La historia financiera del mundo está llena de historias de grandes bancos que han visto sus épocas de gloria pasar y que hoy son reliquias, anécdotas, o pálida sombra de lo que fueron. Los Rotschild, judíos europeos que fueron en su época los banqueros más poderosos del mundo, son ahora marginales; Barings, que era el banco de la reina de Inglaterra, quebró en una sola apuesta por uno de sus traders; Merrill Lynch, la casa de bolsa que fue el símbolo de Wall Street, hoy es tan solo una marca. ¿Podría pasar algo similar con el Banco Nacional de México?
De origen francés, Banamex fue el primer gran banco privado de la historia de México, y fungió como emisor y custodio del gobierno y llegó a ser su representante como colocador de bonos en el extranjero y su negociador en refinanciamientos de la deuda externa nacional. Hoy batalla para no caer al cuarto lugar de la tabla de los 51 bancos que funcionan en el mercado local, y de acuerdo con los datos de la CNBV de febrero la diferencia en activos entre Banamex (el tercero) y Banorte (el cuarto lugar) es de tan solo 43 centésimas de punto. Banamex está a punto de ser un jugador de media tabla, luego de ser tan importante para México como el Banxico.
La banca mexicana logró sobrevivir la terrible crisis de 1982, estatizada y luego devuelta al sector privado, pero los grandes nombres de la banca nacional permanecieron. La banca mexicana sin embargo no logró sobrevivir la hecatombe de 1994-1995 y luego de una década de agonía, acabó en manos de extranjeros, quienes ahora (en pleno auge nacionalista de sus clientes) quieren de plano eliminar todo vestigio de los nombres mexicanos: BBVA quiere borrar el nombre de Bancomer; Citi el de Banamex; tal y como Santander se deshizo del nombre más antiguo de la banca mexicana: Serfín; y Scotiabank borró Comermex.
Pero en el caso de Banamex no es un caso de nombre nada más. Banamex fue desde sus inicios el banco más poderoso del país, fue incluso y hasta la creación del Banco de México, el banco central del país. Incluso cuando en los noventa Bancomer (antes de BBVA), lo superó en activos y depósitos, Banamex siguió siendo el más rentable y potente del sistema bancario nacional. Pero desde la crisis de 2008-2009, primero por la hecatombe de su propietario, Citigroup, y luego por problemas internos, notablemente el escándalo de Oceonografía, Banamex no ha dejado de perder posiciones en la tabla de la banca mexicana.
Hasta hace una década el problema de Banamex era Bancomer, la conjunción de dos filosofías minoristas: la de BBVA de España y la historia de absorción de bancos locales de Bancomer, en un solo rival, acabaron por rebasar el estilo aristocrático, de banca de inversión, de Banamex. Pero actualmente su problema son ya Santander y Banorte. Banamex está en peligro de convertirse el cuarto banco del sistema, él, que durante más de un siglo fue el gran referente y estandarte internacional de la banca mexicana.
El dueño de Banamex, Citigroup, pasó ya por una historia similar. Y de manera muy violenta: luego de ser el mayor banco del mundo hasta 2007, estuvo a punto de desaparecer durante la hecatombe financiera de 2008-2009, al punto en que el gobierno de Estados Unidos se convirtió en su principal accionista. En medio de ese desastre una parte dentro de Citigroup brillaba: Banamex, cuyo negocio y rentabilidad ayudó de manera inapreciable a que, no sin penurias y descalabros, Citigroup se recuperara, y ahora sea al menos el cuarto mayor banco de los Estados Unidos (tras ser el mayor del planeta).
Pero de unos años para acá Banamex ha pasado de ser la joya a ser el tullido del sistema bancario nacional, y no es ya la estrella rutilante dentro de la mezcla de Citigroup. México necesita bancos dinámicos, mexicanos o de extranjeros. Sería lindo ver de nuevo que el arrojo fuera lo que impulse al Banco Nacional de México.
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