenda: la de Julio Preciado.
Tengo para mi que Julio Preciado define, para bien y para mal, la evolución de la música de tambora. Una voz poderosa, suave y con altos agudos, que interpretaba canciones difíciles con una tremenda facilidad, supo capturar el espíritu tabernario y festivo de la música de la tambora.
La banda se canta en fiestas, palenques y cantinas, no es música de cámara ni de sala de estar. Y la voz de Julio Preciado fue justo lo que se necesitaba para que el Recodo diera el gran salto de una banda de música tradicional a un fenómeno transcultural y transregional, convirtiéndola en un fenómeno internacional y poniendo a la música de tambora en el centro de la cultura popular mexicana, incluso a despecho del ranchero.
El Recodo y Julio Preciado fueron incapaces de manejar su tremendo éxito comercial (un ejemplo, dos de los tres álbumes más vendidos de la historia de México son de la Banda El Recodo) y se separan, y es allí donde inicia la vulgarización de la tambora.
Tras la separación de su vocalista, El Recodo recluta a "el Mimoso", un cantante correcto pero incapaz de alcanzar las notas y el estilo del coloso Julio Preciado, así que para tratar de alcanzar los tonos de Preciado el Mimoso no tuvo otro remedio mas que gritar, y fue allí donde se chingó la patria.
La llegada del Mimoso coincide justo con la invasión del país por la música de banda, todo mundo comenzó a escucharla y llegó a Bandamax y otros canales de televisión, y de allí en adelante todas las bandas que surgieron, queriendo imitar a El Recodo, comenzaron a gritar como el Mimoso. Ya no hubo regreso: la banda se grita. Lamentable.
Todo por querer imitar a Julio Preciado, siendo que la banda se puede cantar como la cantaba Antonio Aguilar y José Alfredo Jimenez, e incluso Pedro Infante. Maldito Mimoso.
Durante décadas la tambora era una música local, reducida a Sinaloa, y por alguna razón, a Zacatecas, y sin duda su mejor interprete era La Banda el Recodo de Don Cruz Lizarraga.
Cuando llegué de Sinaloa a estudiar a la Ciudad de México en 1985, la música de banda era una rareza en la capital. Quienes oíamos y bailábamos tambora éramos los expatriados sinaloenses y nayaritas perdidos por acá. Pero de pronto algo pasó, y hoy la música de banda es tan popular que está por todas partes, hasta el punto de la saturación.
Parece ser que Don Cruz Lizarraga se opuso siempre a que su banda incluyera vocalistas. Quiso mantener la tradición instrumental y limitarse a la música regional, lejos de la música comercial. Pero al morir Don Cruz Lizarraga sus hijos y parientes que formaban El Recodo decidieron volcarse a la música comercial e incluir un vocalista, teniendo el tino de escoger a una voz tremenda: la de Julio Preciado.
Tengo para mi que Julio Preciado define, para bien y para mal, la evolución de la música de tambora. Una voz poderosa, suave y con altos agudos, que interpretaba canciones difíciles con una tremenda facilidad, supo capturar el espíritu tabernario y festivo de la música de la tambora.
La banda se canta en fiestas, palenques y cantinas, no es música de cámara ni de sala de estar. Y la voz de Julio Preciado fue justo lo que se necesitaba para que el Recodo diera el gran salto de una banda de música tradicional a un fenómeno transcultural y transregional, convirtiéndola en un fenómeno internacional y poniendo a la música de tambora en el centro de la cultura popular mexicana, incluso a despecho del ranchero.
El Recodo y Julio Preciado fueron incapaces de manejar su tremendo éxito comercial (un ejemplo, dos de los tres álbumes más vendidos de la historia de México son de la Banda El Recodo) y se separan, y es allí donde inicia la vulgarización de la tambora.
Tras la separación de su vocalista, El Recodo recluta a "el Mimoso", un cantante correcto pero incapaz de alcanzar las notas y el estilo del coloso Julio Preciado, así que para tratar de alcanzar los tonos de Preciado el Mimoso no tuvo otro remedio mas que gritar, y fue allí donde se chingó la patria.
La llegada del Mimoso coincide justo con la invasión del país por la música de banda, todo mundo comenzó a escucharla y llegó a Bandamax y otros canales de televisión, y de allí en adelante todas las bandas que surgieron, queriendo imitar a El Recodo, comenzaron a gritar como el Mimoso. Ya no hubo regreso: la banda se grita. Lamentable.
Todo por querer imitar a Julio Preciado, siendo que la banda se puede cantar como la cantaba Antonio Aguilar y José Alfredo Jimenez, e incluso Pedro Infante. Maldito Mimoso.
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